HABILIDADES
SOCIALES EN LA INFANCIA
Las habilidades sociales
pueden definirse como un conjunto de comportamientos complejos que tenemos en
la relación con los demás. No se refieren a una competencia o a un rasgo de
personalidad, sino a un conjunto de conductas que han sido adquiridas y aprendidas.
Los niños actúan con estas habilidades en su contexto interpersonal con el
objetivo de conseguir, eliminar o evitar consecuencias deseadas o no deseadas
en el nivel social. Aprenden así a manejarse con los otros para ser aceptado,
valorado e incluso admirado por los demás.
Los niños aprenden estas
habilidades mediante la observación e imitación de las mismas en sus iguales y
los adultos y de las experiencias en los distintos ensayos en los que van
probando distintas estrategias. El niño, al poner en práctica estos
comportamientos, consigue ciertas recompensas sociales, aumentando así el valor
de este tipo de refuerzos. Estas habilidades son reciprocas y provocan en los
demás una correspondencia afectiva y apropiada. Además, con estas, el niño aprende
también a ser asertivo y por ello a saber defender ante los demás sus derechos.
Las
investigaciones en la materia nos han demostrado la importancia de las
habilidades sociales en la infancia para la adaptación y también como a
posteriori en la vida adulta. Se han encontrado relaciones constantes entre la
competencia social y la infancia y el posterior funcionamiento social,
académico y psicológico. Por ello, se
han desarrollado estrategias y programas para ayudar a mejorar estas
habilidades.
La escuela es el gran
laboratorio para que el niño aprenda y ponga en práctica muchas de estas
habilidades, no solo con sus iguales, sino también con los adultos.
Generalmente las pautas y normas educativas que el niño trae y aprende en la
escuela le ayudan a ir moldeando unas sanas habilidades sociales. Aún así, los
educadores y profesores saben que algunos niños pueden llegar a mostrar una
gran variedad de conductas inapropiadas e incluso desagradables.
La conducta que el niño
tiene en relación con los demás, adultos o iguales, tiene un importante papel
en la adquisición de los refuerzos sociales, culturales y económicos. Esta
competencia social permite también a los niños la asunción de los roles y las
normas sociales. Si un niño carece de las habilidades sociales apropiadas puede
llegar a sufrir aislamiento social, rechazo y por ello a una mayor
insatisfacción.
El retraimiento o
aislamiento social, la falta de asertividad, la pasividad y/o la agresión
social son algunas de las consecuencias que dan lugar la falta de una
competencia social adecuada en la infancia. En algunos casos, se ha relacionado
este déficit con una baja autoestima e incluso con la depresión infantil,
motivada sobre todo por la ausencia de refuerzos sociales.
Es verdad que no todos los
niños aprenden con la misma facilidad y así los que son más abiertos, más
curiosos, despiertos y asertivos aprenderán más de su medio que los que son más
pasivos, retraídos y tímidos. Es por esta razón que los padres, educadores y
profesores ponemos en funcionamiento, casi de forma inconsciente, una serie de
estrategias y modos de autoayuda para que los que peor lo tienen para aprender
estas habilidades puedan al menos adquirir una mínima competencia adecuada para
su desarrollo.
Cuando aun así, por esta falta de
características facilitadoras o por alguna otra razón distinta, no conseguimos
que el niño logre integrarse y poner en funcionamiento ciertas habilidades
sociales, podemos consultar a un psicólogo.
Primero, en todo caso, se deberá diferenciar si existe este déficit en
habilidades sociales o si teniendo una buena competencia social el niño se
encuentra bloqueado por un estado emocional o afectivo que interfiere con la
expresión de sus capacidades. Cuando existe un déficit real de competencia
social, tras una evaluación, el psicólogo diseñará, teniendo en cuenta las
carencias y características del niño, su edad y su entorno, un programa de
entrenamiento especial en habilidades sociales.
En el caso en que el menor se encuentre bloqueado, el tratamiento tendrá
como objetivo aliviar el estado emocional que interfiere en el desarrollo de su
competencia social y, si fuera necesario, un programa de refuerzo del
aprendizaje de estas habilidades.
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