domingo, 20 de marzo de 2016

LECHE CON GALLETAS

LECHE CON GALLETAS (TERCERA HISTORIA DE VIDA)

Nací muy lejos de aquí, en África, en  el Congo. Hoy vivo en España con mi padre y su familia. De lo que no me olvido es del hambre que pasábamos mis hermanos y yo, durante el tiempo que he estado allí. La hora de la comida era el mejor momento del día y es que allí comíamos solo una vez cada día. Vivía junto a mis padres y mis hermanos que en realidad hoy se que son mis tíos y mis primos. Vivíamos en una casa baja que solo tenía una habitación. En ella guardábamos nuestras cosas y dormíamos mis tres hermanos y yo junto a mis padres. Yo era el tercero, pero mi primo, el segundo, solo me saca unos meses. Para mi éramos una familia muy unida, que pasaba hambre como todas las de allí. A pesar de ello nunca nos peleábamos por la comida y estábamos contentos.

Mi madre se ocupa de guisar la comida y de cuidar al pequeño de mis primos, que con más de un año tomaba todavía el pecho y por ello lo tenía casi siempre encima de ella. Los mayores íbamos a la escuela, que es muy diferente de la que tengo aquí, pero donde tenía amigos y un profesor que me enseña muchas cosas. Mis hermanos, buenos mis primos, (y es que no me acostumbro), mis primos y yo íbamos juntos a la escuela y por la tarde nos las pasamos jugando en la calle o haciendo algún recado para mi madre o alguna vecina. Mucha gente de aquí se va del país a buscar suerte en otros lugares. Mis hermanos y yo ya  habíamos planeado irnos cuando fuéramos mayores.

Mi padre del Congo apenas estaba con nosotros, se pasaba todo el día buscando algún trabajo en la ciudad. Pasaban semanas sin que le viéramos. Cuando volvía siempre nos traía algún regalo, como pan, fruta o chocolatinas. Mi madre siempre estaba con nosotros, nos cuidaba con mucho cariño, aunque muchas veces tenía que regañarnos, pero en general nos llevábamos muy bien y apenas nos peleábamos.

Un día, cuando tenía nueve años, mis padres me contaron que nací de otra mama y al nacer, ella se murió (no es raro esto aquí). Mi madre del Congo, en realidad era una prima de mi verdadera mamá, pero ella me quiso desde que nací y me cuidó desde entonces junto a su marido y sus hijos, por eso me llevo solo dos meses con mi hermano. Mi verdadero padre, el de España, se apeno mucho cuando se murió mi madre y se fue a otro país buscando mejorar su vida y la de sus hijos. Mi padre además tenía dos hijos mayores de su primera mujer, hermanos míos que yo no conocía.

La noticia que me estaban contando mis padres del Congo era como la de un sueño, no podía ser verdad. Mis dos hermanos mayores que no conozco, hijos de la primera mujer de mi padre, iban a venir a buscarme para reunirnos con mi padre en España. En este país vive mi padre con su tercera mujer y allí tengo también otros hermanos. La verdad es que me costo digerir todo esto, tengo otros hermanos, tengo un padre que me ha mandado dinero para vivir estos años y ahora me lo manda para irme con él. Todo era una sorpresa. Estaba alegre porque se me abrían las puertas a una salida de la dura vida del Congo, pero al mismo tiempo se me hacía difícil pensar en tener que dejar a mi familia de aquí.

No tuve tiempo apenas para despedirme. No quería separarme de mis hermanos y de mis padres en el Congo, pero salir de aquí nos ayudaría a todos. Yo iría a España a estudiar y conseguir dinero para que mi familia pudiera irse conmigo a España. Este cambio debía ser una puerta abierta para todos.

Todos estábamos muy tristes con mi marcha. Mi madre se las arreglo para conseguirme una bolsa y meter en ella algo de ropa y comida para el viaje. Todo estaba preparado y al fin llegaron mis hermanos mayores de 16 y 18 años de edad. Yo casi tenía 11 años que cumpliría en España junto a mi nueva familia.

El viaje fue muy cansado, muy lento, parecía que nunca íbamos a llegar. Mis hermanos hablaban solo entre ellos de sus cosas y apenas se dirigían a mí, ni respondían a mis preguntas, ellos no sabían. Solo me dijeron que yo no era su hermano, solo un familiar y que iban a España solo un año, después iban a Francia, donde estaba otro familiar cercano que les esperaba. No mostraron el menor interés por mí, yo era como parte del precio que pagaban por ir a España.

Por fin llegamos, pero la llegada no fue muy buena y tampoco el encuentro con mi nueva familia. No parecía que estuvieran contentos con nuestra llegada o así creo que me lo pareció desde el principio. Mi padre tenía una tercera mujer y tenía dos hijas de 7 y 3 años de edad. Mi nueva madre estaba embarazada y esperaba gemelos, por eso estaba muy gordita y cansada. Mi nueva madre me rechazo desde mi llegada que se la había impuesto mi padre y me dejo claro que haría lo que fuera por mandarme de nuevo al Congo. Mi familia vivía en una casa en la ciudad de Madrid. Esta casa tenía muchas habitaciones. En una se cocinaba, en otra dormíamos mis hermanos y yo, en otra mis hermanas, en otra mis padres y en la más grande comíamos y a veces nos dejaban ver la televisión. 

La vida aquí era muy diferente. Lo mejor es que comíamos tres veces al día, por la mañana tomábamos leche con galletas, por la tarde en el colegio comíamos cada día una cosa diferente y por la noche podíamos tomar también leche con galletas. Además teníamos televisión en la casa.

Yo hablaba en francés con mi padre y enseguida empecé a entender el español y hablarlo. En el colegio de aquí se aprende muy deprisa y muchas cosas. Al principio no tenía muchos amigos, porque apenas nos entendíamos y yo era bastante diferente a los de aquí, soy negro. Algunos profesores son muy buenos y se han preocupado de enseñarme muchas cosas. Todos se sorprendieron de lo pronto que aprendí el español y de mi gran interés, aunque aquí es todo más difícil.

Con mis hermanas me lo paso muy bien, aunque a veces nos enfadamos. Pasamos mucho tiempo, juntos en casa. Mi padre es muy serio y siempre me dice lo que tengo y no tengo que hacer, muchas veces después de que se lo diga mi madre que le dice: “díselo a tu hijo”. Mis hermanos mayores se pasan el día fuera de casa. Vienen por la noche, cenan de su comida que ellos se compran y se van a nuestro cuarto, donde yo solo puedo entrar a dormir. Tengo un colchón que saco de debajo su litera.

Mi madre o madrastra no es buena conmigo, ella dice que no me quiere aquí, soy solo un gasto más y ya tienen bastante. Siempre se enfada con mi padre por haberme traído. Yo soy obediente para que no se enfade, pero todo le molesta. Si juego con mis hermanas me regaña porque no puedo jugar con sus hijas, si no juego tengo que encargarme de jugar con ellas y luego me hace recoger todo y me regaña solo a mí. Lo peor es que se pasa el día diciéndome que me va a mandar otra vez a mi país. Ella era de Camerún, creo.

Un día mi madre se puso mala y es que iba a tener a los bebes, aunque decían era demasiado pronto. Ella, antes de irse de casa al hospital, estaba muy enfadada y después de despedirse de mis hermanas me dijo que en cuanto volviera me mandaría a mi país, se lo dijo a mi padre, o que me iba yo o se iba ella con mis hermanas. Yo no había hecho nada para que me regañara, pero siempre estaba enfadada conmigo y por eso mi padre también al final la tomaba conmigo. Cuando mi madrastra se fue yo desee que no volviera nunca a casa para que me pudiera quedar aquí en España.

Mi padre se fue con mi madre al hospital y allí estuvieron muchos días, mi padre venía alguna noche a traernos leche y galletas y siempre enfadado nos regañaba porque estaba todo revuelto. Yo me ocupaba de mis hermanas y hacíamos por la tarde los deberes y tomábamos leche con galletas. Mi hermana pequeña no quería comer nunca, pero era muy divertida. Después jugábamos. Por la mañana mis hermanos nos despertaban antes de irse y nosotros tomábamos el desayuno y nos íbamos al cole. A veces no nos cambiábamos de ropa en unos días porque la ropa sucia estaba amontonada en la cocina.

Un día vino mi padre y parecía loco, hablaba solo con mi madre y estaba enfadado y triste. Los bebes habían nacido, un niño y una niña, y mi madrastra se había muerto. Pareció como si yo la hubiera matado, porque desde entonces mi padre siempre se enfadaba conmigo más de que lo hacía ella. En el fondo yo también me sentí culpable, no quería que volviera, pero no que muriera. Mis hermanas se pusieron muy tristes y desde ese día mi hermanita pequeña se pasaba el día llamando a su hermana  o a mí para protegerla, porque su muñeca no dejaba de pegarla. Pobrecitas, echaban de menos a su madre como yo a la que había dejado en el Congo. Mi hermana que me sigue también estaba muy triste y hacía de mama de la más pequeña. Se pasaba el día comiendo galletas y se estaba poniendo muy gordita.

Los bebes eran muy chiquititos porque habían nacido antes de tiempo y se tenían que quedar en el hospital durante mucho tiempo. Mi padre tenía que ir allí todos los días después de trabajar, así que apenas le veíamos, pero cada día estaba más triste y más viejo, yo creo que estaba cansado y cuando llegaba se enfadaba por todo. Un día nos dijo que nuestro hermano varón se había muerto y que en realidad era lo mejor. No parecía ya muy afectado. Mi hermanita pequeña seguía quejándose de que su muñeca la pegaba. Mi otra hermana seguía comiendo muchas galletas y seguía engordando.

Mis hermanos mayores solo venían a dormir y le daban un dinero a mi padre por ello, pero le decían que estaban hartos de nosotros y que enseguida se iban a ir a Francia.

Un día que mi padre vino antes de que nos acostáramos, se enfado mucho porque la cocina estaba sucia y sin recoger. Habían sido mis hermanos que habían cocinado y se habían ido. Nosotros estábamos viendo la tele. Mi padre se enfado sobre todo conmigo por la cocina y por todo lo que había pasado. Parecía que quería pegarme, yo me escape y entonces me lanzo un vaso a la cabeza, que al esquivarlo dio en la televisión rompiendo la pantalla. Después mi padre se enfureció y me dio unas bofetadas, pero enseguida se calmo y se fue. Yo creo que tomaba pastillas y estaba muy raro.

A pesar de todo yo quería quedarme en España y no estaba enfadado con mi padre. Mi padre nos llevó a mí y a mis hermanas a una psicóloga porque nos portábamos mal. Yo tenía que estudiar mucho y ganar dinero para traerme a España a mi familia del Congo.

Un día llego papa con el bebe a casa, era muy chiquitina y se pasaba el día y la noche llorando. Ya casi no podíamos dormir. Por la noche mi padre no la oía y mi hermana y yo nos levantábamos para acunarla y darla de comer. Por el día venía una señora a cuidarla que estuvo poco tiempo porque se comía la comida de mis hermanos y se llevo algunas cosas. Luego vino otra que cuando estábamos en casa nos pegaba para que atendiéramos nosotros al bebe. Mi casa era un lió. Cuando mi padre echo a esta señora me quedaba yo a cuidar al bebe y no iba al colegio. Pero yo no sabía muy bien cambiar al bebe, así que tenía que esperar a que viniera mi padre por la noche y el bebe lloraba mucho y entonces mi padre nos regañaba. Creo que desde el colegio también regañaron a papa.

Después vino otra cuidadora que por la mañana dejaba al bebe solo en casa y ella se iba hacer recados. Un día cuando volvimos del colegio el bebe no estaba y mi padre nos dijo que se la había llevado a un sitio donde la iban a cuidar y que también nosotros íbamos a ir a otro sitio. Mi padre estaba muy triste pero tranquilo.

Todo fue rapidísimo, ese mismo día recogimos nuestras cosas y mi padre nos llevó a un centro, como un internado, donde todavía vivimos. Allí nos asignaron como a casitas diferentes, aunque al final nos pusieron juntos a los tres. Una vez en semana íbamos a ver al bebe que estaba en otro sitio igual que nosotros pero con niños más pequeños. Allí nos encontrábamos con papa que también venía a vernos. Los domingos mi padre nos iba a buscar y pasábamos el día en la casa. Mi padre estaba más tranquilo y había dejado de regañarme por todo.

La residencia estaba bien y tengo amigos. Nos tratan muy bien y nos dan distintas comidas cuatro veces al día. Mi educadora me regaño al descubrir que tenía guardada en mi armario la comida que no podía comerme. Ojala hubiera podido mandar toda esta comida a mi familia del Congo. Ya lo haré cuando sea mayor y pueda trabajar aquí.

De momento seguimos en la residencia, en la que llevamos casi un año. Los fines de semana salimos a mi casa que ha cambiado mucho. Mis hermanos mayores ya se fueron a Francia, por cierto sin despedirse. Mi padre tiene todo más recogido y limpio. A mis hermanas les ha comprado una litera nueva y yo, los fines de semana que vamos, duermo en la de mis hermanos. Por la noche cenamos cosas que nos cocina mi padre y a veces nos da papilla de mi hermana bebe que esta muy rica.

Mi padre ya no esta tan enfadado conmigo y según me cuentan los educadores de la residencia esta trabajando mucho para que volvamos todos a casa. El no ha dejado nunca de venir a vernos y de traernos todo lo que le han pedido. Mi hermana, la que me sigue ha adelgazado mucho y esta casi más alta que yo y mi hermana pequeña ha dejado de pelearse con sus muñecas. Yo las quiero mucho a las dos y también al bebe que ya casi anda y es que es todavía muy pequeñita.

Ahora estoy más tranquilo y estudio y juego mucho. Por fin he escrito cartas al Congo y me han escritos mis hermanos y mis padres de allí. Mis hermanos quieren venir y yo espero que algún día pueda reunir el dinero suficiente para que vengan.


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