LA
AVARICIA
Se define como
el afán o deseo desordenado de poseer muchas riquezas por el solo placer de
atesorarlas sin compartirlas con nadie. Uno quiere más de lo que necesita por
el hecho de poseerlo, sin que luego sea capaz de disfrutar todo lo que tiene.
En su grado más alto, el avaricioso se esfuerza de forma interminable por
satisfacer necesidades acumulando tesoros, si llegar realmente a satisfacerlas.
El avaricioso
acumula muchas riquezas como el codicioso, pero a diferencia de este es incapaz
de disfrutar de ellas, está en constante sacrificio para no gastar, para no
perder nada de sus posesiones. El avaro que consigue poseer muchas riquezas
sigue viviendo como un pobre con el único objetivo de no perder nada.
El ahorrador
compulsivo o el tacaño, no trata de acumular riquezas como el avaricioso, su
objetivo es no gastar, ahorrar.
En la
literatura y en los cuentos tenemos ejemplos de personajes avaros, como el avaro
personaje del cuento de Navidad, el ciego en el Lazarillo de Tormes, el
miserable Mr. Burns de Los Simpson, dueño sin corazón de una ruinosa
central nuclear, etc. Pero en el mundo real tenemos también y podemos encontrar
avaros y a su vez codiciosos en los juzgados. El avaro en su codicia de tener
más y más puede llegar a engañar y robar.
Todos y ante
diferentes situaciones tenemos un grado de avaricia, pero qué es lo que puede
llevar a una persona a ser avaro en esencia. Una de las cuestiones que podemos
plantear es la ansiedad o el temor a la incertidumbre en cuanto al futuro, a la
inseguridad que siente ante lo que pueda venir. Es el miedo ante posibles
hechos lo que hace al avaro atesorar para enfrentarse a los mismos con las
arcas llenas. La percepción del avaro ante el futuro suele ser muy pesimista y suele
llegar a tener un miedo irracional a la pobreza del futuro.
Otra
peculiaridad del avaro es su estilo de vida. Pese a que podría vivir de forma
acomodada, el avaro tiende a vivir de forma miserable. El miedo que tiene a
llegar a la pobreza no le hace sino vivir como si ya fuera pobre.
Las relaciones
sociales del avaro como podemos esperar son muy escasa y poco intensas. La
avaricia les hace carecer de solidaridad y de empatía con los demás. Si no
gasta en uno mismo tampoco va gastar en los demás.
Si el avaro no
disfruta de sus riquezas y es incansable en el trabajo para ganar más y más, estamos
ante una persona que sufre, que ha caído en las garras de la avaricia. Cuando,
además, la avaricia llega a ser de tipo obsesiva, cuando acumular posesiones es
lo único que le importa, esta obsesión puede desembocar en patologías más
graves, llegando a distorsionar la realidad y a desconectar emocionalmente de
los demás.
Afortunadamente
no tantos llegan a estos límites. El límite nos los proporciona nuestros principios
éticos y la empatía con los demás. La mayoría llegamos a tener un grado de
avaricia socialmente aceptado.
La avaricia
también suele ser comparativa, el avaro no es que quiera tener tanto, es que
quiere tener más que los demás. Se desea superar a los demás. A todos nos
importa lo que los demás piensen de nosotros, y el tener más nos hace ser más
envidiables.
La motivación
para ser avaricioso la tenemos en cada rincón de nuestra sociedad y en cada
esquina del día a día. Llegar a tener una buena economía, poder, seguridad, etc.,
son deseos que están en la mayoría de nosotros y que vemos reflejados como una
constante en una sociedad de consumo.
Esta sociedad en
la que nos encontramos nos alienta a tener más de lo que necesitamos, a tener
el último modelo, a consumir por consumir, sin duda, es una sociedad que se
encarga de producirnos múltiples necesidades. Y cuando vemos que puede peligrar
el poder cubrir todas esas necesidades, es cuando caemos en la trampa de la
avaricia.
Las situaciones
de crisis o de carencias son también un motor de producción de personalidades
avariciosas. El miedo a caer en paro, a no tener para pagar la hipoteca, a
perder nuestra casa, a bajar nuestro estatus social, etc. son miedos que nacen
de una crisis económica que motiva acumular por si acaso, para evitar el miedo
que nos produce las situaciones de perdida que pudieran darse.
La avaricia
rompe el saco, desear tener y tener más de lo que necesitamos puede hacer que
perdamos lo que hemos ido acumulando y otras cosas que son más importantes. La
avaricia siempre pierde.