UNA
MIRADA ATRÁS
No soy una chica con suerte,
más bien mi vida ha ido trascurriendo en un devenir de altibajos y tropezones.
Mi madre no me esperaba, pues tengo cinco hermanas mayores y cuando nací mi
madre no tenía pareja fija. Nunca conocí a mi padre.
Recuerdo de mi infancia las
idas y venidas de mi madre al centro penitenciario. Menos mal que mis hermanas
eran mayores y podían cuidarme, varias veces estuvieron a punto de meternos en un internado.
Con mi hermana a la que sigo me llevo 12 años, Pepa. Es la que siempre me ha
cuidado más y con la que tengo más relación.
La escuela no se me dio nada
bien, por lo que a trompicones llegue hasta los 16 años repitiendo y
suspendiendo. Quizás sabía que en cuanto tuviera los 16 tendría que trabajar o
quizás, como mis hermanas, no le había dado importancia a eso del estudio. Ahora
si pudiera volver atrás, seguro hubiera aprovechado más el colegio.
Mi hermana mayor me encontró
un trabajo enseguida en una casa, para limpiar, pero el señor de la casa que
era asqueroso me andaba tocando y mirando mal, hasta que un día se lo dije a la
señora y me echaron. Mi hermana Pepa me regaño mucho por perder el trabajo, ya que en esa
época andábamos muy mal en casa y apenas teníamos para comer y pagar las deudas
que se acumulaban.
Las dos hermanas mayores se habían independizado y poco nos
podían ayudar porque también andaban justas, asique se acumulaban los recibos sin
pagar. Fui de casa en casa trabajando por
horas, y como tenía poca experiencia me pagaban poco. Todo lo que ganaba lo tenía que dar en casa o casi todo, alguna vez me quedaba algo de dinero que isaba para ir a ver a mi madre y pasarle algo para sus gastos, ya que otra vez estaba en la cárcel.
Por aquel entonces conocí a
Manuel, alto y muy guapo. Me enamore enseguida y locamente. Al principio no le
guste mucho pero luego enseguida empezamos a salir. Yo apenas había salido con
dos o tres chicos, nada serio y siempre me habían dejado por otras chicas. Debía
estar muy enamorada, pues este era para mí el definitivo y, debía estar ciega. No
veía que era muy mandón y que no le gustaba que tuviera más amigos, ni siquiera
amigas. Manuel no gusto ni a mis amigas ni tampoco a mis hermanas. Yo siempre
le defendía hasta el día de la pelea.
Ya ni siquiera me acuerdo porque
empezamos a discutir y como si se trasformara empezó a darme ordenes que yo ya
no entendía, empezó a gritarme y a darme patadas, empujones y golpes. Yo
recuerdo que me defendía sobre todo a base de arañazos e incluso mordiscos, no soy muy grande ni muy fuerte. Los golpes eran cada vez más fuertes. Así termino la
historia, yo en urgencias y el detenido. Al final me dio miedo o pena, no sé, y no puse
denuncia. No volví hablar con él. Estaba visto que no tenía suerte tampoco en
el amor.
Empecé a trabajar limpiando
en la residencia donde trabajaba una de mis hermanas y ya llevo 9 años. Es un
trabajo muy duro porque estoy todo el día rodeada de abuelos que están enfermos
y muy viejitos. Alguna vez me dejan ayudar a los celadores. Yo que no he tenido
abuelos, aquí aprovecho y puedo elegir unos cuantos para mi cada día. Me gusta ordenar
y limpiar todas sus cosas. Ya me conocen todos y sigo pasándolo muy mal cuando
alguno se muere.
Después de la relación con
Manuel no quería saber nada de los chicos, hasta que conocí a Pedro, celador de
la Residencia. Es de Ecuador asique también está muy solo por aquí, menos un
hermano que vive en Murcia toda su familia sigue en Ecuador. No es tan guapo
como Manuel, pero es tan cariñoso que me enamore de él enseguida.
Cuando
llevábamos un año saliendo con Pedro, mi madre falleció en la cárcel de un infarto. Mis
hermanas decidieron vender la casa, para poder pagar las deudas y que cada una
pudiera hacer su vida. Sacamos poquito porque la casa estaba en un barrio
pobre, pero fue suficiente para que Pedro y yo empezáramos a vivir juntos.
Por fin la vida me sonreía o
así me lo parecía. Teníamos mucha ilusión y nos queríamos mucho. Apenas nos
veíamos, a veces más en la residencia que en casa. Pedro hacía horas extra y algunas chapuzas que le salían. Yo y sobre todo en esta época que no teníamos niños,
también hacía algunas horas extra limpiando casas.
Enseguida llegaron los
niños, tenemos dos, preciosos, la parejita de 6 y 4 años de edad, no paran de
crecer y a mí me agotan, pero me dan la vida. Lo más difícil ha sido conciliar los
horarios para cuidarlos.
Pedro cambio el turno de
noche y así le subieron el sueldo. Sigue haciendo todo lo que le sale. A mí me
hicieron jefa de planta hace dos años. Aunque trabajamos mucho y estamos muy
justos con el alquiler, el pago de coche y los recibos, las cosas van muy bien
entre nosotros. Tengo la familia que siempre había deseado.
Después del último embarazo
no me había hecho la revisión ginecológica, me había quedado en el ... ya la hare el
próximo mes, o el siguiente, o el siguiente… y habían pasado ya 3 años. Siempre
con los horarios tan justos no había tenido hueco. Al final busque una cita
pues quería un nuevo método anticonceptivo.
El jueves fui a consulta a recoger
los resultados. Hoy es jueves otra vez después de muchos meses, pero es como si
el tiempo se hubiera parado y a la vez no parase de correr. Yo solo esperaba
una nueva receta y no un formulario y papeles con citas para nuevas pruebas. El
diagnóstico, cáncer de mama.
Me quede sin habla y sin saber cómo
digerir la noticia. Siempre lo escuchas de alguna persona cercana o lo ves en
películas, pero cuando te llega a ti es como una bomba, un sueño, no quieres
que sea real. Solo podía pensar en mi familia, en mis hijos, esto no podría
ser, no, porque a mí, ahora que mi vida empezaba a funcionar, no era justo. Estaba enfadada con el mundo y con Dios. Ahora no podía enfermar, tengo dos hijos que
cuidar. No, no y no, pero si, si es a mí, no es un sueño, es real. No sé cómo
llegue a casa ni cuánto tiempo paso hasta que se lo conté a Pedro. Pedro se quedo bloqueado, hacia menos de un mes había perdido a su madre y ni siquiera había podido
ir a despedirse.
Han pasado 15 meses de
pruebas, análisis, operaciones, medicación, quimio, radio, y perrerias varias. No me he
privado de nada. Ya no soy la misma, se me paso el desaliento.
Me está saliendo
el pelo otra vez y es como si algo en mi volviera a nacer, estoy llena de vida que
está renaciendo en mí y esta enfermedad no me la va quitar. Ya no estoy
enfadada, toda mi energía la guado para curarme. No solo quiero vivir, es que tengo
que vivir, por mis hijos, por Pedro y por mí.
Pedro, madre mía Pedro, ha sido
la mejor medicina este tiempo, sin derrumbarse, cuidándome, haciendo que todo
fuera más fácil. Mis hijos lo han vivido regular sobre todo al principio, pero
nos ayudaron en el hospital y han hablado con ellos varias veces, les contaban
cuentos y cosas para que a su manera lo entendieran.
Hace tres meses me he
apuntado a una escuela para adultos para reanudar mis estudios. Estudio con mis
hijos que empiezan a tener deberes y de momento les gusta que yo también tenga
deberes de mi cole.
Sé que una revisión a tiempo
me hubiera ahorrado al menos una operación y varios tratamientos, sé que en
cualquiera de mis revisiones todo puede volver a empezar, pero también sé que
tengo a mi lado la mejor de las familias, que Pedro es el mejor de los hombres
y que me siento con fuerzas para enfrentarme a lo que venga, y mientras voy
aprovechar cada momento para disfrutar de esta vida que por fin me está sonriendo.
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