sábado, 16 de julio de 2016

"Quererse a sí mismo"

 AUTOESTIMA

Este concepto tan de moda en el lenguaje cotidiano se refiere a la autopercepción que cada uno tiene de sí, al grado de autovaloración y satisfacción personal que hacemos de nosotros mismos. Es el motor de nuestro comportamiento y de nuestras emociones. 

La autoestima se aprende desde muy temprana edad y corresponde a los padres la trasmisión de la misma. Los niños aprenden a quererse a sí mismos en la medida que se sienten queridos y valorados por sus papas o figuras de referencia. Esta autoestima está en la base de los recursos personales que uno va poseer para manejarse tanto en el mundo adulto como en el mundo de los más pequeños, y está en la base de nuestras relaciones.

La mayoría de los padres, muchas veces sin ser conscientes de ello, enseñan a sus hijos a tener una valoración positiva de sí mismos, a quererse en sus virtudes y a esforzarse en sus defectos. El niño necesita el refuerzo constante y el elogio de sus correctas actitudes. Necesita ser animado y reconocido en sus logros más difíciles. El niño que constantemente busca complacer a los adultos sin éxito, que se siente en exceso criticado y para nada valorado, aprende a ser muy  exigente consigo mismo, a no encontrarse satisfecho con cada logro, a hacer una autocrítica constante de sus actitudes, y a no tener, en definitiva una autoestima saludable.

Además de animar y reforzar a nuestros hijos, podemos para fortalecer su autoestima, fomentar su confianza y fomentar el sentido del éxito. Para fomentar su confianza debemos marcarnos con ellos pequeños objetivos a alcanzar en cada aprendizaje, enseñar las habilidades necesarias para aumentar su nivel de independencia en cada edad (aprender a vestirse, a peinarse, atarse los zapatos...). Podemos, también, dar a nuestros hijos pequeñas responsabilidades cotidianas acordes con su edad y con ello conseguir que puedan saberse necesitados, puedan verse reconocidos y sean apreciados sus esfuerzos.

Para fomentar el sentido del éxito y teniendo en cuenta que la autoestima aumenta cuando un niño prueba algo nuevo y afronta un desafío con éxito, podemos ayudar a nuestros hijos a tener el valor de probar nuevas experiencias pero teniendo en cuenta que debemos prepararle y anticiparle con cada nueva experiencia, que debemos dejar practicar al niño en cada nueva habilidad, que debemos informar que el éxito llegara después de la práctica y sobre todo que debemos ser pacientes con sus logros.

Debemos trasmitir, también, a nuestros hijos que no todo se puede conseguir. Cada uno tiene unas capacidades en las que puede sobresalir y otras en las que necesitará más tiempo y más esfuerzo para poder realizarlas. Aunque hay que reforzar los esfuerzos, no debemos exigir “ser siempre el mejor”, “ser el más rápido”. Mejor que esto, debemos hacer que nuestros hijos se esfuercen en sus capacidades y se sientan satisfechos por ello. En aquellas capacidades que sabemos que no van a brillar, las metas a marcarnos serán menores, dado que las mismas deben ir en consonancia con los esfuerzos y no con los resultados.

Una buena autoestima nos da firmeza y seguridad en nosotros mismos. Esto es de vital importancia, no sólo para poder sentirse satisfecho con uno mismo, sino además para poder enfrentarnos a los problemas cotidianos que nos vamos a ir encontrando.

Tanto el exceso o el defecto de esta autoestima están en la base y son parte de la sintomatología de muchas patologías psicológicas y psiquiatras. Aunque se requiere una intervención global de toda la sintomatología, parte del proceso está en fortalecer o no la autoestima. Con el ajuste de la autoestima vamos a desencadenar la desaparición de otros síntomas y vamos a reforzar e incluso despertar nuestros recursos personales. Así, por ejemplo, muchos de los trastornos del estado de ánimo tienen disminuida la autoestima, lo que agrava el propio trastorno y disminuye, a su vez, un buen pronóstico.

Generalmente muchos tratamientos psicológicos con niños y adultos incluyen como uno de sus objetivos fortalecer o adecuar la autoestima. ¿Qué podemos hacer para aumentar nuestra autoestima? Hay distintas estrategias, como puede ser, cambiar algunos procesos del pensamiento, concederse el reconocimiento por los logros conseguidos, la autoafirmación, la autoevaluación positiva. Todas estas estrategias se ponen en marcha a través de diferentes ejercicios.

Si la autoestima esta elevada también existen algunas técnicas que pueden ayudarnos a disminuir la autoestima, ajustarla, aunque generalmente es difícil la autopercepción y el reconocimiento de exceso de la misma. Este sería el primer objetivo, que el que tiene desajustada la autoestima tome conciencia de ello.

Adquirir una buena autoestima, aprender a querernos, es vital para el desarrollo y garantiza la adquisición y fortalecimiento de otros recursos personales (como la confianza y seguridad en sí mismo, autosatisfacción, tolerancia a la frustración, etc.) que nos van acompañar en nuestra vida.

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