martes, 1 de noviembre de 2016

¿Se aprenden las habilidades sociales?

                                                                     HABILIDADES SOCIALES EN LA INFANCIA



Las habilidades sociales pueden definirse como un conjunto de comportamientos complejos que tenemos en la relación con los demás. No se refieren a una competencia o a un rasgo de personalidad, sino a un conjunto de conductas que han sido adquiridas y aprendidas. Los niños actúan con estas habilidades en su contexto interpersonal con el objetivo de conseguir, eliminar o evitar consecuencias deseadas o no deseadas en el nivel social. Aprenden así a manejarse con los otros para ser aceptado, valorado e incluso admirado por los demás.

Los niños aprenden estas habilidades mediante la observación e imitación de las mismas en sus iguales y los adultos y de las experiencias en los distintos ensayos en los que van probando distintas estrategias. El niño, al poner en práctica estos comportamientos, consigue ciertas recompensas sociales, aumentando así el valor de este tipo de refuerzos. Estas habilidades son reciprocas y provocan en los demás una correspondencia afectiva y apropiada. Además, con estas, el niño aprende también a ser asertivo y por ello a saber defender ante los demás sus derechos.

Las investigaciones en la materia nos han demostrado la importancia de las habilidades sociales en la infancia para la adaptación y también como a posteriori en la vida adulta. Se han encontrado relaciones constantes entre la competencia social y la infancia y el posterior funcionamiento social, académico y psicológico.  Por ello, se han desarrollado estrategias y programas para ayudar a mejorar estas habilidades.

La escuela es el gran laboratorio para que el niño aprenda y ponga en práctica muchas de estas habilidades, no solo con sus iguales, sino también con los adultos. Generalmente las pautas y normas educativas que el niño trae y aprende en la escuela le ayudan a ir moldeando unas sanas habilidades sociales. Aún así, los educadores y profesores saben que algunos niños pueden llegar a mostrar una gran variedad de conductas inapropiadas e incluso desagradables.

La conducta que el niño tiene en relación con los demás, adultos o iguales, tiene un importante papel en la adquisición de los refuerzos sociales, culturales y económicos. Esta competencia social permite también a los niños la asunción de los roles y las normas sociales. Si un niño carece de las habilidades sociales apropiadas puede llegar a sufrir aislamiento social, rechazo y por ello a una mayor insatisfacción.

El retraimiento o aislamiento social, la falta de asertividad, la pasividad y/o la agresión social son algunas de las consecuencias que dan lugar la falta de una competencia social adecuada en la infancia. En algunos casos, se ha relacionado este déficit con una baja autoestima e incluso con la depresión infantil, motivada sobre todo por la ausencia de refuerzos sociales.

Es verdad que no todos los niños aprenden con la misma facilidad y así los que son más abiertos, más curiosos, despiertos y asertivos aprenderán más de su medio que los que son más pasivos, retraídos y tímidos. Es por esta razón que los padres, educadores y profesores ponemos en funcionamiento, casi de forma inconsciente, una serie de estrategias y modos de autoayuda para que los que peor lo tienen para aprender estas habilidades puedan al menos adquirir una mínima competencia adecuada para su desarrollo.

 Cuando aun así, por esta falta de características facilitadoras o por alguna otra razón distinta, no conseguimos que el niño logre integrarse y poner en funcionamiento ciertas habilidades sociales, podemos consultar a un psicólogo.  Primero, en todo caso, se deberá diferenciar si existe este déficit en habilidades sociales o si teniendo una buena competencia social el niño se encuentra bloqueado por un estado emocional o afectivo que interfiere con la expresión de sus capacidades. Cuando existe un déficit real de competencia social, tras una evaluación, el psicólogo diseñará, teniendo en cuenta las carencias y características del niño, su edad y su entorno, un programa de entrenamiento especial en habilidades sociales.  En el caso en que el menor se encuentre bloqueado, el tratamiento tendrá como objetivo aliviar el estado emocional que interfiere en el desarrollo de su competencia social y, si fuera necesario, un programa de refuerzo del aprendizaje de estas habilidades.






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