sábado, 25 de marzo de 2017

DAR LA VUELTA A LA TORTILLA

EL DESEMPEÑO FAMILIAR DE UNA APAÑADA COCINA

...Hoy he decidido darle la vuelta a la tortilla y cambiar toda mi rutina en la cocina. Me doy cuenta que la cocina se ha convertido en algo que arrastro como una carga y que apaño día tras día con el mayor desinterés…
Esta mama, por la falta de tiempo (dado su trabajo fuera y dentro de casa), invertía el mínimo tiempo en la cocina desarrollando su ingenio para realizar distintos platos a la vez, usando pocos cacharros y gastando en todo el proceso el mínimo tiempo.
...Hoy es lunes y los lunes son un día duro para todos, tengo que hacer una cena ligera y agradable para los niños. No estamos para lidiar con “esto no me gusta, esto tampoco”. Hace calor y está de tormenta, los niños no pueden jugar en el jardín y ya están dando la lata, habrá que entretenerles de alguna forma…
Sacó todos los ingredientes para hacer las albóndigas y preparó la carne a la que añadió además de un par de huevos, sal, ajo y perejil y un poco de pan rallado, un poquito de orégano y, nuez moscada pensando en su estómago que andaba dándole un poco de guerra últimamente.
Preparo también a sus dos hijos pequeños con un mandil y una buena lavada de manos. Cada uno estaba preparado para realizar a modo de manualidades esas albóndigas que tendrían las formas más variadas que de costumbre. Daba gusto ver como se animaban uno a otro.
La hermana mayor, hasta ahora sin querer participar en la tarea pues estaba entretenida con sus pegatinas, pero sintió mucha curiosidad por aquello que estaba gustando a sus hermanos. Al observar la escena y no verse en ella, pensó que no podía perderse participar de aquello. Decidió desempeñar un papel en esta actividad que le diera el estatus de hermana mayor que le correspondía, y ella misma propuso a su madre que debía recoger a modo de reportaje o recetario aquella comida que iba a preparar con sus hermanos, idea que a su mamá le pareció de lo mejor y enseguida le ofreció papel y lápiz. Sobre la marcha, pensaron en recoger estas recetas en un cuaderno especial en el que además de la receta pondrían fotos e ilustraciones. De todo ello se encargaría la hermana mayor que empezó enseguida a escribir preguntando a su mamá y a sus hermanos por aquello que estaban realizando.
Mientras los niños estaban entretenidos haciendo las distintas formas y la hermana mayor les entrevistaba sobre lo que ya habían hecho, nuestra amiga pelo unos tomates, un par de zanahorias, media cebolla y unos dientes de ajo y lo puso a freír con un generoso chorro de buen aceite. Le añadió sal y una cucharadita de azúcar para paliar la acidez del tomate. Mientras se va haciendo la salsa, empezó a freír las albóndigas teniendo especial cuidado para mantener algunas formas que de forma inevitable se ven un poco deformadas al pasarlas por la sartén. Una vez fritas y colocadas en una buena cazuela, le añadió la salsa de tomate después de batirla un par de minutos para evitar grumos y tropezones, ya se sabe que con los niños esto es lo mejor.
Los niños muy contentos con su nueva tarea en la cocina estaban expectantes con los resultados de su trabajo. Nuestra amiga añadió un par de vasos de agua a las albóndigas y las puso a fuego lento para que terminaran de hacerse. El padre llego en ese momento y se metió enseguida en la faena haciendo un arroz blanco. Lo sofrió primero un poquito para facilitar después la tarea de hacer los flanes. Los niños estaban ayudando a recoger. La hermana mayor quiso hacer alguna foto de la tarea antes de que se quitarán el mandil y se lavarán las manos.
Los padres empezaron hacer los pasteles de arroz usando un vaso pequeño como molde, los niños se pusieron a elegir los platos y preparar el escenario de la foto final de sus peculiares albóndigas que seguían haciéndose con su salsa de tomate muy lentamente y a la que, la mamá había incorporado algún chorrito de agua y unos buenos meneos. Escogieron los platos blancos para que se distinguieran bien las distintas formas de las albóndigas. Colocaron un par de flanes de arroz en cada plato y después previa selección de los más pequeños fue colocando las albóndigas con su salsa que a su vez adornaba los pasteles de arroz. Los platos estaban preciosos y los niños se esmeraron en poner la mesa para que pudiera su hermana hacer varias fotos con las que ilustraría todo lo que había escrito.
Se había pasado la tarde volando, y hoy más que ningún día estaban todos deseando que llegara la hora de la cena. En ese momento llamo a la abuela a la que la hermana mayor le relato la tarde que habían pasado y lo emocionados que estaban hoy con la cena.
La cena ya no podía esperar, todo estaba preparado.
Esta noche los niños tardaron mucho menos de lo habitual en ponerse el pijama para la cena, que disfrutaron en familia como la mamá había previsto, una cena del duro lunes, ligera y agradable, que los niños devoraron sin poner ninguna objeción, al contrario señalando lo bien que les había salido y lo rica que estaban aquellas albondigas.
…Esto ha resultado mejor de lo que esperaba y vamos a tener que repetir esto incluso participando todos en la planificación e incluso en la compra de los ingredientes para cocinar…
Esa misma noche el papá se había sentido un poco celoso por no haber podido participar desde el principio de aquello y el mismo propuso repetir esto para realizar unas galletas que le salían muy bien a la abuela y que recordaba que más de una vez había hecho con ella cuando era pequeño. Una vez hechas podrían invitar a unos amigos para merendar.
De esa forma el sábado siguiente hicieron las galletas de la abuela con la peculiaridad de usar para realizar las formas, no solo un vaso de agua como hace la abuela para que le salgan las típicas galletas redondas, sino todos los moldes que tienen de un completo juego de modelaje de plastilina, por lo que salieron galletas con forma de estrella, de flor, de corazón, de delfín, de cerdito, de elefante y muchas otras formas.
Cocinaron también huevos rellenos de atún, canelones, paella, tortillas, croquetas (muy peculiares con formas redondas y también cilíndricas), boquerones… y todo tipo de platos que, aunque tuvieran poca elaboración, todos acompañaban en el protocolo de elegir el plato, diseñarlo, planificar su compra y su realización y finalmente su degustación, todo ello bien recogido en el libro de recetas familiar que la hermana mayor iba rellenando.

…Creo que he conseguido darle la vuelta a la tortilla de forma exitosa y todos estamos disfrutando de muy buenos momentos en la cocina. Me gusta ver a los niños divirtiéndose y aprendiendo con nosotros, y me encanta que se lo cuenten a los demás, como toda una hazaña y, aunque no nos haya salido muy rica la comida final, ellos la degustan como si fueran los mas ricos manjares. Da gusto haber dado la vuelta a la tortilla………..

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