LOS JOVENES DE
HOY
La Psicología ha definido la adolescencia como un proceso de
individualización y de metabolización de las transformaciones físicas ligadas a
la integración del cuerpo sexuado. Desde el enfoque social sorprende el
pretendido protagonismo de la infancia en la familia y el insólito poder que
manejan los adolescentes en la misma hoy en día.
El joven estrena un nuevo cuerpo al que se ha tenido que acostumbrar y
además debe definirse en su personalidad única. Todo este proceso de
transformaciones y definiciones para el futuro lo hacen más inestable y
vulnerable a las influencias. Por lo general los adolescentes se gustan poco,
aunque no lo manifiesten, y son extremadamente sensibles a la opinión de los
demás, sobre todo si se trata de sus iguales.
Por un lado, el joven ansía su autonomía con relación a sus padres y
al mismo tiempo le inundan la inseguridad y los miedos ante la independencia.
En este proceso los amigos se convierten en un pilar de apoyo muy importante.
La adolescencia sería el comienzo de la juventud en la que se va
asentando todos los cambios para saltar al mundo y consolidar la personalidad. En
los últimos años se ha ido alargando la edad que delimita la juventud en
nuestra sociedad, debido también a los cambios sociales que nos han acompañado y
que retrasan las posibilidades del joven para pasar a ser adulto.
Esta etapa de cambios y trasformaciones en la que se encuentran los jóvenes,
se caracteriza también por una energía vital de entusiasmo, de ilusión, de
fuerza real, de impulso general a la vida a veces difícil de controlar cuando
todavía no se tiene consolidado el freno del autocontrol.
Perfilado así, como es el joven, definamos el escenario con el que hoy
se encuentra.
Los medios de comunicación informan frecuentemente sobre algunos
sucesos de violencia y vandalismo que protagonizan los jóvenes. Aunque los
datos estadísticos nos informan que el aumento de estos sucesos en los últimos
años solo ha crecido ligeramente, si existe, quizás, un aumento de la gravedad
de los mismos, pero lo que llama la atención es que a nivel social existe una
percepción más amplia sobre ellos. Estamos más informados y nos preocupa ahora
mucho más la violencia en la escuela, las nuevas bandas juveniles y sus
rivalidades, el botellón, el abuso de nuevas sustancias, etc.
¿Qué ha pasado? Por una parte, parece que se ha aumentado la
sensibilización y preocupación por estos temas. Pero, qué se les ofrece a los
jóvenes. A modo de ejemplo, la
televisión brinda una amplia gama de programación violenta y agresiva de
especial interés entre los jóvenes y más pequeños. Así, un estudio reciente de
la CEACCU (Primera Organización de Consumidores de España) encuentra que
durante la programación infantil del sábado por la mañana con una mayoría de
espectadores de entre 4 y 12 años, se da un acto violento cada tres minutos y
aparece un “arma” de fuego cada 15. Desde luego, refleja un buen entrenamiento
para el futuro.
Otro factor actual de análisis es la soledad en la que crecen nuestros
jóvenes, motivada por las intensas jornadas laborales, el aumento de hijos
únicos y otros cambios sociales que han acompañado no solo al aumento de la
violencia entre los jóvenes, sino también al incremento de la violencia en la
familia y de manera más intensa. Así, se encuentra actualmente un 15% de
familias en España con un clima de agresividad tal que puede derivar en
violencia física.
Si seguimos dando pinceladas del escenario de nuestros jóvenes nos
encontramos con el constante bombardeo de noticias de los medios de
comunicación sobre las deprimentes noticias del desempleo juvenil, el empleo
basura al que con suerte van a poder acceder y el futuro profesional desalentador
que los anima a salir fuera, buscar lejos una oportunidad. No dejamos al joven
otra alternativa que estudiar, estudiar y estudiar, prepararse más que nunca
sin la esperanza de encontrar un trabajo en el que desarrollar su esfuerzo, lo
que supone la sobrecualificación.
La
sobrecualificación es un desaprovechamiento de lo que el joven con su esfuerzo
ha adquirido, lo que refleja la falta de retorno social de la inversión formativa
realizada y supone la frustración de jóvenes. Esto implica además una la
depreciación del valor y utilidad social de la educación, a los que unos cuanto
se agarran para no continuar sus estudios.
Datos importantes que deberían preocuparnos también a los adultos, a
pesar de que sean menos molestos, son el hecho de que también han aumentado los
índices de suicidios y de trastornos psicopatológicos entre los jóvenes. La
autoestima de los jóvenes ha disminuido en los últimos cinco años. Actualmente
nuestros jóvenes tienen más cosas, más comodidades, pero no han aprendido a
quererse a sí mismos y tienen más carencia de afectos.
La moral es otro aspecto por el que se define a la juventud actual.
Escuchamos o decimos que nuestros jóvenes están faltos de valores, de ideales
políticos, de ideales religiosos, líderes deportistas, cantantes, actores, etc.,
ideales que tiran de uno para intentar alcanzar objetivos. Ponemos esta
etiqueta a la juventud actual que se ha visto arrastrada por lo social en
general. Hemos sido nosotros, los adultos, los que hemos ido perdiendo estos
valores, y somos los que no hemos sabido alentar o motivar a nuestros jóvenes a
seguirlos. Hemos pasado de motivar la acción por un ideal, a la acción solo
para llegar al disfrute, y si éste puede ser inmediato mejor.
Son así nuestros jóvenes en general o es solo la imagen que se da en
los medios para justificar las desventajas que tienen para evitar la culpa a
los adultos por no haber hecho nada al respecto.
A pesar de este escenario que se brinda a nuestros jóvenes tan poco
alentador, la mayoría de éstos se encuentra esforzándose, estudiando más que
nunca, tenemos más universitarios, más estudios de posgrado, nuestros jóvenes siguen
haciendo voluntariado, estudian varios idiomas, se mantiene viva su activa
imaginación y la capacidad creadora de los más talentosos que siguen luchando
por hacerse valer, tenemos muchos jóvenes conciliando sus estudios con un
trabajo para poder costearse sus gastos, en definitiva , la mayoría de nuestros
jóvenes siguen luchando sin perder el impulso, el entusiasmo y la energía por
encontrar un lugar que les haga independientes.