AUTOCONTROL
El autocontrol se refiere al control que ejercen nuestras capacidades cognitivas racionales sobre las manifestaciones de nuestras emociones, pensamientos y acciones. El autocontrol conjuga aquellos comportamientos que una persona realiza corrientemente para lograr unos resultados determinados por ella misma. De tal forma, se regulan conductas que a la larga tienen consecuencias negativas. Cuando uno pone en marcha estos mecanismos se priva generalmente de recompensas inmediatas para tener a largo plazo recompensas mayores.
Todos ejercemos autocontrol sobre nuestras conductas cotidianas, nos ponemos distintos límites a determinadas conductas al seleccionar una u otra actividad, nos abstenemos de un exceso en particular y/o actuamos en ocasiones de forma distinta a lo que se hubiera esperado siguiendo nuestros impulsos.
Existen distintas maneras de llevar a cabo este autocontrol. Podemos hacer uso de la restricción física cuando queremos por ejemplo, evitar ver algo y nos tapamos o cerramos los ojos. También se pueden cambiar las condiciones de los estímulos, por ejemplo, adelantamos nuestro reloj para evitar llegar tarde. Se puede emplear una respuesta incompatible para evitar otra, así podemos reír para evitar ciertas emociones. Utilizamos también en el autocontrol el autorefuerzo y /o autocastigo para garantizarnos la realización de una determinada tarea, y así aunque no tengamos ningún refuerzo inmediato al realizar una tarea, nuestra propia satisfacción por el esfuerzo y/o gratificación que nos hagamos, funcionará como tal refuerzo y nos anima a la realización de tal tarea.
Todas estas maneras de llevar a cabo el autocontrol en nuestra rutina cotidiana, nos permite controlar nuestra conducta y así nos comportamos de una determinada manera para evitar con ello otra conducta o respuesta controlada (puedo comer chicle para evitar fumar, por ejemplo).
El autocontrol se aprende. Los niños más pequeños se encuentran bajo el control de sus padres o adultos cuidadores (profesores, tutores, etc.) dado que aún no son capaces de tener este autocontrol. Si dejamos una caja de chucherías a un niño pequeño este no tiene autocontrol suficiente para limitarse la ingesta de los dulces y se los tomara todos. Por eso el adulto es el que debe ponerle el límite de los dulces a tomar y con ello ir enseñando este autocontrol.
Los adultos establecemos a los más pequeños unas metas u objetivos y les proporcionamos las conductas para su logro. El niño va a ir aprendiendo por medio de este moldeamiento las estrategias necesarias para tener un buen autocontrol. Cuando empiezan a poner en marcha estas estrategias dado que los adultos ya no ejercen con tanta frecuencia ese tutelaje (durante la adolescencia) inevitablemente les cuesta no tener una respuesta inmediata a sus acciones, pero será de su propia experiencia como van a ejercer ese autocontrol. Durante esta época del desarrollo, los adolescentes necesitan en ocasiones, por un lado que sigan siendo los adultos los que les pongan los límites, pero por otro y en la medida que van asumiendo responsabilidades y van aplicando y poniendo en práctica distintas estrategias de autocontrol, van a ir asumiendo tal comportamiento. Demandan libertad en los límites que los adultos les ponen aunque no estén preparados para ponerse así mismo ese control. Por ello es un fase delicada de trasvase de control que conlleva su tiempo.
No se puede establecer una edad determinada para que uno pueda autocontrolarse en su justa medida, depende del propio aprendizaje y experiencia de cada uno, pero es importante no correr e intentar cuidar este control en los niños desde muy temprana edad.
Tanto el exceso como el defecto de este autocontrol no son buenos y pueden llegar a ser patológicos. Es preciso en algunos casos ajustarlo dado que la falta de un buen autocontrol le puede llegar a crear a la persona un alto grado de insatisfacción personal. Existen distintas técnicas de modificación de conducta para lograr fines terapéuticos específicos en relación al ajuste del autocontrol. Estas están basadas en las que desempeñamos de manera natural en nuestra vida cotidiana.
En muchas técnicas de autocontrol puede necesitarse algún entrenamiento preliminar para trasmitir tanto los principios que respaldan la técnica como sus requerimientos. Una vez realizado el entrenamiento inicial, la persona puede llevar a la práctica, de manera guiada, la intervención de tratamiento y determinar las situaciones y comportamientos a los que aplicar dichas técnicas.
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