jueves, 24 de agosto de 2017

Síndrome Postvacacional

¿Qué nos pasa cuando terminan las vacaciones y tenemos que volver a nuestra rutina? ¿Por qué nos cuesta?


El síndrome post-vacacional, también conocido como estrés o depresión postvacacional, se refiere a la ansiedad o presión emocional que debemos afrontar al readaptarnos a las tareas laborales después de un período vacacional.

Realmente si uno ha descansado y desconectado durante sus vacaciones lo lógico es pensar que ha recargado pilas para volver al trabajo como nuevo. En la mayoría de los casos este síndrome se da en en pequeña escala y en breve desaparece. Solo en algunos casos la cosa pasa a mayores.

Cuando estamos de vacaciones además del cambio de actividades, se modifican varias cosas de nuestra rutina habitual, se cambian los horarios de sueño, generalmente durmiendo más y con horarios diferentes, se cambian también nuestros horarios de comidas e incluso nuestra rutina de comer, en la mayoría de los casos dejamos de hacer comidas rápidas y a solas, y pasamos a prolongar nuestras comidas que son compartidas con nuestros familiares, amigos, etc. Tenemos más tiempo de ocio, más tiempo para nosotros, en definitiva, solemos modificar todo nuestro patrón diario con una adaptación extraordinaria.

Pero esta fácil adaptación a las vacaciones, generalmente no es tan rápida y cómoda a la vuelta a nuestra rutina laboral. Volvemos con las pilas cargadas, pero hay algo en nuestro interior que se resiste a volver.

Madrugones, responsabilidades, obligaciones, y un cúmulo de tareas a las que volvemos a enfrentarnos, hacen difícil nuestra vuelta.

No pegar ojo la noche anterior a la vuelta al trabajo, tener el estómago cerrado o tener hambre durante todo el día, son síntomas frecuentes, lo que aumenta nuestro “cierto malestar”. 

Y para paliarlo, como estrategia de consuelo, uno puede empezar a preparar sus siguientes vacaciones.

Los hay que en dos o tres días antes de terminar sus vacaciones, anticipan su vuelta y en vez de disfrutar de esos últimos momentos, les da por caer en todas las malas sensaciones de lo que va suponer la vuelta a la rutina.

Luego, aunque nos cuesta y padecemos este síndrome, enseguida nos hacemos a la tarea, y cuando llevamos tres o cuatro días parece que llevamos semanas y semanas. Volvemos a nuestros horarios, rutinas, comidas, relaciones, etc.

En algunos casos el periodo vacaciones también puede ser un foco de desilusiones, de desadaptaciones y de conflictos. Las estadísticas nos muestran que en estos periodos suele aumentar el número de separaciones o divorcios. Esta desadaptación es frecuente en las parejas que en su día a día están cada uno sumergido en sus tareas de trabajo y ocio, que apenas comparten algo de tiempo diario en familia, y que al llegar a las vacaciones se comparten las veinticuatro horas al día, es como volver a empezar la relación perdiendo ciertas libertades que se tienen con la rutina laboral. Y todos sabemos lo que se puede complicar esta desadaptación cuando hay que sumar la atención a los hijos, cuando son funciones que durante el curso están delegadas. Pero este es otro tema diferente al que nos ocupa este artículo.

Volviendo al síndrome posvacacional, muy pocos casos de estrés postvacacional precisan de una atención o apoyo profesional. En la mayoría de los casos se trata de molestias pasajeras que se caracterizan a nivel físico por mayor cansancio, fatiga, falta de apetito, sueño, dificultad para la concentración y a nivel psicológico se puede dar falta de interés, irritación, nerviosismo, tristeza o falta de motivación.

Cuando uno sabe por propia experiencia que le va a costar estos cambios puede mejorar la adaptación si: vuelve a la rutina de forma gradual, sobre todo en lo que tiene que ver con la rutina del sueño, para no empezar a trabajar sin apenas haber pegado ojo la noche anterior. Se debe intentar mantener una actitud positiva y realista, uno comienza con las pilas cargadas para enfrentarse a esa tarea cotidiana que ya domina. 

También ayuda iniciar la nueva tarea con pequeños objetivos y planificándose límites en la propia rutina. Debemos intentar conciliar la rutina de trabajo con alguna actividad de ocio o deporte que solemos practicar solo en el periodo vacaciones, y muy importante mantener las relaciones de amistad que se fortalecen en las vacaciones y de las que apenas hacemos caso hasta las siguientes vacaciones.

A los niños les suele afectar también estos cambios, dado además que sus tiempos de vacaciones son muy largos y con rutinas muy diferentes al periodo escolar. Pero en general, en cuestión de unos días se adaptan sin problema a sus nuevas rutinas.

Este síndrome o estos síntomas trás las vacaciones, sin embargo, no constituyen motivo alguno para privarse de las tan necesarias vacaciones, no solo para descansar y recuperarse, si no para desconectar del estrés al que habitualmente la vida laborar nos obliga. 

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