Nunca podré escapar del
pasado. Está siempre presente, por eso me cuesta tanto confiar en la gente.
Estoy bien solo. No, no es cierto es una mierda.
De mis padres solo se diferentes verdades que ocultan que nunca se interesaron por mí. Desaparecieron de mi
vida casi antes de tenerme y también de la vida de la de mis abuelos, los de mi madre. Mi
padre no tenía familia. Fueron estos los que cuidaron de mí, mis verdaderos
padres. Ellos habían sufrido mucho por mi madre, su única hija.
Con mis abuelos la cosa fue
bien los primeros años, de lo poco que me acuerdo. Cuidaban de mi como si fuera
su más precioso tesoro. A pesar de estar agotados en la vida, de las cargas que
habían soportado, siempre tenían fuerzas para estar pendiente de mis pequeños progresos en la vida. Además, por lo que
dicen no fui un bebe tranquilo y di mucha guerra.
Mi abuela iba a buscarme al
colegio, como muchas otras abuelas, y siempre me llevaba el mejor de los
bocadillos. Yo era de los que comía poco, pero la merienda era mi comida
favorita. Mi abuelo era más regañón, pero siempre estaba pendiente de mí.
Mi abuelo dejo de trabajar
desde el accidente. Era un poco quisquilloso y muy poco hablador, pero siempre me
dejaba ver la televisión y me llevaba al parque.
Antes de que yo naciera mi
madre empezó a enfermar. La abuela cuando me contaba alguna cosa de mis padres
siempre lloraba, asique yo evitaba preguntar. Mi abuelo no quería ni oír hablar
de mi padre. A veces se enfada solo con mirarme porque decía que me parezco
mucho.
Una noche que mi madre había
salido con mi padre, mi abuelo tuvo que salir de noche a buscarla porque debía
estar enferma y algo gordo pasaba. Y entonces mi abuelo tuvo el accidente. Se
rompió muchos huesos y alguna cosa de dentro.
Desde entoences no pudo volver a trabajar en
la fábrica. Tuvieron que vender el coche y otras muchas cosas para pagar a los
médicos de mi madre, para su enfermedad. Pero no encontraron su cura y por eso tuvo que irse.
Nada más nacer yo, mi madre
se fue con mi padre muy lejos para curarse. Vivimos tranquilos y nunca sabiamos nada de mis padres, o al menos a mí no me decian nada. Mi abuela siempre me
decía que estaban muy lejos por la enfermedad de mi madre. Yo la oía rezar por
ellos, bueno mi abuela siempre rezaba.
Cuando yo tenía casi 7 años
mi abuelo se puso enfermo, bueno parece que ya estaba enfermo, pero había
escondido muy bien su enfermedad, Alzheimer. La nueva carga para mi abuela
empezó a dejarla sin energías. Una noche mi abuelo no volvió a casa y terminó
ingresado en un hospital, se había perdido por la calle y había cogido mucho
frio. Pronto volvió a casa, pero ya no parecía mi abuelo y no se acordaba de
mí, se enfadaba todo el rato y a veces me pegaba.
Mi abuela me decía que era
por su enfermedad y yo me hacía el duro por mi yaya, porque ella sí que era
valiente. Era muy triste ver a mi abuelo cada día más perdido y a mi abuela más
pequeñita y yo iba creciendo.
Así debieron pasar dos años
entre sustos, peleas y bajones. Mi abuelo cada día iba a peor y ya apenas se
levantaba de la cama. Ahora él dormía en mi cuarto y yo dormía con mi abuela,
bueno cuando la dejaba dormir. Mi abuelo la llamaba a cada rato. Yo iba a
veces, pero siempre me echaba de allí o me decía cosas horribles.
Un día al volver del
colegio, al entrar en casa una vecina me dijo que se habían tenido que llevar
al abuelo al hospital, y que pobrecita mi abuela lo que le había tocado con mi
madre y con el abuelo y encima cargando conmigo, y por supuesto como siempre
aleccionándome para que me portará bien. Me dio las llaves de casa y siguió
hablando por su teléfono. Yo subí a casa, ya estaba acostumbrado a quedarme
solo alguna vez. La abuela me había dejado una nota que me decía que tenía mi
bocadillo en el horno y que intentaría volver para cenar.
Esa tarde no tenía deberes asiqué
me puse a ver la televisión y me debí quedar dormido. Me despertó la puerta.
Era otra vez la vecina para decirme que igual la abuela no vendría a dormir y
que me portará bien. Desde luego estaba enfadada porque ya tenía bastante con
lo suyo como para ocuparse de mí, asique entro en la cocina y saco algo de la
nevera y me dijo que cenara y me acostará sin protestar, ella tenía que
bajarse, asique por la mañana me tenía que levantar e irme al colegio.
Yo no cene porque no tenía
gana y me fui a la cama, me costó dormirme. Por la mañana me levanté muy tarde
y corriendo me fui al colegio.
Cuando volví a casa estaba
la abuela dormida en el sofá, tenía muy mala cara, esta despeinada y muy
viejita. Me acurruque a su lado y espere a que despertará.
El abuelo tenía que quedarse
en el hospital y ella, aunque intentaba no llorar se le escapaban lagrimas
mientras me explicaba cómo íbamos a organizarnos. Ya eres mayor y tienes que
ayudarme.
Pasaron muchos días, quizá
meses, yo no veía apenas a la abuela que venía a casa cuando yo estaba en el
colegio y me dejaba la merienda y la cena preparada en el horno. Durante el fin
de semana si la veía un rato más, venía cargada con ropa del abuelo para lavar y
bolsas con comida, pero hacia muchas cosas en la casa y enseguida se iba. Un
día le pedí ir a ver el abuelo, pero me explico que se tardaba más de una hora
en llegar y que además era muy costoso y ahora teníamos que apretarnos el
cinturón.
Un día cuando llegue del
colegio me di cuenta de que mi abuela no había estado en casa, no tenía ni
bocata, ni cena, asique me tome unas galletas con leche. Mi abuelo se había
muerto.
Mi abuela seguía cuidándome
y preparándome esos maravillosos bocatas. Yo sabía lo triste que estaba porque algo les faltaba a los bocatas.
Un día llegue a casa y mi
abuela estaba gritando a un señor que no me gustó nada. Cuando éste me vio, no
sé qué dijo de que yo era un mocoso y que si mi abuela quería seguir conmigo
tendría que pagarle. Mi abuela se derrumbó al verme y se echó a llorar.
Pagarle, me pregunte, no entendía nada. Asique le dije que dejara en paz a mi
abuela y empezó a empujarme e insultarme como si yo le hubiera hecho algo. Ese
personaje salió gritando y advirtiendo a la abuela que lo hacía por su bien.
Mi abuela derrumbada en sofá
no paraba de llorar, yo le preguntaba, pero era como si algo muy fuerte dentro
de ella no la dejará hablar.
Ese desagradable personaje era
mi padre que venía a decir a la abuela que su hija también se había muerto. Mi
abuela no pudo explicarme más cosas de mi padre. Ese día fui yo el que le
calentó la sopa a la abuela para cenar, pero apenas la probo. Creo que se pasó
la noche llorando. Yo solo estaba triste por mi abuela y si, estaba muy
enfadado porque sabía que mi padre había venido hacer daño a mi abuela.
No me equivocaba, mi abuela
andaba nerviosa todo el día. No volví a ver a mi padre, aunque creo que mi
abuela si le veía y mi abuela le daba dinero. De lo poco que teníamos mi padre
se llevaba una parte. Mi abuela no me lo dijo nunca, pero yo lo sabía.
Cuando cumplí 12 años mi
abuela y yo fuimos a tomar tarta a una cafetería. Solo podíamos ir en ocasiones
muy importantes. Mi abuela tenía mucho catarro y debió coger más frio esa tarde
porque se pasó toda la noche tosiendo. Yo no podía dormir, era la primera vez
que pensé que solo tenía a mi abuela y que podía quedarme si ella. Me fui a su
cuarto a llevarle una manta y estaba muy caliente, asiqué llame al médico que tardó
mucho en venir.
Mi vida se quedó parada ese
momento. Solo me acuerdo de mi abuela acurrucada con su mirada triste. Entonces
me entro mucho miedo. Fue su última mirada, no llego al hospital.
Pase a vivir en un centro
con otros niños que tampoco tenían quien les cuidara. Ahora sé que mi padre se
quedó con lo poco que tenían los abuelos. Un día me dijeron que iba a tener una
visita de mi padre, pero nunca llego a visitarme. La verdad que no quería
volver a verle. Luego me explicaron que de nuevo estaba en la cárcel.
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