EL DESEMPEÑO FAMILIAR DE UNA APAÑADA COCINA
...Hoy he decidido darle la vuelta a la
tortilla y cambiar toda mi rutina en la cocina. Me doy cuenta que la cocina se
ha convertido en algo que arrastro como una carga y que apaño día tras día con
el mayor desinterés…
Esta mama, por la falta de tiempo (dado
su trabajo fuera y dentro de casa), invertía el mínimo tiempo en la cocina
desarrollando su ingenio para realizar distintos platos a la vez, usando pocos
cacharros y gastando en todo el proceso el mínimo tiempo.
...Hoy
es lunes y los lunes son un día duro para todos, tengo que hacer una cena
ligera y agradable para los niños. No estamos para lidiar con “esto no me gusta,
esto tampoco”. Hace calor y está de tormenta, los niños no pueden jugar en el jardín
y ya están dando la lata, habrá que entretenerles de alguna forma…
Sacó todos los ingredientes para hacer
las albóndigas y preparó la carne a la que añadió además de un par de huevos,
sal, ajo y perejil y un poco de pan rallado, un poquito de orégano y, nuez
moscada pensando en su estómago que andaba dándole un poco de guerra
últimamente.
Preparo también a sus dos hijos pequeños
con un mandil y una buena lavada de manos. Cada uno estaba preparado para
realizar a modo de manualidades esas albóndigas que tendrían las formas más
variadas que de costumbre. Daba gusto ver como se animaban uno a otro.
La hermana mayor, hasta ahora sin querer
participar en la tarea pues estaba entretenida con sus pegatinas, pero sintió
mucha curiosidad por aquello que estaba gustando a sus hermanos. Al observar la
escena y no verse en ella, pensó que no podía perderse participar de aquello.
Decidió desempeñar un papel en esta actividad que le diera el estatus de
hermana mayor que le correspondía, y ella misma propuso a su madre que debía
recoger a modo de reportaje o recetario aquella comida que iba a preparar con sus
hermanos, idea que a su mamá le pareció de lo mejor y enseguida le ofreció papel
y lápiz. Sobre la marcha, pensaron en recoger estas recetas en un cuaderno
especial en el que además de la receta pondrían fotos e ilustraciones. De todo
ello se encargaría la hermana mayor que empezó enseguida a escribir preguntando
a su mamá y a sus hermanos por aquello que estaban realizando.
Mientras los niños estaban entretenidos
haciendo las distintas formas y la hermana mayor les entrevistaba sobre lo que
ya habían hecho, nuestra amiga pelo unos tomates, un par de zanahorias, media cebolla
y unos dientes de ajo y lo puso a freír con un generoso chorro de buen aceite.
Le añadió sal y una cucharadita de azúcar para paliar la acidez del tomate. Mientras
se va haciendo la salsa, empezó a freír las albóndigas teniendo especial
cuidado para mantener algunas formas que de forma inevitable se ven un poco
deformadas al pasarlas por la sartén. Una vez fritas y colocadas en una buena
cazuela, le añadió la salsa de tomate después de batirla un par de minutos para
evitar grumos y tropezones, ya se sabe que con los niños esto es lo mejor.
Los niños muy contentos con su nueva tarea
en la cocina estaban expectantes con los resultados de su trabajo. Nuestra
amiga añadió un par de vasos de agua a las albóndigas y las puso a fuego lento
para que terminaran de hacerse. El padre llego en ese momento y se metió
enseguida en la faena haciendo un arroz blanco. Lo sofrió primero un poquito para
facilitar después la tarea de hacer los flanes. Los niños estaban ayudando a
recoger. La hermana mayor quiso hacer alguna foto de la tarea antes de que se quitarán
el mandil y se lavarán las manos.
Los padres empezaron hacer los pasteles
de arroz usando un vaso pequeño como molde, los niños se pusieron a elegir los
platos y preparar el escenario de la foto final de sus peculiares albóndigas
que seguían haciéndose con su salsa de tomate muy lentamente y a la que, la mamá
había incorporado algún chorrito de agua y unos buenos meneos. Escogieron los
platos blancos para que se distinguieran bien las distintas formas de las
albóndigas. Colocaron un par de flanes de arroz en cada plato y después previa
selección de los más pequeños fue colocando las albóndigas con su salsa que a
su vez adornaba los pasteles de arroz. Los platos estaban preciosos y los niños
se esmeraron en poner la mesa para que pudiera su hermana hacer varias fotos
con las que ilustraría todo lo que había escrito.
Se había pasado la tarde volando, y hoy más
que ningún día estaban todos deseando que llegara la hora de la cena. En ese
momento llamo a la abuela a la que la hermana mayor le relato la tarde que
habían pasado y lo emocionados que estaban hoy con la cena.
La cena ya no podía esperar, todo estaba
preparado.
Esta noche los niños tardaron mucho
menos de lo habitual en ponerse el pijama para la cena, que disfrutaron en
familia como la mamá había previsto, una cena del duro lunes, ligera y
agradable, que los niños devoraron sin poner ninguna objeción, al contrario
señalando lo bien que les había salido y lo rica que estaban aquellas
albondigas.
…Esto
ha resultado mejor de lo que esperaba y vamos a tener que repetir esto incluso participando
todos en la planificación e incluso en la compra de los ingredientes para
cocinar…
Esa misma noche el papá se había sentido
un poco celoso por no haber podido participar desde el principio de aquello y el
mismo propuso repetir esto para realizar unas galletas que le salían muy bien a
la abuela y que recordaba que más de una vez había hecho con ella cuando era
pequeño. Una vez hechas podrían invitar a unos amigos para merendar.
De esa forma el sábado siguiente
hicieron las galletas de la abuela con la peculiaridad de usar para realizar
las formas, no solo un vaso de agua como hace la abuela para que le salgan las
típicas galletas redondas, sino todos los moldes que tienen de un completo
juego de modelaje de plastilina, por lo que salieron galletas con forma de
estrella, de flor, de corazón, de delfín, de cerdito, de elefante y muchas
otras formas.
Cocinaron también huevos rellenos de
atún, canelones, paella, tortillas, croquetas (muy peculiares con formas redondas
y también cilíndricas), boquerones… y todo tipo de platos que, aunque tuvieran
poca elaboración, todos acompañaban en el protocolo de elegir el plato,
diseñarlo, planificar su compra y su realización y finalmente su degustación,
todo ello bien recogido en el libro de recetas familiar que la hermana mayor
iba rellenando.
…Creo
que he conseguido darle la vuelta a la tortilla de forma exitosa y todos estamos
disfrutando de muy buenos momentos en la cocina. Me gusta ver a los niños divirtiéndose
y aprendiendo con nosotros, y me encanta que se lo cuenten a los demás, como
toda una hazaña y, aunque no nos haya salido muy rica la comida final, ellos la
degustan como si fueran los mas ricos manjares. Da gusto haber dado la vuelta a
la tortilla………..
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