domingo, 11 de septiembre de 2016

SONRISA PERDIDA DE LA INFANCIA

  
Otra historia de vida....

Otra noche que me despertó, esta vez con un fuerte ruido. Me asome a la cama de abajo y mi hermana seguía dormida. Entraba luz por la puerta. Mi madre hablaba a mi padre en bajito, parece que mi padre se había caído y se levantó gritando a mi madre con insultos y no sé qué más…la historia se repetía. Mi madre se ponía en nuestra puerta para que mi padre no entrara y volvían los golpes. Mi cuerpo era como una estatua de hielo, hasta que parecía que la cosa se calmaba y se apagaba la luz…al rato se escuchaban los ronquidos de mi padre y volvía la luz y el sonido del grifo del baño. Era seguro que mi madre estaba lavando algo, aunque creo que lo que sonaba eran las lágrimas de mi madre.

Los ronquidos seguían y me asome. Mi madre enseguida me arropo y me devolvió a la cama con un “no pasa nada cariño”. Por la mañana mi pijama tenía sangre y en la cara de mi madre había marcas Y arañazos.

Como era posible que mi padre que era tan bueno, algunas noches se convirtiera en aquel monstruo…no sé qué pasaba. Por la mañana estaba ahí tan cariñoso con mi madre, había hecho el desayuno, y no hacía más que decir cosas bonitas a mama.

“Ven aquí Clara, mira que rico esta esté bizcocho que ha hecho mama”. Mi madre, sin embargo, estaba como bloqueada, sin decir nada y con una mirada que me pedía que olvidara otra vez lo de anoche y siguiera la corriente a papa.

Sara, mi hermana entro en la cocina y ya no pude decir nada.

Mi madre tiene una pequeña papelería muy cerca de nuestra casa. Era de mis abuelos, pero ahora se encarga ella de todo. Sobre todo cuando empieza el cole, hay mucho lio y es cuando mi tía Clara ayuda a mama.  Mi hermana y yo nos quedamos en la trastienda todas las tardes haciendo los deberes hasta que nos vamos a casa.

Mi padre tenía un camión de los grandes y viajaba por todo el mundo. Pasaba mucho tiempo fuera y siempre venía cargado de regalos. Todo era genial. Luego algo paso, algo se rompió en el camión que no podía arreglarse y ya dejo de hacer esos viajes. Fue entonces cuando mi padre volvía tarde a casa y nos daba miedo.

Ahora conduce un autobús de excursiones a la playa que lleva abuelos. Pero esto no le gusta mucho y no nos cuenta nada de sus viajes como hacía antes, ni nos trae regalos. Ya no está tanto tiempo fuera y siempre regresa de noche. Ya no queremos que vuelva, porque cuando estamos solas todo está tranquilo.

Aquella tarde mi madre ya no estaba tranquila, creo que sabía que papa vendría por la noche. Nos acostó pronto y eso que era sábado. Yo no quería dormirme por si acaso, pero debí quedarme dormida hasta que los gritos de mi hermana me despertaron. Mi padre la había sacado de la cama haciéndola daño y gritando a mi madre algo de que no sabía si él era el padre de mi hermana y de lo que hacía mi madre en la tienda cuando él no estaba. Cuando me levante vi a mi madre tirada en el suelo y a mi padre amenazante. Yo suplicaba a mi padre para que soltara a mi hermana hasta que me empujó y después a mi hermana. Mi madre gritaba desde el suelo, pero no sé por qué no podía moverse. Mi hermana gritaba entre llantos a mama y mi padre se ponía cada vez más nervioso. Volvió a coger a mi hermana y empezó a pegarla y darle patadas. Mi madre inmóvil en el suelo gritaba y yo me abalance contra mi padre, pero me derribo de un manotazo. Algo debió darme en la cabeza, pues ya no me acuerdo de más.

Me desperté con fuerte dolor de cabeza. Estaba en un hospital. Mi abuela cogía mi mano. Mi hermana y mama estaban también en el hospital en otra habitación. Parece que papa siguió pegando a mi hermana hasta que el mismo llamo a mi tía Clara, antes de irse. Mi madre tenía las piernas rotas y mi hermana tenía muchas heridas y algo roto por dentro, pero ya había pasado el peligro. Por lo visto había perdido mucha sangre, pero ya estaba estable. Mi abuela lloraba y repetía que ella ya lo sabía y que se lo había dicho a mama muchas veces.

Mi abuela me acompaño a ver a mi hermana. Mi madre estaba allí en una silla con las piernas escayoladas llena de marcas y vendas. Estaba sin parar de llorar en silencio, como lo hace por las noches y yo la oigo. Mi hermana estaba todavía dormida, con vendas y, moratones y heridas en la cara. Pobrecita esto le iba a doler mucho. Yo empecé a llorar como mi madre.

Tardamos meses en recuperarnos. Mi hermana está bien, pero ha perdido su sonrisa. Se asusta por todo. Aunque estamos protegidas por la policía, seguíamos teniendo miedo de que mi padre vuelva. Mi abuela dice que la policía no le va a detener.







No hay comentarios:

Publicar un comentario