sábado, 19 de marzo de 2016

EL ARTE DE CRITICAR



EL ARTE DE CRITICAR


           Lo primero que debemos hacer al intentar analizar el arte de la crítica, tan común entre nosotros, es diferenciar dos tipos de la misma: la crítica constructiva y la crítica destructiva. La primera introduce en los mensajes de valoración la connotación negativa específica pero dentro de un contexto general positivo. A diferencia de está, la crítica destructiva trasmite mensajes más generales de condena y en forma de ataque.

            Nuestra sociedad nos invita en muchos casos, de forma sutil, a la crítica. Así, por ejemplo, encontramos ciertos refranes o dichos populares con relación a esta invitación, como “piensa mal y acertarás”. Al escuchar o leer algunos comentaristas en la radio o televisión o prensa escrita, muchos de ellos con una reconocida profesionalidad, encontramos frecuentemente la crítica como constante entre sus palabras. Se dice de manera simbólica en nuestro país que la crítica es un deporte nacional.

        El que nos sintamos animados en el nivel social, no es excusa para practicar la crítica. Seguramente se nos hace necesaria y por ello se lleva a la práctica de manera frecuente, de forma espontánea en distintos lugares y situaciones. Lo importante es poder hacer una crítica constructiva, sin hacer sentir mal a nadie, con el objeto de ayudar a mejorar. A casi todos en alguna ocasión nos ha resultado difícil asumir la crítica cuando erramos, pero sin ella seguiríamos, en muchos casos, en la confusión. Si la crítica es constructiva me hará ver que necesito modificar algún aspecto de una globalidad para mejorar y sentirme mejor. Desde la crítica destructiva, el aludido, si se llega a enterar de lo criticado, seguramente se sentirá mal y por ello le costará más modificar aquel aspecto que le hace o no mejorar.

            Existen varios tipos, también, de crítica destructiva en los que frecuentemente todos solemos caer sin conciencia de ello. Por un lado tenemos la crítica de la ofensa a alguien en el elogio de otra persona. Así por ejemplo alguien puede decir  “la pobre mujer de X es una santa”, y con ello sugerimos que X por lo menos es un mal marido. Podemos caer también en otra ligera forma de ofensa y es criticando la competencia generalmente profesional de una persona con el aplauso de alguna de sus aficiones. Así por ejemplo podemos decir de un jefe “al menos juega bien al golf”.

          Debemos intentar aprender hacer una crítica constructiva y con ello sin querer vamos hacer crecer entre nosotros este tipo de crítica, en defecto de la destructiva. Tenemos que tener en cuenta que la crítica constructiva, además, favorece el desarrollo de las relaciones personales y no se utiliza, como la destructiva en muchos casos, como un elemento de venganza para dañar a alguien, sino como un instrumento de ayuda a los demás.

            Para hacer una crítica positiva debemos reflexionar en algunos puntos. Primero, es necesario tener en cuenta que no tenemos derecho a la crítica si no somos capaces o estamos dispuestos a elogiar. En segundo lugar, es importante, también, una vez realizada la valoración de la situación, que intentemos colocarnos en el lugar del criticado. Empatizar de esta manera nos ayudará a entender al otro y a poder limar nuestra crítica. Otro aspecto a tener en cuenta, es la delimitación del hecho o conducta concreta a criticar (evitando con ello hacer descalificaciones globales) y de adoptar la posibilidad de cambio de la misma. Además añadimos que si, a veces, no hay vuelta atrás en la acción o hecho de la crítica, debemos pensar y revalorar que ésta, solamente nos servirá para nuestro desahogo y pataleo ante tal situación. Es necesario, también, que podamos olvidarnos en nuestra crítica, de cualquier sentimiento de antipatía u hostilidad hacia el criticado. Por último, debemos elegir el momento y el lugar más adecuado. Así, por ejemplo, no debemos hacer una crítica a un compañero delante de otros. Esto que parece tan obvio a veces no se tiene en cuenta.

        Además de estas estrategias para mejorar nuestras críticas y hacerlas lo más constructivas posibles, para que además sea más eficaces y fructíferas, podemos ofrecer alternativas de cambio al criticado, elogiar otros aspectos de su comportamiento, agradecer la escucha de la crítica y si es posible ofrecer nuestra colaboración en el cambio propuesto.

      

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