domingo, 31 de julio de 2016

Abuso de sustancias

                             CONSUMO DE DROGAS

 Las drogas se definen como sustancias que una vez introducidas en nuestro organismo tienen la capacidad de alterar o cambiar las funciones corporales, nuestras sensaciones, nuestras percepciones sensoriales como la vista, el oído, y nuestro estado de ánimo.

Algunas drogas son legales como el alcohol, el tabaco o los fármacos y otras son ilegales como el hachís, la cocaína o la heroína; pero la ilegalidad o legalidad de las mismas no las hace que éstas sean más o menos peligrosas. En general, las drogas afectan al estado de la salud de los que las consumen y a su desarrollo personal. Este peligro se ve incrementado en los jóvenes por su mayor vulnerabilidad a la tolerancia y dependencia de las mismas.

El alcohol, por ejemplo, cuyo consumo es, no solo legal sino además que forma parte de lo tradicional en algunos países como el nuestro y que en pequeñas cantidades puede, según los especialistas, resultar incluso beneficioso, es una droga de abuso. Su consumo desproporcionado produce tolerancia, dependencia y síndrome de abstinencia. Su abuso afecta gravemente al funcionamiento de las neuronas con serias alteraciones en nuestro comportamiento. Entre los síntomas de abstinencia alcohólica aparecen las convulsiones, el delirium alcohólico o delirium tremens y las complicaciones somáticas. Otros síntomas que son inducidos por el alcohol son la intoxicación, las alteraciones perceptivas, el delirium, la demencia persistente, el trastorno amnésico persistente, el trastorno psicótico, el trastorno del estado de ánimo, el trastorno de ansiedad, el trastorno sexual y/o el trastorno del sueño.

La dependencia designa un estado patológico provocado por la interrupción de la toma de tóxicos, que producen además síntomas de abstinencia. El temor a la aparición de este síndrome es también una de las razones que llevan a la persona a repetir el consumo del tóxico o droga. Aunque en algunas drogas no está clara la dependencia física que crean, lo que si está caro en todas ellas es que provocan una dependencia emocional o psicológica. Esta dependencia psicológica hace referencia al deseo compulsivo de reproducir la experiencia procurada por la ingesta de la droga en la medida en que esta toma disminuye una incomodidad psíquica y psicobiológica.

La tolerancia hace referencia a la necesidad de aumentar la cantidad de sustancia ingerida con el tiempo, para conseguir el mismo efecto, o lo que es lo mismo, se trata de la disminución de forma considerable de sus efectos usando de forma regular la misma cantidad de droga.

 Actualmente existe una alarma social ante el consumo de las nuevas drogas de diseño y el llamado “botellón” entre los jóvenes. A pesar de esta alerta, muchos padres, por desconocimiento o incluso temor, llegan muy tarde a ser conscientes del consumo de sus hijos y desconocen los efectos nocivos que estas drogas conllevan. Muchos padres a su vez se sienten desbordados y desorientados en la manera de actuar ante dichas situaciones.

Existen diferentes estrategias que los padres pueden incluso adoptar antes de que se dé cualquier consumo, de forma preventiva y también para favorecer un desarrollo personal satisfactorio y adecuado de nuestros hijos.  Entre estas estrategias, de manera general estarían: la mejora y aumento de la comunicación con nuestros hijos jóvenes, el sólido establecimiento de normas adecuadas de ambos padres con los hijos, el fortalecimiento de la relación afectiva con nuestros hijos y el favorecimiento de un ocio y tiempo libre sano para los mismos.

Ante la situación de evidencia del consumo de nuestros hijos, lo primero que debemos intentar es que la angustia, el miedo o la tensión que nos produce tal situación, no nos haga perder los nervios. Deberíamos intentar adoptar una actitud de ayuda y comprensión y no de rechazo, para acércanos y no alejarnos de nuestros hijos. Es necesario desde este acercamiento aclarar el tipo de consumo, la frecuencia, la dosis, el grado de dependencia y la conciencia de la misma. A partir de aquí hay que buscar soluciones y para ello y dependiendo de cada situación, es necesario acudir a un especialista que nos ayude a valorar la situación, que nos oriente y asesore  en las actuaciones y soluciones  que en cada caso debemos adoptar para ayudar a nuestros hijos.

lunes, 25 de julio de 2016

La mejor de las sensaciones

                                                                                                   LA RELAJACIÓN



El estado de relajación es de gran interés para todo el público en general. Con el tren de vida que actualmente llevamos, cada vez más nos damos cuenta de la necesidad tanto física como psíquica de relajarnos para poder continuar con nuestra actividad. La relajación permite disminuir la tensión y recuperar o mantener un estado de equilibrio y de bienestar.

Jacobson y Schultz, los dos grandes teóricos de la relajación, han desarrollado dos métodos ampliamente usados en todo el mundo para la relajación. Con el método de Jacobson aprendemos a relajarnos contrayendo primero los músculos y después aflojándolos. Los ejercicios alternan contracciones y distensiones, produciendo la relajación de los músculos y el sistema nervioso. En el método de Schultz se utilizan imágenes mentales que ayudan a la distensión física.

No todos tenemos la misma capacidad para relajarnos, no todos somos igual de nerviosos, ni tenemos la misma necesidad de relajarnos. La relajación no se produce por arte de magia. Se puede conseguir por ejemplo ante situaciones como un buen masaje dentro de un baño caliente de burbujas o tumbado en una playa con el sonido del mar. Estas son situaciones que pueden favorecer la relajación. Cada uno sabe cuales son las situaciones que le suponen una ayuda para el relax.

Resulta que no en todos los momentos o situaciones tenemos ocasión o tiempo de meternos en la bañera para relajarnos o podemos encontrarnos en una playa. Es necesario sustituir estas sitauciones que facilitan nuestra relajación por un buen entrenamiento que debe ser guiado por un profesional, de esta forma conseguiremos relajarnos en cualquier sitio o situación en un tiempo reducido, y especialmente en aquellas situaciones que nuestros estres se puede disparar. Por ejemplo, si uno debe dar una conferencia y se encuentra muy nervioso ante el público que le espera, podrá en pocos minutos relajarse si ha sido entrenado, para así enfrentarse más tranquilo a esa situación que le produce tensión.

Los efectos positivos tanto físicos, como psicológicos y emocionales de la relajación son numerosos. Así, se utiliza tambien la relajación en respuestas molestas de alto nivel de tensión que interfieren con la ejecución de otra conducta, como el insomnio o los dolores de cabeza tensionales. En general la relajación es ventajosa para todos los que experimenten algún tipo de tensión.

La relajación se utiliza en muchas ocasiones como estrategia de un tratamiento específico. Así se utiliza en la técnica de Desensibilización Sistemática de Wople, como una respuesta incompatible a la ansiedad. También se usa en la Sensibilización Encubierta como forma de incrementar la concentración de la atención y la claridad de la imagen. En la Relajación Diferencial para reducir la tensión durante todo el día y en algunas técnicas para aliviar la ansiedad como respuesta agradable y condicionada que termina con la propia ansiedad.

En los niños también la relajación sirve para distender el organismo y disminuir el estrés muscular y mental. Además, facilita una mejor calidad de la escucha, una mayor receptividad y una participación más activa. La relajación ayuda a aumentar la concentración y la memoria, mejorando así también el aprendizaje y la confianza en sí mismo.

Al igual que los adultos, después de una actividad intensa intelectual o física, la relajación permite al niño tener un estado de bienestar, de tranquilidad y de concentración necesarios para poder continuar con la actividad o emprender otra.

Algunos estudios muestran cómo la relajación ayuda a aprender con más facilidad y a ser más constante en las actividades. La relajación aumenta la habilidad deportiva y ayuda también a vencer la timidez. Puede ayudar a la disminución de tics nerviosos y de otros síntomas derivados de la ansiedad.

El entrenamiento en relajación aumenta la sensibilidad hacia nuestras propias sensaciones corporales. La relajación ayuda a todo aquello que está relacionado con el cuerpo, como la expresión corporal, el baile, el deporte, el incluso el dibujo.

Para aprender a relajarse hay que dedicarle tiempo y ser contante, sobre todo en el entrenamiento. Aunque los efectos no son instantáneos al principio y algunos beneficios de la relajación son a largo plazo, cada sesión de relajación aporta unos efectos positivos inmediatos. Tras dos o tres semanas de cinco sesiones largas de relajación por semana, se puede empezar abreviar la relajación poco a poco hasta reducirla a unos cinco minutos.

sábado, 16 de julio de 2016

"Quererse a sí mismo"

 AUTOESTIMA

Este concepto tan de moda en el lenguaje cotidiano se refiere a la autopercepción que cada uno tiene de sí, al grado de autovaloración y satisfacción personal que hacemos de nosotros mismos. Es el motor de nuestro comportamiento y de nuestras emociones. 

La autoestima se aprende desde muy temprana edad y corresponde a los padres la trasmisión de la misma. Los niños aprenden a quererse a sí mismos en la medida que se sienten queridos y valorados por sus papas o figuras de referencia. Esta autoestima está en la base de los recursos personales que uno va poseer para manejarse tanto en el mundo adulto como en el mundo de los más pequeños, y está en la base de nuestras relaciones.

La mayoría de los padres, muchas veces sin ser conscientes de ello, enseñan a sus hijos a tener una valoración positiva de sí mismos, a quererse en sus virtudes y a esforzarse en sus defectos. El niño necesita el refuerzo constante y el elogio de sus correctas actitudes. Necesita ser animado y reconocido en sus logros más difíciles. El niño que constantemente busca complacer a los adultos sin éxito, que se siente en exceso criticado y para nada valorado, aprende a ser muy  exigente consigo mismo, a no encontrarse satisfecho con cada logro, a hacer una autocrítica constante de sus actitudes, y a no tener, en definitiva una autoestima saludable.

Además de animar y reforzar a nuestros hijos, podemos para fortalecer su autoestima, fomentar su confianza y fomentar el sentido del éxito. Para fomentar su confianza debemos marcarnos con ellos pequeños objetivos a alcanzar en cada aprendizaje, enseñar las habilidades necesarias para aumentar su nivel de independencia en cada edad (aprender a vestirse, a peinarse, atarse los zapatos...). Podemos, también, dar a nuestros hijos pequeñas responsabilidades cotidianas acordes con su edad y con ello conseguir que puedan saberse necesitados, puedan verse reconocidos y sean apreciados sus esfuerzos.

Para fomentar el sentido del éxito y teniendo en cuenta que la autoestima aumenta cuando un niño prueba algo nuevo y afronta un desafío con éxito, podemos ayudar a nuestros hijos a tener el valor de probar nuevas experiencias pero teniendo en cuenta que debemos prepararle y anticiparle con cada nueva experiencia, que debemos dejar practicar al niño en cada nueva habilidad, que debemos informar que el éxito llegara después de la práctica y sobre todo que debemos ser pacientes con sus logros.

Debemos trasmitir, también, a nuestros hijos que no todo se puede conseguir. Cada uno tiene unas capacidades en las que puede sobresalir y otras en las que necesitará más tiempo y más esfuerzo para poder realizarlas. Aunque hay que reforzar los esfuerzos, no debemos exigir “ser siempre el mejor”, “ser el más rápido”. Mejor que esto, debemos hacer que nuestros hijos se esfuercen en sus capacidades y se sientan satisfechos por ello. En aquellas capacidades que sabemos que no van a brillar, las metas a marcarnos serán menores, dado que las mismas deben ir en consonancia con los esfuerzos y no con los resultados.

Una buena autoestima nos da firmeza y seguridad en nosotros mismos. Esto es de vital importancia, no sólo para poder sentirse satisfecho con uno mismo, sino además para poder enfrentarnos a los problemas cotidianos que nos vamos a ir encontrando.

Tanto el exceso o el defecto de esta autoestima están en la base y son parte de la sintomatología de muchas patologías psicológicas y psiquiatras. Aunque se requiere una intervención global de toda la sintomatología, parte del proceso está en fortalecer o no la autoestima. Con el ajuste de la autoestima vamos a desencadenar la desaparición de otros síntomas y vamos a reforzar e incluso despertar nuestros recursos personales. Así, por ejemplo, muchos de los trastornos del estado de ánimo tienen disminuida la autoestima, lo que agrava el propio trastorno y disminuye, a su vez, un buen pronóstico.

Generalmente muchos tratamientos psicológicos con niños y adultos incluyen como uno de sus objetivos fortalecer o adecuar la autoestima. ¿Qué podemos hacer para aumentar nuestra autoestima? Hay distintas estrategias, como puede ser, cambiar algunos procesos del pensamiento, concederse el reconocimiento por los logros conseguidos, la autoafirmación, la autoevaluación positiva. Todas estas estrategias se ponen en marcha a través de diferentes ejercicios.

Si la autoestima esta elevada también existen algunas técnicas que pueden ayudarnos a disminuir la autoestima, ajustarla, aunque generalmente es difícil la autopercepción y el reconocimiento de exceso de la misma. Este sería el primer objetivo, que el que tiene desajustada la autoestima tome conciencia de ello.

Adquirir una buena autoestima, aprender a querernos, es vital para el desarrollo y garantiza la adquisición y fortalecimiento de otros recursos personales (como la confianza y seguridad en sí mismo, autosatisfacción, tolerancia a la frustración, etc.) que nos van acompañar en nuestra vida.

martes, 12 de julio de 2016

!! Viva los novios !!

CELEBRAMOS LA BODA


Cualquier celebración conlleva un incremento del nivel de estrés cotidiano y claramente no iba a ser menos la celebración de una boda, con todos los preparativos que ésta conlleva hoy en día. Por supuesto se trata, en la mayoría de los caso de una celebración voluntaria por ambas partes, aunque puedan aparecer en el transcurso de su preparación algunos cuestiones en las que los novios puedan llegar a sentirse de alguna manera como obligados.

Una pareja cuando decide casarse se introduce, con cariño y mucha ilusión, en una cascada de preparativos con los que en un principio más o menos contaba. La pareja debe tomar, generalmente, muchas decisiones conjuntas que van a ir determinando no solo la celebración de su boda, sino también su convivencia en el matrimonio. Me refiero, no solo a la elección del traje de novia o novio, la elección del lugar de celebración, el tipo de convite, las listas de los invitados, las tarjetas de invitación, etc, sino además a la elección del lugar donde pasar su luna de miel, el lugar de residencia, la decoración de la misma e incluso los regalos que los invitados les van hacer.

Esta situación de preparativos para la celebración de la boda conlleva un aumento en el estrés de cada miembro de la pareja. El estrés es una de las situaciones más habituales del hombre actual. En los países desarrollados, como el nuestro, padecen estrés más de la mitad de la población. Éste se define como una respuesta de nuestro organismo a un estado de elevada tensión que se prolonga en el tiempo. Las situaciones estresoras pueden ser acontecimientos físicos o ambientales, de carácter agradable o desagradable. Para llegar a ser estresores estas situaciones deben producir incertidumbre, un cambio, dudas por falta de información y una sobrecarga.

En una pareja joven que decide casarse y que habitualmente disfruta ya de un cierto grado estrés social, laboral y personal, se les sumara el nivel de estrés que este proceso de preparativos conlleva y en muchos casos este incremento, a pesar del empeño que ponen ambos miembros de la pareja, puede dificultar la llegada de los acuerdos entre las partes, en el sin fin de decisiones a tomar.

No debemos alarmarnos por este aumento de estrés durante los preparativos de la boda. En sí, la respuesta de ansiedad que conlleva es, en principio, una respuesta inteligente que da nuestro organismo. La ansiedad es una respuesta adaptativa a las demandas de la situación, que nos alerta y nos permite poder rendir al máximo y poner en juego toda nuestra capacidad. Un cierto nivel de ansiedad, por tanto es deseable cuando la situación lo requiere.

Este sobreesfuerzo que asumen las parejas con tanta ilusión y en principio armonía, a veces se complica cuando los acuerdos no llegan y aparece el conflicto. Éste, en la mayoría de los casos, se resuelve sin más, pero puede llegar a producir, también, un importante grado de ansiedad que se mantendrá durante un tiempo, dificultando a su vez la asunción de nuevos acuerdos en los preparativos.

La mayoría de las parejas disfrutan de todos los preparativos para su boda, a pesar de sentir en algunas ocasiones esa sobrecarga. Si un miembro de la pareja se siente especialmente preocupado o estresado por alguna cuestión u observa que el otro está preocupándose de manera excesiva por algo, es necesario que exista entre ellos una fluida comunicación desde el entendimiento, el apoyo y la ayuda, que garantice la satisfacción de cada uno y la disminución del estrés que se haya podido producir.

Cuando por fin llega la boda, con ella también los nervios de última hora; es el momento de delegar en los más cercanos los últimos preparativos y zambullirse en la tan deseada y cuidada celebración. A veces es necesario relajarnos a conciencia para poder disfrutar. Una vez en este punto solo nos queda saborear cada momento con nuestra pareja y todas las personas que con nosotros celebran nuestra unión. Además, sabemos que después de la ceremonia lo bueno continua con el viaje de bodas, y es que después de tantos preparativos, los recién casados bien se merecen un viaje de placer y descanso, con el deseo y el objeto de iniciar de la mejor manera posible su matrimonio. 

jueves, 7 de julio de 2016

¿Hacer o no deberes en verano?

DEBERES EN VERANO
      
La mayoría de los profesores y educadores recomiendan a los padres que, una vez terminado el colegio, sus hijos realicen algunas tareas o deberes durante el verano. Estas van a depender en cada caso de las necesidades que tenga cada alumno.

En los casos en que no se superan adecuadamente los objetivos de cada materia del curso escolar, estos deberes para el verano tienen por objetivo aumentar los conocimientos específicos en la materia que no se ha superado, para así comenzar el nuevo curso sin desventaja en la misma. La realización de éstos es más entendible y por ello se motiva fácilmente a los padres e hijos para el desempeño de los mismos.

Es diferente cuando los alumnos han superado, incluso notablemente las materias. En estos casos también suelen recomendarse la realización de tareas durante el verano. El objetivo entonces, no es tanto ampliar conocimientos como afianzarlos y mantenerlos. A pesar de ser un buen objetivo para realizarlos, tanto la motivación de los padres como la de los hijos para la realización de deberes de verano en estos casos suele ser menor.

Esta baja motivación, además, se ve ampliada por la presunción de “carga” que contienen estas tareas o deberes y disminuye así la probabilidad de que se realicen. Ahora bien si analizamos algunos aspectos a tener en cuenta, es seguro que podamos aumentar su propia motivación y con esta la de sus hijos para la realización de los deberes.

Primero es obvio que tres meses de vacaciones son un largo periodo de tiempo donde no solo se olvidan muchos objetivos alcanzados, sino que estas rutinas de trabajo que se han adquirido durante el curso se pierden. Estos objetivos alcanzados en el curso se volverán a superar rápidamente dado que no es necesario volver aprenderlos sino simplemente recordarlos, recuperar las rutinas requiere seguramente un mayor esfuerzo.

Por otro lado, los ejercicios y tareas aconsejadas para el verano cuando se han alcanzado los objetivos del curso, son de repaso y no requieren esfuerzo de aprendizaje nuevo. Esto quiere decir que nuestros hijos las realizan exitosamente con facilidad y se sientan por ello satisfechos. Además, es necesario para hacer estas tareas, si se realizan de manera constante, un tiempo mínimo diario (en torno a una hora). En algún caso el alumno deja para el final los deberes y se realizan con cierto pesar y agobio en los últimos días del verano. Para conseguir la constancia y evitar el trabajo en los últimos días, debe incluirse en la nueva rutina diaria del verano la realización de las tareas, para que así, también, nuestros hijos mantengan las rutinas de trabajo adquiridas durante el curso escolar.

Las editoriales escolares han sacado una gran gama de cuadernos y libros de deberes para el verano. Lo que para algunos puede valorarse como un negocio, aumentando así las resistencias a realizar los deberes, otros podemos valorarlo positivamente, como de gran ayuda para nuestros hijos. Generalmente los colegios recomiendan el libro de vacaciones de la misma editorial con la que se ha trabajado durante el curso y así no solo se repasan las materias ya aprendidas, sino que además las actividades y tareas son conocidas por los alumnos, incluso los personajes y la estructura de los temas.

Los padres, por lo general, disponemos de más tiempo durante el verano y podemos aprovechar para compartir con nuestros hijos este rato donde realizan sus deberes escolares, porque con ello se sentirán muy reforzados y motivados para su realización. Nuestro objetivo es intentar que en este rato de trabajo nuestros hijos se sientan bien, animados y apoyados y sea un ratito agradable.

Cierto es que el verano es para descansar del curso, para divertirse, para disfrutar del buen tiempo, pero no debemos olvidar que para nuestros hijos las vacaciones son muy largas y sin olvidarnos del ocio y el descanso, en las vacaciones este pequeño esfuerzo diario es seguro les compensará notablemente en el comienzo del próximo curso.

lunes, 4 de julio de 2016

Seguimos hablando de la separación...

LA SEPARACIÓN EN CADA MIEMBRO DE LA PAREJA



La separación o el divorcio se perciben como un factor traumático tanto para los cónyuges como para los hijos, pero aunque así sea no tiene porque ser disfuncional. La disolución de una relación de pareja significativa puede llegar a producir un trastorno emocional, angustia y sufrimiento. En algunas ocasiones, puede incluso ocasionar una depresión y/o enfermedades psicosomáticas.

La separación suele ser vista como un peligro de desintegración familiar y personal de pérdida, pero también puede llegar a ser una oportunidad para crecer si las partes llegan a conseguir resolver la crisis. En cualquier caso, conlleva ciertos malestares en cada miembro de la pareja.

La mayor parte de las personas que se separan o divorcian sufren sentimientos y/o estados depresivos, de ambivalencia, o cambios de humor. La recuperación de estos síntomas suele durar aproximadamente en torno a dos años, dependiendo del grado de conflictividad de la separación y la dificultad con que nos enfrentamos a la separación.

En las separaciones más difíciles las peleas y desacuerdos son una constante. En estas rupturas prima la necesidad de ganar y denigrar al otro. Se produce una constante búsqueda de culpables y cómplices. El contexto que suele rodear a este tipo de separaciones es judicial, dado que finalmente tiene que ser un tercero el que resuelva el total desacuerdo entre las partes.

Las separaciones más adecuadas, aunque requieren cierto esfuerzo, dado el dolor que producen las pérdidas, son al menos más aceptadas. Cada miembro de la pareja intenta llegar a un acuerdo. Es en estos casos es la mediación el contexto que rodea el proceso. Con ésta, las partes son participes de sus acuerdos y convenios y por ello el grado de satisfacción de las mismas se eleva y la realización de los acuerdos se lleva a cabo de mejor forma.

Las investigaciones nos muestran que las personas que se separan muestran un mayor estrés, sentimientos de soledad e incluso su función inmunológica se encuentra más empobrecida que las personas que tienen una pareja sin rupturas. La soledad emocional que presentan se debe a la pérdida de la figura del cónyuge, lo que supone la carencia de una relación afectiva significativa. Esta soledad emocional depende del grado de dependencia que el sujeto tenía de dicha relación. Tras la separación, cada miembro de la pareja necesita reconstruir el proyecto de vida que tenía.

Cuando una pareja se separa, cada uno de ellos construye una historia que justifica y refuerza su propia posición, una historia donde generalmente el otro es el culpable y las dos partes no se escuchan cada una en la historia de la otra. 

En relación a esto, es necesario que cada miembro supere la idea de culpable o responsable del fracaso de pareja que atribuye al otro. Uno de los objetivos de la mediación es manejar el conflicto entre los miembros de la pareja para que puedan superar el malestar y con ello puedan llegar a acuerdos. Desde una orientación constructivista, cada miembro de la pareja construye la realidad de lo sucedido, generalmente con miradas diferentes y con el proceso de la mediación se reconstruye una tercera historia donde las necesidades de ambas partes encuentran una satisfacción adecuada.

Otro aspecto importante que no podemos olvidar en el proceso de separación y que actúa sobre las emociones de las partes, son las redes sociales de apoyo que pueden ser modificadas. Aunque, tras la separación se conservan algunos amigos, otros finalmente se pierden y otros se incorporan, por lo tanto se hace necesaria una reorganización de las relaciones. Como para toda pérdida, cuanto más apoyo y acompañamiento sentimos que tenemos mejor podemos afrontar el proceso.