La asertividad es
aquella disposición de las personas para asegurar y afirmar con decisión y
seguridad todo lo que uno dice o hace. Se refiere, por tanto a la capacidad que
uno tiene para hacer valer sus derechos y expresar sus sentimientos personales.
Una persona asertiva defiende sus propios intereses y expresa sus opiniones, de
forma eficaz. La asertividad se relaciona también, por lo tanto, con la
seguridad que uno tiene en sí mismo y con su propia autoestima.
Por ejemplo, supongamos
que hace calor y uno lleva esperando horas en la cola de una taquilla para la
compra de entradas de un espectáculo, y una persona, quizás avispada por ello,
se cuele en la fila delante de nuestras narices. Ante esta situación cada uno
de nosotros podría dar respuestas diferentes a esta persona, que irían desde el
total silencio hasta incluso una respuesta agresiva, pasando por una respuesta
asertiva. Esta última, sin lugar a dudas es la respuesta más eficaz. Lo ideal
es que uno pueda, de manera educada, expresar, a la persona que se cuela, sus
derechos para que se hagan valer. Esto que parece tan sencillo, en muchos casos
no lo es, ya que ajustar este grado de asertividad para algunos por defecto y
para otros por exceso puede llegar a resultar difícil.
Para lograr este
ajustado grado de asertividad es necesario tomar conciencia clara y real de lo
que son los propios derechos. Hay personas que en un extremo llegan a
restringir sus derechos. En estos casos la persona teme hacer valer sus
derechos por haber hecho esta restricción, por miedo a invadir el terreno de
los demás o por temor a poder llegar a ser rechazado afectivamente. En este
caso, la persona tiene claramente un estilo pasivo ante las situaciones donde
podría ser asertivo y por lo tanto más eficaz. La principal dificultad de este
estilo pasivo es que los demás llegan aprovecharse de ellos y se acumula un
estrés fundamentado en la insatisfacción y resentimiento consigo mismo.
Otro grupo de
personas, por exceso en el grado de conciencia de sus derechos, llegan a opinar
y creerse que tienen derecho a casi todo y sin escrúpulo llegan arrollar los
derechos de los demás. Estas personas tienen un estilo agresivo y al igual que
el pasivo es muy poco efectivo.
La asertividad se
relaciona con otras capacidades y rasgos de Personalidad que ayudan en el
ajuste de la misma, pero en su mayor medida ésta depende de un proceso de
aprendizaje que comienza en la infancia. Los niños reciben la seguridad a
través de sus padres, estos son los que deciden lo que deben o no deben hacer,
los que delimitan tanto sus derechos como sus obligaciones. De esta manera los
niños aprenden a respetar a los demás, aprenden que no tienen derecho a todas
sus apetencias, aprenden a ser consecuentes con sus actos, aprenden a estimar y
defender sus propias pertenencias. La escolaridad es una fuente también muy
importante en el proceso de aprendizaje de la asertividad. En el colegio, el
niño se va entrenar en vivo como defender sus derechos entre sus compañeros e
incluso ante los adultos.
Cuando una persona por
defecto de su asertividad no es capaz de hacer valer sus derechos le puede
llegar a provocar un alto grado de insatisfacción con relación a sí mismo. Para
defenderse de esta angustia contenida este tipo de personas utilizan, en muchos
casos, los autoengaños con relación a su conducta que le sirven para justificar
o excusar su falta de asertividad. Así, en el ejemplo anterior, uno puede
engañarse pensando que la persona que interrumpió en la fila seguramente tenía
más necesidad que uno mismo, en definitiva más derecho. De esta manera, a las
personas que responden de esta forma, les cuesta realmente llegar a ser
conscientes de su falta de asertividad.
De igual forma que el
niño va aprender en su mundo a ser asertivo, en su familia y en la escuela, el
adulto puede aprender, si no llego hacerlo en la infancia, a ser asertivo en su
ámbito social. Para ello, en el entrenamiento en asertividad se emplean
diferentes estrategias para ir superando pequeños objetivos. Este entrenamiento
puede ser guiado por un especialista que ira marcando los pasos a seguir. La
persona, comienza por identificar las situaciones en las que desea aumentar su
asertividad y analiza cada una de las posibles respuestas a cada situación. El
objetivo es que el sujeto aprenda a sentirse bien consigo mismo siendo
asertivo, siendo eficaz y vaya adquiriendo mayor autoafirmación y confianza. Es
un entrenamiento muy válido que en la mayoría de los casos consigue un alto
grado de satisfacción personal.
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