Las drogas se definen como
sustancias que una vez introducidas en nuestro organismo tienen la capacidad de
alterar o cambiar las funciones corporales, nuestras sensaciones, nuestras
percepciones sensoriales como la vista, el oído, y nuestro estado de ánimo.
Algunas drogas son legales como el alcohol, el tabaco o
los fármacos y otras son ilegales como el hachís, la cocaína o la heroína; pero
la ilegalidad o legalidad de las
mismas no las hace que éstas sean más o menos peligrosas. En general, las
drogas afectan al estado de la salud de los que las consumen y a su desarrollo
personal. Este peligro se ve incrementado en los jóvenes por su mayor
vulnerabilidad a la tolerancia y dependencia de las mismas.
El alcohol,
por ejemplo, cuyo consumo es, no solo legal sino además que forma parte de lo
tradicional en algunos países como el nuestro y que en pequeñas cantidades
puede, según los especialistas, resultar incluso beneficioso, es una droga de abuso. Su consumo
desproporcionado produce tolerancia, dependencia y síndrome de abstinencia. Su
abuso afecta gravemente al funcionamiento de las neuronas con serias
alteraciones en nuestro comportamiento. Entre los síntomas de abstinencia
alcohólica aparecen las convulsiones, el delirium alcohólico o delirium tremens
y las complicaciones somáticas. Otros síntomas que son inducidos por el alcohol
son la intoxicación, las alteraciones perceptivas, el delirium, la demencia
persistente, el trastorno amnésico persistente, el trastorno psicótico, el
trastorno del estado de ánimo, el trastorno de ansiedad, el trastorno sexual
y/o el trastorno del sueño.
La dependencia
designa un estado patológico provocado por la interrupción de la toma de
tóxicos, que producen además síntomas de abstinencia. El temor a la aparición
de este síndrome es también una de las razones que llevan a la persona a
repetir el consumo del tóxico o droga. Aunque en algunas drogas no está clara
la dependencia física que crean, lo que si está caro en todas ellas es que
provocan una dependencia emocional o psicológica. Esta dependencia psicológica
hace referencia al deseo compulsivo de reproducir la experiencia procurada por
la ingesta de la droga en la medida en que esta toma disminuye una incomodidad
psíquica y psicobiológica.
La tolerancia
hace referencia a la necesidad de aumentar la cantidad de sustancia ingerida
con el tiempo, para conseguir el mismo efecto, o lo que es lo mismo, se trata
de la disminución de forma considerable de sus efectos usando de forma regular
la misma cantidad de droga.
Actualmente existe una alarma social ante el consumo de
las nuevas drogas de diseño y el
llamado “botellón” entre los
jóvenes. A pesar de esta alerta, muchos padres, por desconocimiento o incluso
temor, llegan muy tarde a ser conscientes del consumo de sus hijos y desconocen
los efectos nocivos que estas drogas conllevan. Muchos padres a su vez se
sienten desbordados y desorientados en la manera de actuar ante dichas
situaciones.
Existen diferentes estrategias que los padres pueden
incluso adoptar antes de que se dé cualquier consumo, de forma preventiva y también para favorecer un
desarrollo personal satisfactorio y adecuado de nuestros hijos. Entre estas estrategias, de manera general
estarían: la mejora y aumento de la comunicación con nuestros hijos jóvenes, el
sólido establecimiento de normas adecuadas de ambos padres con los hijos, el
fortalecimiento de la relación afectiva con nuestros hijos y el favorecimiento
de un ocio y tiempo libre sano para los mismos.