miércoles, 12 de octubre de 2016

LA MERIENDA DE MI ABUELA

Una historia de vida más...


Nunca podré escapar del pasado. Está siempre presente, por eso me cuesta tanto confiar en la gente. Estoy bien solo. No, no es cierto es una mierda.

De mis padres solo se diferentes verdades que ocultan que nunca se interesaron por mí. Desaparecieron de mi vida casi antes de tenerme y también de la vida de la de mis abuelos, los de mi madre. Mi padre no tenía familia. Fueron estos los que cuidaron de mí, mis verdaderos padres. Ellos habían sufrido mucho por mi madre, su única hija.

Con mis abuelos la cosa fue bien los primeros años, de lo poco que me acuerdo. Cuidaban de mi como si fuera su más precioso tesoro. A pesar de estar agotados en la vida, de las cargas que habían soportado, siempre tenían fuerzas para estar pendiente de mis pequeños progresos en la vida. Además, por lo que dicen no fui un bebe tranquilo y di mucha guerra.

Mi abuela iba a buscarme al colegio, como muchas otras abuelas, y siempre me llevaba el mejor de los bocadillos. Yo era de los que comía poco, pero la merienda era mi comida favorita. Mi abuelo era más regañón, pero siempre estaba pendiente de mí.

Mi abuelo dejo de trabajar desde el accidente. Era un poco quisquilloso y muy poco hablador, pero siempre me dejaba ver la televisión y me llevaba al parque.

Antes de que yo naciera mi madre empezó a enfermar. La abuela cuando me contaba alguna cosa de mis padres siempre lloraba, asique yo evitaba preguntar. Mi abuelo no quería ni oír hablar de mi padre. A veces se enfada solo con mirarme porque decía que me parezco mucho.

Una noche que mi madre había salido con mi padre, mi abuelo tuvo que salir de noche a buscarla porque debía estar enferma y algo gordo pasaba. Y entonces mi abuelo tuvo el accidente. Se rompió muchos huesos y alguna cosa de dentro. 

Desde entoences no pudo volver a trabajar en la fábrica. Tuvieron que vender el coche y otras muchas cosas para pagar a los médicos de mi madre, para su enfermedad. Pero no encontraron su cura y por eso tuvo que irse.

Nada más nacer yo, mi madre se fue con mi padre muy lejos para curarse. Vivimos tranquilos y nunca sabiamos nada de mis padres, o al menos a mí no me decian nada. Mi abuela siempre me decía que estaban muy lejos por la enfermedad de mi madre. Yo la oía rezar por ellos, bueno mi abuela siempre rezaba.

Cuando yo tenía casi 7 años mi abuelo se puso enfermo, bueno parece que ya estaba enfermo, pero había escondido muy bien su enfermedad, Alzheimer. La nueva carga para mi abuela empezó a dejarla sin energías. Una noche mi abuelo no volvió a casa y terminó ingresado en un hospital, se había perdido por la calle y había cogido mucho frio. Pronto volvió a casa, pero ya no parecía mi abuelo y no se acordaba de mí, se enfadaba todo el rato y a veces me pegaba. 

Mi abuela me decía que era por su enfermedad y yo me hacía el duro por mi yaya, porque ella sí que era valiente. Era muy triste ver a mi abuelo cada día más perdido y a mi abuela más pequeñita y yo iba creciendo.

Así debieron pasar dos años entre sustos, peleas y bajones. Mi abuelo cada día iba a peor y ya apenas se levantaba de la cama. Ahora él dormía en mi cuarto y yo dormía con mi abuela, bueno cuando la dejaba dormir. Mi abuelo la llamaba a cada rato. Yo iba a veces, pero siempre me echaba de allí o me decía cosas horribles.

Un día al volver del colegio, al entrar en casa una vecina me dijo que se habían tenido que llevar al abuelo al hospital, y que pobrecita mi abuela lo que le había tocado con mi madre y con el abuelo y encima cargando conmigo, y por supuesto como siempre aleccionándome para que me portará bien. Me dio las llaves de casa y siguió hablando por su teléfono. Yo subí a casa, ya estaba acostumbrado a quedarme solo alguna vez. La abuela me había dejado una nota que me decía que tenía mi bocadillo en el horno y que intentaría volver para cenar.

Esa tarde no tenía deberes asiqué me puse a ver la televisión y me debí quedar dormido. Me despertó la puerta. Era otra vez la vecina para decirme que igual la abuela no vendría a dormir y que me portará bien. Desde luego estaba enfadada porque ya tenía bastante con lo suyo como para ocuparse de mí, asique entro en la cocina y saco algo de la nevera y me dijo que cenara y me acostará sin protestar, ella tenía que bajarse, asique por la mañana me tenía que levantar e irme al colegio.

Yo no cene porque no tenía gana y me fui a la cama, me costó dormirme. Por la mañana me levanté muy tarde y corriendo me fui al colegio.

Cuando volví a casa estaba la abuela dormida en el sofá, tenía muy mala cara, esta despeinada y muy viejita. Me acurruque a su lado y espere a que despertará.

El abuelo tenía que quedarse en el hospital y ella, aunque intentaba no llorar se le escapaban lagrimas mientras me explicaba cómo íbamos a organizarnos. Ya eres mayor y tienes que ayudarme.

Pasaron muchos días, quizá meses, yo no veía apenas a la abuela que venía a casa cuando yo estaba en el colegio y me dejaba la merienda y la cena preparada en el horno. Durante el fin de semana si la veía un rato más, venía cargada con ropa del abuelo para lavar y bolsas con comida, pero hacia muchas cosas en la casa y enseguida se iba. Un día le pedí ir a ver el abuelo, pero me explico que se tardaba más de una hora en llegar y que además era muy costoso y ahora teníamos que apretarnos el cinturón.

Un día cuando llegue del colegio me di cuenta de que mi abuela no había estado en casa, no tenía ni bocata, ni cena, asique me tome unas galletas con leche. Mi abuelo se había muerto.

Mi abuela seguía cuidándome y preparándome esos maravillosos bocatas. Yo sabía lo triste que estaba porque algo les faltaba a los bocatas.

Un día llegue a casa y mi abuela estaba gritando a un señor que no me gustó nada. Cuando éste me vio, no sé qué dijo de que yo era un mocoso y que si mi abuela quería seguir conmigo tendría que pagarle. Mi abuela se derrumbó al verme y se echó a llorar. Pagarle, me pregunte, no entendía nada. Asique le dije que dejara en paz a mi abuela y empezó a empujarme e insultarme como si yo le hubiera hecho algo. Ese personaje salió gritando y advirtiendo a la abuela que lo hacía por su bien.

Mi abuela derrumbada en sofá no paraba de llorar, yo le preguntaba, pero era como si algo muy fuerte dentro de ella no la dejará hablar.

Ese desagradable personaje era mi padre que venía a decir a la abuela que su hija también se había muerto. Mi abuela no pudo explicarme más cosas de mi padre. Ese día fui yo el que le calentó la sopa a la abuela para cenar, pero apenas la probo. Creo que se pasó la noche llorando. Yo solo estaba triste por mi abuela y si, estaba muy enfadado porque sabía que mi padre había venido hacer daño a mi abuela.

No me equivocaba, mi abuela andaba nerviosa todo el día. No volví a ver a mi padre, aunque creo que mi abuela si le veía y mi abuela le daba dinero. De lo poco que teníamos mi padre se llevaba una parte. Mi abuela no me lo dijo nunca, pero yo lo sabía.

Cuando cumplí 12 años mi abuela y yo fuimos a tomar tarta a una cafetería. Solo podíamos ir en ocasiones muy importantes. Mi abuela tenía mucho catarro y debió coger más frio esa tarde porque se pasó toda la noche tosiendo. Yo no podía dormir, era la primera vez que pensé que solo tenía a mi abuela y que podía quedarme si ella. Me fui a su cuarto a llevarle una manta y estaba muy caliente, asiqué llame al médico que tardó mucho en venir.

Mi vida se quedó parada ese momento. Solo me acuerdo de mi abuela acurrucada con su mirada triste. Entonces me entro mucho miedo. Fue su última mirada, no llego al hospital.

Pase a vivir en un centro con otros niños que tampoco tenían quien les cuidara. Ahora sé que mi padre se quedó con lo poco que tenían los abuelos. Un día me dijeron que iba a tener una visita de mi padre, pero nunca llego a visitarme. La verdad que no quería volver a verle. Luego me explicaron que de nuevo estaba en la cárcel.










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