sábado, 25 de junio de 2016

Los hijos ante la noticia de separación....

                                    ¿CÓMO DECIMOS A NUESTROS HIJOS QUE NOS SEPARAMOS?

Se sabe que la mejor separación es la llevada entre las partes de mutuo acuerdo y por medio de una buena mediación. Aunque esto se sabe, en muchos casos parece inevitable que las partes, seguramente por el malestar y dolor que les produce el proceso de separación, se apremian en hacer numerosos los pleitos, denuncias y demás herramientas de una guerra judicial.

Si la pareja no tiene hijos puede separarse para siempre sin que nada les una en el futuro, salvo el recuerdo. Cuando se trata de una pareja con hijos, su función parental es algo que les mantendrá unidos.

El proceso de ruptura de una pareja no suele ser instantáneo. Es parte de un proceso de desavenencias, desacuerdos, desilusiones, etc, que van ocurriendo en el tiempo hasta que una de las partes o ambas deciden tomar la iniciativa de separarse. Cuando la pareja tiene hijos es más difícil en la mayoría de los casos tomar la decisión, y es que todos sabemos o al menos intuimos que para los niños esto de la separación va ser algo nada positivo.

Algunas parejas optan por ir a un profesional para intentar arreglar las cosas. Cuando hay interés y deseo por ambas partes, las cosas pueden llegar a funcionar. Si no fuera así, juntos van a tener que tomar la decisión de separarse y junto con el profesional van asesorarse durante el proceso para intentar que todo salga lo mejor posible.

 Y después de tomar tan difícil decisión y ponerla en marcha, después del trago que los papás están pasando en su vida, después hay que contárselo a los hijos. Estos y dependiendo de la edad, ya saben en la mayoría de los casos, ya se huelen que las cosas no marchan bien. El ambiente familiar es cuanto menos distinto. En algunos casos son los propios niños los que pueden preguntar a sus papas que es lo que está pasando. Por eso es mejor no dejarles fantasear y trasmitirles lo que pasa.

El mejor momento para contárselo a los niños es cuando se toma la decisión de separarse y esta es definitiva. Ni debe adelantarse la noticia, ni tampoco demorarse.  La mejor de las opciones es que ambos padres se lo digan juntos y con seguridad. De esta manera los niños perciben que es una decisión de ambos y definitiva. Cuando no sea posible dar la noticia conjuntamente será necesario que ambos trasmitan a sus hijos el mismo mensaje, y en momentos cercanos.

Sobre todo hay que transmitir seguridad, firmeza y cariño. El niño debe entender que sus papás se van a separan y eso va suponer algunos cambios a los que él se va tener que adaptar, al igual que sus padres. Es muy importante que les quede claro que el motivo de la separación está en sus papás y que son problemas que tienen los adultos y que en ningún caso ellos son causa de lo que pasa. Tienen que saber también que nada pueden hacer para que denuevo sus papás estén juntos.

 Nunca hay que comunicar la idea de que ellos pueden tomar la decisión: “¿que os parecería si papá y yo...?” Tampoco hay que decírselo transmitiendo malestar y angustia: “Tenemos que deciros algo terrible, muy doloroso...”. Es necesario prepararse para estar seguro de comunicar la noticia con naturalidad, seguridad y firmeza y para ello no titubear y sobre todo intentar evitar cualquier dramatismo en torno a esta noticia. Lo último es utilizar a nuestros hijos como pañuelo de nuestra situación.

Todo esto que parece tan sencillo en la práctica suele resultar difícil para una pareja en proceso de separación. Muchos optan por llevar a sus hijos a un psicólogo para que este pueda trasmitir a su hijo lo que esta pasando o para que apoye a sus hijos en el proceso. Esto es válido solo en algunos casos, ya que el niño siempre se va a sentir más seguro y natural con sus padres que ante un extraño. Si llevamos al hijo a un profesional ya estamos señalándole como que en él hay algún problema.

Hay que dar tiempo a los hijos para que vayan asimilando lo transmitido y hay que contestarles a todas las preguntas que les van a ir surgiendo. Muchas de sus preguntas van a ir en torno a posibles reconciliaciones y en este aspecto no debemos dejar ninguna duda. Es muy importante que los niños sepan que ellos no pueden hacer nada por cambiar la decisión que los padres han tomado porque ellos no son causa de la misma y deben sentir y saber que aunque sus papas se separan, ambas partes quieren seguir siendo su papa y su mama y que ambos van a seguir queriéndole de igual forma.   


miércoles, 22 de junio de 2016

La Separación

                   EFECTOS EMOCIONALES DE LA SEPARACIÓN EN LOS HIJOS

La separación o el divorcio representan un proceso doloroso para toda la familia. Para los hijos supone trasformar por completo su vida ya que pierden la rutina cotidiana con uno de sus padres, se altera su orden familiar y se sienten básicamente abandonados.

Aunque el sufrimiento que la separación de los padres genera en los hijos es inevitable, muchos de estos hijos se siguen desarrollando normalmente. Para ello es necesario, al menos, primero que la familia se mantenga lo suficientemente ligada como para que los hijos no pierdan el sentimiento de pertenencia y ser lo suficientemente flexible como para acomodarse a los cambios. En segundo lugar es importante que las fronteras del subsistema parental se conserven y que los padres sostengan su jerarquía para poder continuar cumpliendo funciones nutricias y normativas.

 Los hijos, tras la separación, deben construir y afianzar una nueva organización familiar viable, para evitar la vulnerabilidad al estrés que produce la ausencia de una estructura asequible. Para los niños, la separación es un hecho difícil de entender y que puede desencadenar distintas reacciones emocionales y/o afectivas, que van desde el miedo y la tristeza hasta la ansiedad o la depresión.

Es imprescindible que ambos padres expliquen a sus hijos su separación, sin embargo la mayoría de los niños no suelen saber el por qué de la separación de sus padres. Según algunos estudios sólo el cinco por ciento recibe una explicación que pueda ayudarles a entender lo que esta pasando.

Lo importante es que los niños interioricen que es posible que sus padres se separen sin que cambie por ello el amor que ambos sienten por ellos. Para entender la separación es favorable la edad de adolescencia, ya que con estas edades se puede entender mejor la situación por la que sus padres están pasando.

La expresión del duelo por la pérdida de la familia nuclear, que se rompe con la separación, dependerá en gran medida de la edad y madurez de los hijos. Así, lo menores de tres años pueden retroceder en pautas de conducta ya superadas, como hacerse pipi en la cama o pedir el chupete.  Además pueden fantasear con la desaparición de la madre o el padre. Los niños más mayores son más conscientes de su rabia y suelen reprochar a los padres por no haber intentado arreglar las cosas para no separarse. Las reacciones más intensas de protesta se suelen dar entre los siete y diez años, y se ven agravadas por la pérdida de la convivencia del progenitor del mismo sexo.

Los litigios o guerras interminables sobre la custodia de los hijos o los acuerdos del convenio regulador en relación a los hijos provocan efectos devastadores en los niños. Estoa pueden llegar a mentir, manipular información y aliarse con unos de los progenitores en el conflicto de lealtades que tanto malestar les suscita.

El conflicto de lealtades aparece cuando la separación es vivida como una guerra entre dos bandos en la que los hijos sienten que deben tomar partido. Este conflicto lleva un alto grado de malestar en los hijos, dado que si toman partido sienten que traicionan y pierden a una parte y si no toman partido se sienten aislados y desleales con la otra parte. Esta encrucijada para los hijos supone un maltrato emocional grave.

Es necesario por tanto evitar que los hijos se sientan atrapados en la relación conflictiva de sus padres. Si esto es así puede afectar negativamente a los hijos, y promueve mayor vulnerabilidad a presentar problemas de conducta como la agresividad, bajo rendimiento escolar, etc.

Otro efecto característico de los hijos tras la separación son sus deseos y expectativas de que sus papas puedan volver a vivir juntos y así un simple saludo cariñoso entre sus padres puede alentar esperanzas en esta unión. Además estos hijos tienden a tener un mayor temor al fracaso matrimonial y su transición a la madurez puede llegar a ser más difícil. Todos estos efectos deben ser explicados por ambos padres, y en muchos casos en que los hijos son conscientes de que sus padres no volverán a estar juntos, el deseo de volver a verles juntos es algo que es difícil de evitar.

La mejor opción para una buena separación es la mediación familiar, donde se evitan los conflictos en la separación gracias a los profesionales que están presentes en la misma y que velan siempre por el interés de los hijos.

sábado, 11 de junio de 2016

Preparandose para las vacaciones....

                                                                                EL ESTRÉS DEL VERANO



Con la llegada del verano se nos hacen imprescindibles las vacaciones y el tan deseado descanso. El buen tiempo y el calorcito acompaña a una menor y más tranquila actividad tanto física como mental. Durante el año, el trabajo y la falta de tiempo ha sido una constante para la mayoría.

¿Es posible que las vacaciones del verano puedan producir cierto estrés? Paradójicamente existen ciertos factores que favorecen cierta ansiedad, también fácilmente remediable.

Muchos coinciden en que los últimos días de trabajo suelen ser estresantes. Por un lado, estamos más cansados y la tarea se nos hace más cuesta arriba, y por otro lado, generalmente intentamos dejar terminadas las tareas y al surgir cualquier tema de última hora uno intenta resolverlo para no aparcarlo hasta después de las vacaciones, generando con ello mayor estres.

A estos últimos días de trabajo se le unen los preparativos de las vacaciones que provocan sin duda cierto estrés. Primero se ha de elegir el tipo de vacaciones (de aventura, playeras, vacaciones gastronómicas, culturales…), se decide también como realizar las mismas y con quien, se realizan compras de última hora, se prepara documentación necesaria para viajar (pasaporte, tarjetas sanitarias…), se sacan los billetes del trasporte, se hacen las reservas del alojamiento, se prepara la casa para dejarla cerrada, y así un número importante de tareas que deben quedar hechas antes de salir. Sin duda, una buena estrategia para estos momentos es compartir estos preparativos y realizarlos con la ilusión que las expectativas de unas buenas vacaciones conllevan.

Los hay que, pese a su necesidad, no consiguen desconectar del trabajo ni tan siquiera unos días y si lo consiguen será pasados unos días de vacaciones. Muchos facilitan esta conexión incorporando en las maletas portátiles, móviles e incluso documentos de trabajo. Uno se siente así tan imprescindible que no puede desconectar, siendo en la mayoría de los casos innecesario. También es verdad que algunas profesiones motivan este tipo de vacaciones a tiempo parcial donde uno debe estar conectado con el trabajo para su constante asesoramiento o incluso si fuera necesario el retorno anticipado de las vacaciones. Es en estos casos, y no en otros, los móviles y los portátiles hacen viable la posibilidad de tener vacaciones.

Tenemos otro factor que también aumenta cierto estrés. Cuando se viaja con la familia uno debe preparase para ello. Durante el año, la convivencia familiar real es mínima. Entre semana los ratos que se pasan en familia son escasos y son más bien momentos en los que cada uno realiza tareas cotidianas, muchas veces sin compartir las mismas. Con el fin de semana los tiempos reales que se pasan juntos se incrementan, pero a medida que aumenta la edad de los hijos, las actividades que se comparten en familia son menores. Así pues, al llegar las vacaciones y permanecer la familia más tiempo real junta hace, en muchos casos, aumentar la probabilidad de conflictos. Esto no es siempre de esta forma si nos preparamos y entendemos que las vacaciones son para todos y que todos los miembros de la familia necesitan disfrutar.

Una buena planificación de las vacaciones conlleva un mayor disfrute de las mismas, para que éstas no produzcan un aumento de las tareas cotidianas de obligado cumplimiento. Por ejemplo, todos conocemos algunas mamas o papas que sacrifican y regalan sus vacaciones a la familia, duplicando con las vacaciones sus tareas cotidianas de atención y cuidado a la familia. Sin embargo, un alto grado de actividad puede darse en unas buenas vacaciones, por realizarse por ejemplo intensas actividades deportivas.

Lo importante no es tanto la intensidad de la actividad a realizar, sino el poder cambiar y descansar de la rutina que se realiza durante todo el año, en una palabra desconectas de la rutina que durante el año nos tiene agotados.

jueves, 9 de junio de 2016

Asertividad y eficacia

ASERTIVIDAD
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La asertividad es aquella disposición de las personas para asegurar y afirmar con decisión y seguridad todo lo que uno dice o hace. Se refiere, por tanto a la capacidad que uno tiene para hacer valer sus derechos y expresar sus sentimientos personales. Una persona asertiva defiende sus propios intereses y expresa sus opiniones, de forma eficaz. La asertividad se relaciona también, por lo tanto, con la seguridad que uno tiene en sí mismo y con su propia autoestima.

Por ejemplo, supongamos que hace calor y uno lleva esperando horas en la cola de una taquilla para la compra de entradas de un espectáculo, y una persona, quizás avispada por ello, se cuele en la fila delante de nuestras narices. Ante esta situación cada uno de nosotros podría dar respuestas diferentes a esta persona, que irían desde el total silencio hasta incluso una respuesta agresiva, pasando por una respuesta asertiva. Esta última, sin lugar a dudas es la respuesta más eficaz. Lo ideal es que uno pueda, de manera educada, expresar, a la persona que se cuela, sus derechos para que se hagan valer. Esto que parece tan sencillo, en muchos casos no lo es, ya que ajustar este grado de asertividad para algunos por defecto y para otros por exceso puede llegar a resultar difícil.

Para lograr este ajustado grado de asertividad es necesario tomar conciencia clara y real de lo que son los propios derechos. Hay personas que en un extremo llegan a restringir sus derechos. En estos casos la persona teme hacer valer sus derechos por haber hecho esta restricción, por miedo a invadir el terreno de los demás o por temor a poder llegar a ser rechazado afectivamente. En este caso, la persona tiene claramente un estilo pasivo ante las situaciones donde podría ser asertivo y por lo tanto más eficaz. La principal dificultad de este estilo pasivo es que los demás llegan aprovecharse de ellos y se acumula un estrés fundamentado en la insatisfacción y resentimiento consigo mismo.

Otro grupo de personas, por exceso en el grado de conciencia de sus derechos, llegan a opinar y creerse que tienen derecho a casi todo y sin escrúpulo llegan arrollar los derechos de los demás. Estas personas tienen un estilo agresivo y al igual que el pasivo es muy poco efectivo.

La asertividad se relaciona con otras capacidades y rasgos de Personalidad que ayudan en el ajuste de la misma, pero en su mayor medida ésta depende de un proceso de aprendizaje que comienza en la infancia. Los niños reciben la seguridad a través de sus padres, estos son los que deciden lo que deben o no deben hacer, los que delimitan tanto sus derechos como sus obligaciones. De esta manera los niños aprenden a respetar a los demás, aprenden que no tienen derecho a todas sus apetencias, aprenden a ser consecuentes con sus actos, aprenden a estimar y defender sus propias pertenencias. La escolaridad es una fuente también muy importante en el proceso de aprendizaje de la asertividad. En el colegio, el niño se va entrenar en vivo como defender sus derechos entre sus compañeros e incluso ante los adultos.

Cuando una persona por defecto de su asertividad no es capaz de hacer valer sus derechos le puede llegar a provocar un alto grado de insatisfacción con relación a sí mismo. Para defenderse de esta angustia contenida este tipo de personas utilizan, en muchos casos, los autoengaños con relación a su conducta que le sirven para justificar o excusar su falta de asertividad. Así, en el ejemplo anterior, uno puede engañarse pensando que la persona que interrumpió en la fila seguramente tenía más necesidad que uno mismo, en definitiva más derecho. De esta manera, a las personas que responden de esta forma, les cuesta realmente llegar a ser conscientes de su falta de asertividad.

De igual forma que el niño va aprender en su mundo a ser asertivo, en su familia y en la escuela, el adulto puede aprender, si no llego hacerlo en la infancia, a ser asertivo en su ámbito social. Para ello, en el entrenamiento en asertividad se emplean diferentes estrategias para ir superando pequeños objetivos. Este entrenamiento puede ser guiado por un especialista que ira marcando los pasos a seguir. La persona, comienza por identificar las situaciones en las que desea aumentar su asertividad y analiza cada una de las posibles respuestas a cada situación. El objetivo es que el sujeto aprenda a sentirse bien consigo mismo siendo asertivo, siendo eficaz y vaya adquiriendo mayor autoafirmación y confianza. Es un entrenamiento muy válido que en la mayoría de los casos consigue un alto grado de satisfacción personal.



domingo, 5 de junio de 2016

Atención a las dietas preverano...


                                         LA ANOREXIA

La anorexia nerviosa es trastorno de alimentación que en los últimos años su incidencia ha ido en aumento y que tiene graves secuelas físicas, psicológicas y sociales. Es un trastorno que afecta además del enfermo, a sus familias y al entorno más próximo. 

La anorexia afecta mayoritariamente a mujeres prepúberes o adolescentes y se caracteriza por un gran deseo en pesar cada vez menos, un intenso miedo a la gordura y un peculiar trastorno del esquema corporal. Las conductas más características de la anorexia son una intensa restricción alimentaria, el ejercicio físico exagerado y las conductas de purga (vómitos y uso de laxantes).

En los últimos 30 años la incidencia y prevalencia (el número de casos y la duración media del trastorno) de la anorexia a ido aumentando de forma alarmante en Europa, EEUU y Canadá, llegando a una incidencia global de 0.45%. En España tanto la anorexia como la bulimia aparecen diez años después que en el norte de Europa y tiene de característico la rapidez de su propagación.

El anhelo de adelgazar o de mantenerse delgado se ha convertido en nuestros días en un valor central de nuestra cultura y es un hecho indiscutible su interiorización en todos nosotros. El modelo estético de mujer que impera cada vez con más fuerza es el de delgadez de cintura para abajo y voluminosidad pectoral. La mayoría de nosotros realiza cuanto menos ciertas conductas anoréxicas, dietas, uso de laxantes y otros fármacos que ayudan adelgazar, ejercicio...

Todos los medios de comunicación y divulgación nos muestran constantemente el estereotipo de cuerpos delgados y distintos métodos de adelgazamiento. Cada día resulta más complicado ir de compras y no dejarse el pellejo en los probadores para encontrar un pantalón de nuestra talla. Interiorizamos de alguna manera la necesidad de estar delgados para gustar y para poder sentirnos bien.
 
Los factores causales de la anorexia son biológicos, psicológicos, sociales y familiares y por ello se hace difícil distinguirlos de los factores precursores, ya que por ejemplo hacer una dieta es una condición necesaria pero no suficiente para que se dé el trastorno.

El tratamiento de la anorexia combina un tratamiento médico, psiquiátrico, psicológico, social, familiar y grupal, con ingreso hospitalario o de forma ambulatoria dependiendo del paciente, de la gravedad e intensidad de los síntomas en cada momento y de su cronicidad. Una de las dificultades con las que nos encontramos en el tratamiento de este trastorno es la falta de conciencia de los pacientes de su enfermedad. Es necesario hacer un diseño de intervención individualizado que abarque toda la problemática que presente el paciente. Un diagnostico precoz de esta patología es fundamental, por lo que los padres, familiares más cercanos, educadores y amigos tienen que estar más alerta de los síntomas de alarma para concienciar al paciente y acudir a un profesional.

SINTOMAS DE ALARMA

·        Pérdida significativa de peso.
·        Preocupación exagerada por la figura y el peso.
·        Amenorrea en las mujeres.
·        Ejercicio excesivo
·        Pertenencia a grupo de riesgo: atletas, ballet, modelos...

A los padres, familiares, educadores y un poco a todos nos toca intentar prevenir a nivel primario la anorexia y para ello encuentro distintas maneras:

·        Tener una buena información de la enfermedad y sus riesgos reales.
·        Modificar o corregir las conductas precursoras como son las dietas.
·     Detención del grupo de riesgo, sobre aquellos que se sienten insatisfechos con la imagen corporal, tienen complejos, etc.
·     Correcta educación alimentaria. Si uno practica conductas anoréxicas de dietas y preocupación por perder peso es seguro que trasmita esto a sus hijos y estos traten de imitarlos.
·        Sensibilización del peligro para la salud de las restricciones alimentarias.

Ser consciente del gravísimo problema es un buen paso para no caer en las redes de la actual cultura de la delgadez.

miércoles, 1 de junio de 2016

TICS, MORDERSE LAS UÑAS, ARRANCARSE EL CABELLO...

HABITOS NERVIOSOS

Todos poseemos conductas que son hábitos y éstos son normales hasta que interfieren en el desarrollo de otras conductas. Los hábitos nerviosos pueden aparecer en cualquiera de nosotros y en cualquier momento. Aunque en ocasiones forman parte de una sintomatología de una patología, en otras pueden darse aisladas e incluso podemos encontrarnos completamente adaptados a las mismas.

Los hábitos que más frecuentemente conocemos son los tics, morderse las uñas, e incluso el tartamudeo. Otros hábitos, como arrancarse el cabello, también son frecuentes aunque parece que los que los poseen saben esconderlo. Y parece que, ante la falta de control que producen estas conductas, los que las tienen sientan vergüenza ante las mismas y traten por ello de esconderlas.

Las encuestas y estudios que se han realizado sobre la frecuencia de los hábitos nerviosos nos indican que algunos de estos hábitos son tan comunes que todos podríamos estar seguros que la mayoría de nuestros amigos han tenido uno o más de estos hábitos en algún momento de su vida. Lo que sucede es que también en la mayoría de los casos han conseguido ocultarlo e incluso eliminarlo. Así las cifras de morderse las uñas rondan el 45% en niños durante la pubertad y el 10 % en adultos. Probablemente, se puede decir que una de cada cien personas padece un tics nerviosos y en cuanto a tirarse del cabello se calcula que el 10% se ha tirado del mismo en alguna época y un 4% lo hace en este momento.

Estos hábitos se caracterizan por tener un desarrollo gradual en el tiempo. Muchas veces pueden producirse como una conducta normal (como puede ser chuparse el dedo después de la toma del biberón), y en muchas ocasiones se dan por la imitación de esa misma conducta. Si pensamos en ello seguro que encontramos que hemos aprendido de nuestros padres algunos hábitos que en cierta medida no sirven para nada. Una vez que se aprende cierta conducta, se va consolidando progresivamente para llegar a ser un hábito y hasta llegar a realizarlo de manera casi o totalmente inconsciente. 

Esta sería la segunda característica de estos hábitos nerviosos, la falta de conciencia cuando se está realizando. Aunque nos parezca estraño, a los que no tenemos estos hábitos, esta claro que en la mayoría de los casos uno no se da cuanta de que esta realizando dicho hábito. Por eso, puede llegar a resultar tan difícil extinguir esta conducta, porque los sujetos no son conscientes de su realización.

Cuando los hábitos son sencillos y no van asociados a otras patologías, el tratamiento, generalmente es fácil y eficaz. Comienza con una motivación y concienciación del hábito, con un registro del mismo para conocer su frecuencia, duración, intensidad y los momentos en los que se da, para así diseñar la estrategia a seguir y poder eliminarlo. 

Simplemente con la auto-observación, que aumenta la conciencia del hábito y con el registro del mismo, se puede analizar ya una progresiva disminución de la frecuencia del hábito en poco tiempo, ya que con ello se consigue aumentar no sólo la conciencia sino también el autocontrol de la persona sobre su hábito en el momento en que se da.

En algunas ocasiones no resulta tan fácil de superar, y el hábito se resiste a desaparecer. A veces, el hábito tiene efectos secundarios reforzadores que hacen que sea difícil de extinguir. En otras ocasiones es parte de alguna patología y no se puede tratar al margen de la misma. La realidad es que existen distintas técnicas que nos ayudan a controlar o eliminar estas conductas que pueden llegar a interferir en nuestra vida cotidiana.

Los tratamientos que se diseñan para conseguir el dominio del hábito no utilizan el castigo en ningún momento, sino que se anima constantemente a la persona que lo realiza. Consiguen aumentar considerablemente la confianza en sí mismo, hacen desaparecer situaciones embarazosas y, generalmente, se obtiene la satisfacción de llegar a encontrarse más cómodo en las situaciones sociales y cotidianas.