domingo, 16 de octubre de 2016

VERDADES A MEDIAS....

MENTIRAS



Cualquiera de nosotros mentiría si dijera que nunca ha mentido. Parece que todos hemos mentido alguna vez y que incluso los niños mienten. No cabe duda que esta conducta habitual del ser humano se aprende y que los padres y adultos trasmitimos la manera de hacerlo a los más pequeños. Todos hemos oído la anécdota de alguien, al que su hijo más pequeño le sacaba los colores en una taquilla, cuando el pequeño desmiente que no tiene la edad que dice su padre y por lo que el padre tendrá que pagar una entrada más costosa.

La mayoría de las personas miente por lo menos una o dos veces al día. Desde muy temprano, entre los 2 y 5 años, los niños desarrollan estrategias de engaño y una comprensión de la verdad de tal manera que intentan crear una falsa creencia en otros. Menos conocido y no tan fácil el desarrollo de la habilidad para detectar mentiras.

Generalmente se miente para evitar un reproche, un malestar, un castigo, en general evitamos algo negativo a corto plazo. Existen también las llamadas mentiras piadosas que se ponen en marcha en el deseo de evitar en los demás cierto malestar. Nos aseguramos de que la verdad jamas aparezca o cuando surja, intentamos que haya podido cambiar.

Se producen también las mentiras, fruto de otras características del hombre de esta sociedad, nada positivas, por cierto, como el egoísmo, la ambición, la envidia, el afán de poder. Uno por ello miento en el anhelo de su propio beneficio, sin tener en cuenta a los demás.

Si uno sale airoso de una mentira es probable que vuelva a usar esta conducta, al menos en situaciones similares. Es probable también que incluso ciertas mentiras nos produzcan ciertos beneficios con lo que la motivación para producirlas se ve incrementada. Es a veces difícil para todos en esta sociedad no caer en la tentación, amparado, además, en muchos argumentos permisivos como: “cualquiera en mi situación haría lo mismo, no soy el único, es la única manera, si no miento las consecuencias son demasiado negativas no solo para mí, también para mi familia, no queda más remedio, si no miento yo lo hará otro en mi lugar, etc.” Y con ello resulta casi imposible el poder mantener nuestra integridad y no caer en la tentación del engaño.

Resulta que en algunas ocasiones cuando no queremos enfrentarnos a una realidad, fruto generalmente de nuestros errores, engañamos a los que nos rodean en el deseo de poder cambiar cierta realidad en tiempo suficiente para enmendar los errores. En muchos de estos casos, las cosas no salen como esperamos y la pequeña mentira que se dio se ha ido generalmente incrementando para poder mantener la primera y por ello cuando uno tiene que enfrentarse con la pura realidad, con la verdad, ésta le produce demasiado malestar. Se puede responder de varias maneras, pero la respuesta más sana sería, en todo caso, pasar el mal trago de contar la verdad y es seguro que la respuesta de los demás es menos terrible de lo que uno se espera y nosotros nos sentiremos bien por habernos enfrentado a nuestra propia mentira y haber asumido sus consecuencias. También, podemos, continuar con el engaño y seguir incrementando nuestras mentiras y cada vez dificultarnos más la tarea para enfrentarnos con la verdad, llegando incluso hasta creernos nuestra propia mentira y vivir en el autoengaño. Esta claro que cuanto más tiempo tardemos en hacer frente a la verdad, más nos distanciamos de ella.

Cuando uno llega a creerse sus propias mentiras y vive en el engaño, es probable que no sea capaz de enfrentarse a su realidad, dado que ésta le produce tanto malestar que se refugia así en su propia mentira como mecanismo de defensa ante dicho malestar. Es preciso en muchos de estos casos la intervención de un profesional en la reconducción de la verdad del individuo. Es probable, además, que en estos casos esta persona mezcle la realidad con el engaño y se complique aún más la labor de intervención.

Nos ayuda también en esta labor del engaño y las mentiras, el alto grado de persuasión de los medios de publicidad y los medios de comunicación que nos ofrecen todo tipo falsedades encubiertos con el objeto de garantizar y aumentar las ventas de muchos productos. Así por ejemplo en la publicidad nos hacen creer que si tomamos cierto yogures o cierto producto tendremos un cuerpo de infarto, si lavamos con ciertos productos las manchas desaparecen, todos nos envidiaran si compramos cierto coche, si usamos tal perfume seremos diosas, y un sin fin de verdades a medias que nos confunden y que tienen como único objetivo animarnos al consumo de tales productos. Todos sabemos que crean unas expectativas que se ven deshechas ante la realidad, cuando en vez de adelgazar se engorda, cuando la mancha no desaparece, o cuando leemos todo lo poco natural que es tal producto que nos vendieron como totalmente neutro y natural.

Está claro que la mentira es parte de esta sociedad, y que en cualquier caso ciertas mentiras, no solo están excusadas si no que son aplaudidas como son las mentiras piadosas. Es posible por ello que la sinceridad sea una de las virtudes más escasas

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