martes, 12 de julio de 2016

!! Viva los novios !!

CELEBRAMOS LA BODA


Cualquier celebración conlleva un incremento del nivel de estrés cotidiano y claramente no iba a ser menos la celebración de una boda, con todos los preparativos que ésta conlleva hoy en día. Por supuesto se trata, en la mayoría de los caso de una celebración voluntaria por ambas partes, aunque puedan aparecer en el transcurso de su preparación algunos cuestiones en las que los novios puedan llegar a sentirse de alguna manera como obligados.

Una pareja cuando decide casarse se introduce, con cariño y mucha ilusión, en una cascada de preparativos con los que en un principio más o menos contaba. La pareja debe tomar, generalmente, muchas decisiones conjuntas que van a ir determinando no solo la celebración de su boda, sino también su convivencia en el matrimonio. Me refiero, no solo a la elección del traje de novia o novio, la elección del lugar de celebración, el tipo de convite, las listas de los invitados, las tarjetas de invitación, etc, sino además a la elección del lugar donde pasar su luna de miel, el lugar de residencia, la decoración de la misma e incluso los regalos que los invitados les van hacer.

Esta situación de preparativos para la celebración de la boda conlleva un aumento en el estrés de cada miembro de la pareja. El estrés es una de las situaciones más habituales del hombre actual. En los países desarrollados, como el nuestro, padecen estrés más de la mitad de la población. Éste se define como una respuesta de nuestro organismo a un estado de elevada tensión que se prolonga en el tiempo. Las situaciones estresoras pueden ser acontecimientos físicos o ambientales, de carácter agradable o desagradable. Para llegar a ser estresores estas situaciones deben producir incertidumbre, un cambio, dudas por falta de información y una sobrecarga.

En una pareja joven que decide casarse y que habitualmente disfruta ya de un cierto grado estrés social, laboral y personal, se les sumara el nivel de estrés que este proceso de preparativos conlleva y en muchos casos este incremento, a pesar del empeño que ponen ambos miembros de la pareja, puede dificultar la llegada de los acuerdos entre las partes, en el sin fin de decisiones a tomar.

No debemos alarmarnos por este aumento de estrés durante los preparativos de la boda. En sí, la respuesta de ansiedad que conlleva es, en principio, una respuesta inteligente que da nuestro organismo. La ansiedad es una respuesta adaptativa a las demandas de la situación, que nos alerta y nos permite poder rendir al máximo y poner en juego toda nuestra capacidad. Un cierto nivel de ansiedad, por tanto es deseable cuando la situación lo requiere.

Este sobreesfuerzo que asumen las parejas con tanta ilusión y en principio armonía, a veces se complica cuando los acuerdos no llegan y aparece el conflicto. Éste, en la mayoría de los casos, se resuelve sin más, pero puede llegar a producir, también, un importante grado de ansiedad que se mantendrá durante un tiempo, dificultando a su vez la asunción de nuevos acuerdos en los preparativos.

La mayoría de las parejas disfrutan de todos los preparativos para su boda, a pesar de sentir en algunas ocasiones esa sobrecarga. Si un miembro de la pareja se siente especialmente preocupado o estresado por alguna cuestión u observa que el otro está preocupándose de manera excesiva por algo, es necesario que exista entre ellos una fluida comunicación desde el entendimiento, el apoyo y la ayuda, que garantice la satisfacción de cada uno y la disminución del estrés que se haya podido producir.

Cuando por fin llega la boda, con ella también los nervios de última hora; es el momento de delegar en los más cercanos los últimos preparativos y zambullirse en la tan deseada y cuidada celebración. A veces es necesario relajarnos a conciencia para poder disfrutar. Una vez en este punto solo nos queda saborear cada momento con nuestra pareja y todas las personas que con nosotros celebran nuestra unión. Además, sabemos que después de la ceremonia lo bueno continua con el viaje de bodas, y es que después de tantos preparativos, los recién casados bien se merecen un viaje de placer y descanso, con el deseo y el objeto de iniciar de la mejor manera posible su matrimonio. 

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