CELEBRAMOS LA
BODA
Cualquier celebración conlleva un
incremento del nivel de estrés cotidiano y claramente no iba a ser menos la
celebración de una boda, con todos los preparativos que ésta conlleva hoy en
día. Por supuesto se trata, en la mayoría de los caso de una celebración
voluntaria por ambas partes, aunque puedan aparecer en el transcurso de su
preparación algunos cuestiones en las que los novios puedan llegar a sentirse
de alguna manera como obligados.
Una pareja cuando decide casarse se introduce, con cariño
y mucha ilusión, en una cascada de preparativos con los que en un principio más
o menos contaba. La pareja debe tomar, generalmente, muchas decisiones
conjuntas que van a ir determinando no solo la celebración de su boda, sino
también su convivencia en el matrimonio. Me refiero, no solo a la elección del
traje de novia o novio, la elección del lugar de celebración, el tipo de
convite, las listas de los invitados, las tarjetas de invitación, etc, sino
además a la elección del lugar donde pasar su luna de miel, el lugar de
residencia, la decoración de la misma e incluso los regalos que los invitados
les van hacer.
Esta situación de preparativos para la celebración de la
boda conlleva un aumento en el estrés de cada miembro de la pareja. El estrés
es una de las situaciones más habituales del hombre actual. En los países
desarrollados, como el nuestro, padecen estrés más de la mitad de la población.
Éste se define como una respuesta de nuestro organismo a un estado de elevada
tensión que se prolonga en el tiempo. Las situaciones estresoras pueden ser
acontecimientos físicos o ambientales, de carácter agradable o desagradable. Para
llegar a ser estresores estas situaciones deben producir incertidumbre, un
cambio, dudas por falta de información y una sobrecarga.
En una pareja joven que decide casarse y que
habitualmente disfruta ya de un cierto grado estrés social, laboral y personal,
se les sumara el nivel de estrés que este proceso de preparativos conlleva y en
muchos casos este incremento, a pesar del empeño que ponen ambos miembros de la
pareja, puede dificultar la llegada de los acuerdos entre las partes, en el sin
fin de decisiones a tomar.
No debemos alarmarnos por este aumento de estrés durante
los preparativos de la boda. En sí, la respuesta de ansiedad que conlleva es,
en principio, una respuesta inteligente que da nuestro organismo. La ansiedad
es una respuesta adaptativa a las demandas de la situación, que nos alerta y
nos permite poder rendir al máximo y poner en juego toda nuestra capacidad. Un
cierto nivel de ansiedad, por tanto es deseable cuando la situación lo
requiere.
Este sobreesfuerzo que asumen las parejas con tanta
ilusión y en principio armonía, a veces se complica cuando los acuerdos no
llegan y aparece el conflicto. Éste, en la mayoría de los casos, se resuelve
sin más, pero puede llegar a producir, también, un importante grado de ansiedad
que se mantendrá durante un tiempo, dificultando a su vez la asunción de nuevos
acuerdos en los preparativos.
La mayoría de las parejas disfrutan de todos los
preparativos para su boda, a pesar de sentir en algunas ocasiones esa
sobrecarga. Si un miembro de la pareja se siente especialmente preocupado o
estresado por alguna cuestión u observa que el otro está preocupándose de manera
excesiva por algo, es necesario que exista entre ellos una fluida comunicación
desde el entendimiento, el apoyo y la ayuda, que garantice la satisfacción de
cada uno y la disminución del estrés que se haya podido producir.
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