jueves, 29 de diciembre de 2016

"Cuento de Navidad"

             CUENTO DE NAVIDAD


Llego la lluvia. Miraba por la ventana como las gotas resbalaban en el cristal y se fundían unas con otras en un charquito que surgía más abajo. Hacia calor y al abrir un poco la ventana, bruscamente muchas de las gotas se precitaron al vacío. Cuánto se parecen estas gotas a las que caían en mi casa y sin embargo que diferentes me parecen aquí.

 Aquí llevo ya ocho meses y por suerte tengo un trabajo. Un trabajo que me mantiene activa casi todo el día, pero es a por el trabajo que vine. La nueva rutina ha envuelto mi vida. Es mejor no tener mucho tiempo para pensar lo triste que me encuentro. La rutina y el trabajo me ayudan en mi añoranza.

Un día que tenía la tarde libre y hacía mucho calor para dar un paseo, decidí escribir una carta y la llevé al correo. A la vuelta me tropecé al bajar un escalón, y caí al suelo. Todavía me duele el tobillo. Alguien me ayudo a levantarme. Era un chico de unos 11 años de edad. Tenía el pelo del color de las amapolas y la cara llena de pecas. Fue muy amable, me acompaño hasta un banco donde decidí quedarme un rato. El chico decidió acompañarme y se sentó a mi lado.

“Gracias chico eres muy amable”. Le dije.
           
“¿Te duele mucho?”, me pregunto.

“Estoy bien, pero me duele el tobillo, descansaré un poco para que se me pase”.
           
“Me llamo Juan, y mi padre que es médico podría curarte. También tienen el pelo de este color”.

“Te lo agradezco Juan, pero no puedo pagar un médico, además ya se me pasa. Me gusta el color de tu pelo”. Le dije.

“¿En serio? ¿Estás de broma o qué?, no me gusta tener este pelo, cuando sea mayor y me dejen, me lo pondré de color marrón. Los chicos de mi clase se meten con mi pelo y me llaman tomate”. Contestó Juan.

“A mi me parece que tu pelo es distinto y por eso no es peor, al contrario, seguro que en tu cole no hay nadie que tenga el pelo como tu”.

“Si, hay una profesora que lo tiene así, pero con ella no se meten porque es mayor”.

“Sabes lo que te digo Juan, que yo también soy diferente porque mi casa y mi familia están muy lejos y porque el color de mi piel es más oscura. Además, parece que a los demás no les gustamos mucho los que venimos de fuera. No somos tan diferentes.

“Yo no quiero ser diferente yo quiero ser igual que los demás”. Afirmó Juan.

“Seguro que cuando a un chico de tu clase le da un premio, porque ganó una competición, a todos les parece estupendo y les gustaría estar en su lugar y sin embargo ese chico es atractivo y todos queréis ser como él porque tiene algo que los demás no tienen”.

“Jolín, un premio es algo muy especial.”

“Es algo muy especial porque solo uno lo gana y todos lo quieren y además porque para el que lo tiene es algo bueno. Tener el pelo rojo es distinto, es original, pero si a ti no te gusta, a los demás tampoco les va a gustar”.

Así seguimos hablando de nuestras diferencias y cuando se fue Juan me quede pensando en ello. Es verdad que si uno quiere sentirse especial por ser diferente a veces es difícil cuando los demás que te rodean no te dejan. Siempre seré especial para los que me quieren, pero quizás no tan diferente.

Cuando llevaba un rato pensado escuche como alguien corriendo se acercaba. Era Juan. Me dio un beso y se despidió con un “Gracias”.

Al día siguiente, cuando bajé a por el pan quise pasar por aquel banco buscando a Juan. ¿Por qué? Sentí que éramos muy iguales y muy distintos, pero ambos compartíamos el rechazo de mucha gente por se distintos. Juan no estaba por allí. A partir de ese día cada vez que tenía que salir algún recado me pasaba por allí, pero Juan no estaba.

Realmente un chico de su edad no tenía porque acordarse de aquella gordita que se resbaló y le dio el mismo sermón seguro que otros adultos.

No he encontrado mucha gente en este país que me aprecie sin importarle nada que sea diferente. Algunos, seguramente por miedo, rechazan lo desconocido. ¿Miedo de qué? Creo que yo he sentido muchas veces ese miedo, miedo a lo desconocido, es un miedo muy humano.

Por fin un día encontré a Juan. No fue precisamente en aquel banco, estaba en un parque muy cerquita, jugando a la pelota con un montón de amigos. Me quede un buen rato observando todos sus movimientos. Se desenvolvía bien con sus amigos. No parecía tener ningún trato especial, ni que tuviera conflictos. Decidí no interrumpir y di media vuelta cuando alguien me llamó por mi nombre. Era un hombre que enseguida relacione con Juan. Tenía su mismo pelo.

“Perdóneme, pero mi hijo me contó... Disculpe soy el papa de Juan. El día que usted se tropezó y habló con Juan, no era un buen día para él y sin embargo volvió a casa como más seguro. Enseguida notamos que tenía algo que contarnos. Disculpe a Juan por contarnos su historia. Es usted muy valiente. Por fin nos encontramos. Si le parece, a mi esposa y a mi nos gustaría ofrecerle nuestra amistad.” Me dijo.

Me quedé tan sorprendida que casi no pude contestar, era a mi quien se dirigía ese hombre, tan agradecido estaba solo por aquella conversación con su hijo.

“Ya sé que le parecerá estraño que me dirija así a usted, pero le hablo sinceramente. Creo que usted ha conseguido en unos minutos todo lo que hemos estado intentando su madre y yo durante mucho tiempo” Continuó.

“Bueno en realidad yo me siento un poco como su hijo por ser diferente y no porque sea peor, sino porque a veces así nos hacen sentir los demás. Para los que nos quieren somos especiales, pero a los demás parece que les asustamos un poco con nuestras diferencias y estas diferencias son tan pequeñas cuando pensamos en nuestras semejanzas.” Le dije.

Charlamos un ratito y enseguida se reunió con nosotros Juan. Venía sofocado y acelerado.

“¡Qué bien!, ya conoces a mi papi. ¿Verdad que te gustaría conocer a mi madre?”

“Hola Juan. ¿Cómo te fue en el partido?”.

“Bueno, no muy bien, pero ahora ya puedo jugar”. Entonces se dirigió a su padre y le dijo:” Papa, ¿podemos invitar a Sara a casa? ¿Vale?”

“Juan” Interrumpí yo. “Te agradezco tu cordialidad, pero ahora me tengo que ir a seguir trabajando. Te prometo venir al parque a verte jugar con tus amigos”.

“¿Me contarás historias de tu país? ¿Si? Bueno me voy que me llaman para terminar el partido. Adiós”. Contesto Juan y corriendo se lanzo denuevo a jugar con la pelota.

Mientras que Juan se despedía, observe como su padre sacaba un papel y anotaba algo en el mismo. Me lo ofreció y me pregunto:

“Bueno, ¿cuando crees que vas a estar libre para poder visitarnos?, no vamos a dejar que nos digas que no.” (Esto último debió decirlo porque algo debió observar en mi cara, lo que estaba escrito en el papel era su dirección, muy cerca de allí, por cierto.)

Quedamos pues en que iría a visitarlos la tarde que libraba. Cuando fui el primer día me estaba esperando la mama de Juan con los brazos abiertos. Conocer a Sofía para mí, fue una sorpresa. La mama de Juan era muy cariñosa y abierta y enseguida me dio confianza. Desde aquel día todos los días que podía me acercaba a visitarles. Nunca pense que encontraría tan lejos de mi tierra grandes amigos. Realmente yo también había prejuzgado a la gente de este país por no ser como yo y me he dado cuenta que no somos tan diferentes. Sentimos el dolor de la misma manera y sentimos el amor de igual forma.
           
Pasaba muchas tardes con Sofía y la verdad es que esperaba con ansia que pasará la semana hasta que llegaba mi día libre para ir a visitarlos. Con Sofía fui de compras, al cine, al zoo. Ella sí que mostro interés por mi historia.

Tengo dos hijos pequeños, uno de la edad de Juan y la pequeña de 7 años, ambos se habían quedado en mi país y yo ahora, estaba terminando de reunir el dinero para que pudieran venir a vivir conmigo. Mi marido sufrió un accidente mortal trabajando y por eso tuve que venir a trabajar, para poder alimentar a mis hijos. Se que ellos están bien y ahora no les falta de nada, pero siento cada pedacito de distancia que nos separa. Cada minuto que pasa les añoro un poquito más. Se que pronto estaremos juntos y eso me ayuda cada día a seguir adelante.

Sofía supo entenderme. Ella me dijo que, si tuviera que separarse de Juan y su marido para ir a trabajar a un lugar lejano y desconocido como había hecho yo, se moriría de tristeza, no sabía si hubiera sido tan valiente. Que ella me entendiera tan bien me gustó mucho.

Hace unos pocos días me llamó Sofía para preguntarme si podía ir a su casa esa tarde. Ella ya sabía que era mi tarde libre. Le pregunte si pasaba algo porque note que estaba un poco nerviosa. Solo me dijo que tenía una sorpresa para mí.

Cuando iba de camino hacia su casa, pensaba cual sería la sorpresa. Se habrían acordado que hace dos días fue mi aniversario, ellos si tienen la fecha porque han visto mis papeles, si eso será. Me habrán comprado un regalo y todo. Bueno también podría ser que Sofia al fin estuviera embarazada. También pensé que querían celebrar estas Navidades conmigo, aunque este año para mi están pasando desapercibidas. No se que cosas pueden ser. Por fin llegue a su casa. Escuche algún murmullo antes de llamar.

Antes de que Sofía hubiera terminado de abrir la puerta, sentí como dos personitas se lanzaron hacía mi en el deseo de pegarse mucho. Dios mío, no me lo podía creer. Pasaron unos minutos antes de que pudiéramos despegarnos y yo observara a mis hijos. Mis lágrimas no dejaban de correr por mi mejilla. Ya nunca más podrían separarnos. Como lo habían conseguido si todavía no estaba previsto. Al cabo de un buen rato de abrazos, besos, lágrimas y gemidos tuve que dirigirme a mis amigos, a mis buenos amigos. Me quede mirando un segundo a Juan, aquel niño de pelo de color de las amapolas que estaba tan dentro de la escena que miraba, que no dejaba de llorar. Me dio un abrazo.

“Hoy soy yo la que te da las gracias, Juan. Gracias a vosotros este día no podré olvidarlo jamas. Lo que siento no se puede explicar”.

Sofía me abrazo y me adentro hacia el salón. Allí se encontraba amigos y familiares míos que como yo estaban trabajando fuera de su país. Bueno habían sido los compinches de mis grandes amigos. Además, se encontraban los padres de Sofía y algunos primos y tíos de Juan. Allí estaban todos juntos compartiendo mi alegría y la de mis hijos. ¡Dios mío!, me repetía; ¿no será un sueño?, ¿cómo lo han conseguido?, ¿de verdad estoy despierta? Podría ser un sueño de Navidad, si el mejor sueño de Navidad.




sábado, 24 de diciembre de 2016

La Navidad en familia!!

                                                                                   
LA FAMILIA EN NAVIDAD

Como cada año las familias aprovechan para reunirse en las fiestas y celebrar juntos la Navidad. Si analizamos los cambios en la institución de la familia en los últimos años, nos damos cuenta, que de alguna manera se han modificado y modificaran también las actividades propias de estos días tradicionales de fiesta.

Los días que preceden a la Navidad caemos, de manera casi inconsciente, en las redes frenéticas del consumo. Abundantes comidas y cenas de trabajo inevitablemente nos estresan un poco más en el irremediable ritmo que para algunos conllevan las fiestas. Nos sumergimos en una carrera desenfrenada de tareas; compramos juguetes, regalos, vestidos, zapatos, comidas y demás enseres, además organizamos, ordenamos y adornamos la casa para tenerlo todo dispuesto. En estos días con tanto preparativo se nos escapa algo importante que apenas tenemos: nuestro tiempo.

Aunque disponemos de unos días de fiesta en nuestro trabajo, una parte de este se nos va en los preparativos. Es un tiempo que debemos aprovechar para descansar, para disfrutar, para cortar con la rutina laboral, para compartirlo con los nuestros, con nuestra familia. Aquí es donde deberíamos poner la lupa y sacar el mayor partido en estas fechas.

En el análisis de los cambios producidos en la familia, podemos observar objetivamente, un progresivo descenso en el número de miembros que las forman y una disminución también del tiempo que se comparte, incluso en la propia familia nuclear. También en Navidad, hacemos cada vez menos reuniones familiares y con menor número de participantes.
             
Algunas modificaciones en nuestros pensamientos a la hora de enfocar nuestras actuaciones pueden llegar a ayudarnos a sentirnos mejor con nosotros mismos y hacer sentir también mejor a los que nos rodean, así por ejemplo, en estas fechas en la encomendada tarea de buscar regalos, podemos intentar ponernos en el lugar del otro y no en el nuestro, podemos intentar sorprender y no caer en la rutina, podemos buscar el regalo más ingenioso y no el más lujoso, podemos compartir y participar de los regalos.

Si conseguimos no embarcarnos en este ritmo infrenable de tareas, tan acostumbrados la mayoría a mantener en nuestra vida diaria, si llegamos aprovechar relajadamente nuestro tiempo para compartir y participar de las actividades propias de estás fiestas, si intentamos empatizar con cada miembro de la familia, si saboreamos el disfrute de los más cercanos, si mantenemos y fomentamos la magia y fantasía de la Navidad, quizá así podamos llegar a pasar unos días inolvidables.

Los más pequeños en estos días, van a recibir seguramente, un excesivo número de juguetes. Sin duda el mejor regalo que pueden recibir en estos días es el tan codiciado tiempo de sus papas, el compartir y participar en familia de cada rutina diaria, como el vestirse, cocinar, jugar, dibujar... además de otras actividades propias de estas fiestas, como poner el árbol de Navidad, el Belén y demás adornos, preparar algunos dulces de Navidad, organizar y esperar la llegada de los Reyes Magos e incluso de Papa Nöel, y sin duda sentir a los adultos muy cerca.

Para nosotros los padres, si llegamos a conseguir compartir este tiempo en familia, recibiremos, de igual manera, el regalo más deseado, la felicidad trasmitida por nuestros hijos. Mantener las ilusiones y fantasías de la Navidad en los más pequeños, debe ser un objetivo primordial para todos los adultos, junto con la participación activa en el compromiso de aumentar la comprensión, la armonía, la unión, la tolerancia, la paz, el entendimiento y demás los valores dignos de resaltar en estas fiestas.


Ojalá que este año llegue a todos los hogares el mágico “Cuento de Navidad” y que podamos entender que, para cubrir y llenar nuestras necesidades, debemos dar y despues recibir. Ojalá que la felicidad llegue a todas las familias y que ellas puedan esforzarse en compartirla entre ellos y con los que más solos están. Ojalá que este articulo sirva, al menos, para que algunos lleguen hacer una buena reflexión en su proyecto familiar en la Navidad y para poder desearos a todos una “Felices Fiestas”.

domingo, 18 de diciembre de 2016

Llegando a la Navidad

           EL ESPIRITU NAVIDEÑO



Cuando hablamos de este espíritu navideño nos referimos a una serie de actitudes, de estados, de sentimientos, de emociones que nos invaden en estas fechas navideñas tradicionalmente, en relación a las expectativas, los deseos, los sueños, la fantasía, las ilusiones, la fiesta y la magia. Hay varios aspectos en los que uno puede encontrar y favorecer este espíritu navideño, nada dañino y tan beneficioso para todos.

Es más clara la magia y la fantasía que los más pequeños tienen estos días. Todos compartimos los beneficios que éstas tienen y no solo las provocamos sino además en el anhelo de todos está el mantenerlas el mayor tiempo posible.

Los niños más pequeños no distinguen la realidad de la fantasía o magia. Hasta alrededor de los tres, cuatro años de edad el niño distingue difícilmente esta diferencia y así, por ejemplo, los personajes de fantasía, como el pato Lucas o el conejo de la suerte, que se puede encontrar en un parque son para ellos verdaderos, de carne y hueso. En torno a los cuatro años el niño empieza a sospechar de la autenticidad de los muñecos y a partir, más o menos de cinco años, sabe perfectamente que se trata de un señor disfrazado. Así, por ejemplo, los padres que han visitado los parques temáticos con niños de menos de tres años y niños de más de cinco, conocen la diferencia entre ellos y es, que los primeros viven toda la fantasía desde la realidad y los de cinco, sin embargo, saben que todo está preparado, pero no es real.

La distinción entre lo real y lo fantástico se realiza de forma progresiva. La magia del ratón Pérez y los Reyes puede durar, con suerte hasta los ocho o incluso diez años. Esto es así, además, porque los adultos nos encargamos de mantenerla por las ilusiones que ella magia conlleva en los niños.

A pesar de que el niño descubre finalmente el secreto de los Reyes Magos y Papa Noel, es posible conservar al menos cierta magia en torno a estos personajes y lo que ello supone. Esto es posible manteniendo ciertas sorpresas y expectativas en relación a los regalos. El ritual de espera durante estas fechas y la eterna noche de los Reyes mantiene las ilusiones y fantasías, y seguramente, hace cumplir los deseos de los más pequeños que no va ser tarea especialmente difícil.

En estas fechas, los adultos también, aunque no hacemos directamente una carta a los Reyes, manifestamos nuestros deseos para el próximo año, llenos de expectativas, necesidades e ilusiones.

Todos los preparativos, los rituales de preparación, el encanto de las luces, la alegría de los rituales familiares en los adornos navideños, las fiestas, los encuentros familiares, los villancicos, etc., sin duda, fomentan este espíritu navideño.  Estas tareas navideñas, inevitablemente se suman a las ya demasiadas tareas que uno tiene de partida y por ello consiguen en algunos casos aumentar el estrés. Sin duda debemos diferenciar estas tareas de ocio y de ilusión y evitar altas exigencias y obligaciones. Es posible poner en marcha nuestra creatividad y es necesario ajustarse a las posibilidades que cada uno tiene.

Aunque la gran oferta y las comodidades de horarios y personal que en estas fechas se pone a nuestra disposición desde los distintos comercios, la realidad de la compra de los regalos y demás enseres de estas fechas se nos puede hacer cada vez más cuesta arriba. Algunas pautas pueden llegar a mejorar esta actitud: compartir esta tarea, dejarse invadir por el espíritu navideño, contar con un presupuesto y una lista de necesidades y expectativas, haber pensado en distintas alternativas de regalo, ser creativo, ir sin prisas y premiarse al terminar la tarea.

Así pues, está en la labor de todos el mantener este espíritu navideño, y si es verdad, que un mal año nos hace aflorar muchas resistencias a celebrar las Fiestas, es siempre mejor solución y mas saludable dejarse invadir por las ilusiones y sueños de los demás. Por último, quiero terminar este artículo felicitando a todos los que se encuentran leyendo este artículo, y a sus familias en estas Navidades y desear un Feliz Año en el que se cumplan todas las ilusiones y deseos y unas Felices Fiestas donde podáis disfrutar del Espíritu Navideño.


jueves, 1 de diciembre de 2016

PARANOIA

LA PARANOIA


Decimos ¡estas paranoico!, cuando nos encontramos con alguien que les da muchas vueltas a las cosas o se tienen ideas o desconfianza exageradas.

Todos podemos llegar a ser paranoicos en determinadas circunstancias o al menos alcanzar distintos estados paranoicos. Por ejemplo, la desconfianza, más o menos exagerada, es un cierto rasgo paranoide, una característica de personalidad que tiene una graduación entre lo normal y lo patológico. Todos podemos tener un pequeño grado de esta desconfianza que puede ser agravada más o menos por las circunstancias sociales sin llegar a ser patológica.

Pero la paranoia es una verdadera enfermedad mental, un trastorno delirante o psicosis paranoica, que se caracteriza por un patrón de desconfianza y recelos de los demás que se da de forma prolongada en el tiempo. Los que lo padecen limitan su vida social de manera drástica y con frecuencia sienten que están en peligro y buscan pruebas para apoyar sus sospechas. No son conscientes de que su desconfianza hacia el entorno es desproporcionada. Aparentemente se muestran como personajes algo raros y pintorescos, susceptibles, cautelosos, suspicaces y desconfiados.

La sociedad en la que vivimos caracterizada por el individualismo, la intolerancia y el alto grado de competitividad, potencia este tipo de conductas. La competitividad como constante fomenta que las relaciones con los otros sean parciales y sin apenas elementos afectivos o emocionales. Los otros se constituyen como amenazantes de los que hay que desconfiar. Esto hace que entremos en un círculo, en el cual cada vez estamos más solos y a su vez cuanto más solos más desconfiamos y más temerosos nos sentimos de los demás. 

Los síntomas más frecuentes del paranoico son la preocupación porque los demás tengan motivos ocultos, la desconfianza, las creencias de ser explotados o usados por los demás, las dificultades en las relaciones llegando al aislamiento social, el desapego e incluso la hostilidad. Padecen delirios persistentes, falsas creencias de diferentes temáticas o contenidos que se basan en una incorrecta valoración de la realidad exterior. 

Los delirios pueden ser de tipo erotomaníaco cuando se tiene el delirio de que otra persona, normalmente de un estatus superior, está enamorado del uno mismo. Pueden ser de tipo de grandiosidad, cuando uno se cree tener un talento extraordinario, un poder, un conocimiento o una relación especial con una deidad o una persona famosa. Los hay de tipo celotípico, cuando se cree que su pareja está siendo infiel. También puede ser de tipo persecutorio, cuando se cree que uno mismo (o alguien cercano) está siendo tratado con mala intención, está siendo espiado, envenenado, perseguido, etc. Puede ser de tipo somático, cuando se cree que se tiene algún defecto físico o alguna enfermedad. Puede combinar varios tipos y ser de tipo mixto o ser de tipo no especificado si el delirio no pertenece a ninguna de todas estas categorías.

Estas ideas, evidentemente, no son compartidas por el medio sociocultural de la persona que las padece. Algunas veces se trata de una idea única y otras de complejísimos entramados delirantes. El paciente está totalmente seguro de la certeza de sus creencias y no se le puede convencer de su error mediante el razonamiento lógico. Esta es la base de todo trastorno delirante.

Son frecuentes también la rigidez y el autoritarismo, como rasgos de carácter previo, con mala tolerancia a que se les lleve la contraria y dificultades para la autocrítica. También son frecuentes cierta frialdad emocional y la presencia de egocentrismo.

Las causas de este trastorno de personalidad paranoica se desconocen. El trastorno parece ser más común en familias con trastornos psicóticos, como la esquizofrenia y el trastorno delirante. La paranoia suele presentarse con más frecuencia en personas mayores y el aislamiento favorece su aparición, por lo que tienen más riesgo aquellos que viven solos, sobre todo si son mujeres. Cualquier cuadro más o menos crónico o prolongado o cualquier situación de agotamiento psíquico, enfermedad física, e incluso el propio envejecimiento favorecen la presentación de síntomas que definen esta patología.

Tiene difícil tratamiento debido a que las personas que padecen este trastorno difícilmente sienten que están enfermos, no tienen conciencia de su patología, y dada su extrema desconfianza no llegan a confiar en los profesionales. Si el tratamiento se llega aceptar es el mejor pronóstico para el trastorno, y los medicamentos y la psicoterapia con frecuencia pueden ser positivos para reducir los síntomas y las consecuencias de estos a nivel social. El ingreso puede ser necesario cuando la intensidad de los síntomas delirantes conlleva riesgo de conductas agresivas para el paciente o para otros.

La familia de estos pacientes son los pilares fundamentales para su tratamiento. Son los que van a llevarlos a consulta y van a ser parte de su medicina. Es necesario que se favorezca en estos pacientes las relaciones familiares y sociales tan deterioradas por dicha patología.



domingo, 20 de noviembre de 2016

¿LES PASA ALGO A NUESTROS JOVENES?


LOS JOVENES DE HOY



La Psicología ha definido la adolescencia como un proceso de individualización y de metabolización de las transformaciones físicas ligadas a la integración del cuerpo sexuado. Desde el enfoque social sorprende el pretendido protagonismo de la infancia en la familia y el insólito poder que manejan los adolescentes en la misma hoy en día.

El joven estrena un nuevo cuerpo al que se ha tenido que acostumbrar y además debe definirse en su personalidad única. Todo este proceso de transformaciones y definiciones para el futuro lo hacen más inestable y vulnerable a las influencias. Por lo general los adolescentes se gustan poco, aunque no lo manifiesten, y son extremadamente sensibles a la opinión de los demás, sobre todo si se trata de sus iguales.

Por un lado, el joven ansía su autonomía con relación a sus padres y al mismo tiempo le inundan la inseguridad y los miedos ante la independencia. En este proceso los amigos se convierten en un pilar de apoyo muy importante.

La adolescencia sería el comienzo de la juventud en la que se va asentando todos los cambios para saltar al mundo y consolidar la personalidad. En los últimos años se ha ido alargando la edad que delimita la juventud en nuestra sociedad, debido también a los cambios sociales que nos han acompañado y que retrasan las posibilidades del joven para pasar a ser adulto.

Esta etapa de cambios y trasformaciones en la que se encuentran los jóvenes, se caracteriza también por una energía vital de entusiasmo, de ilusión, de fuerza real, de impulso general a la vida a veces difícil de controlar cuando todavía no se tiene consolidado el freno del autocontrol.

Perfilado así, como es el joven, definamos el escenario con el que hoy se encuentra.
           
Los medios de comunicación informan frecuentemente sobre algunos sucesos de violencia y vandalismo que protagonizan los jóvenes. Aunque los datos estadísticos nos informan que el aumento de estos sucesos en los últimos años solo ha crecido ligeramente, si existe, quizás, un aumento de la gravedad de los mismos, pero lo que llama la atención es que a nivel social existe una percepción más amplia sobre ellos. Estamos más informados y nos preocupa ahora mucho más la violencia en la escuela, las nuevas bandas juveniles y sus rivalidades, el botellón, el abuso de nuevas sustancias, etc.

¿Qué ha pasado? Por una parte, parece que se ha aumentado la sensibilización y preocupación por estos temas. Pero, qué se les ofrece a los jóvenes.  A modo de ejemplo, la televisión brinda una amplia gama de programación violenta y agresiva de especial interés entre los jóvenes y más pequeños. Así, un estudio reciente de la CEACCU (Primera Organización de Consumidores de España) encuentra que durante la programación infantil del sábado por la mañana con una mayoría de espectadores de entre 4 y 12 años, se da un acto violento cada tres minutos y aparece un “arma” de fuego cada 15. Desde luego, refleja un buen entrenamiento para el futuro.

Otro factor actual de análisis es la soledad en la que crecen nuestros jóvenes, motivada por las intensas jornadas laborales, el aumento de hijos únicos y otros cambios sociales que han acompañado no solo al aumento de la violencia entre los jóvenes, sino también al incremento de la violencia en la familia y de manera más intensa. Así, se encuentra actualmente un 15% de familias en España con un clima de agresividad tal que puede derivar en violencia física.

Si seguimos dando pinceladas del escenario de nuestros jóvenes nos encontramos con el constante bombardeo de noticias de los medios de comunicación sobre las deprimentes noticias del desempleo juvenil, el empleo basura al que con suerte van a poder acceder y el futuro profesional desalentador que los anima a salir fuera, buscar lejos una oportunidad. No dejamos al joven otra alternativa que estudiar, estudiar y estudiar, prepararse más que nunca sin la esperanza de encontrar un trabajo en el que desarrollar su esfuerzo, lo que supone la sobrecualificación.

La sobrecualificación es un desaprovechamiento de lo que el joven con su esfuerzo ha adquirido, lo que refleja la falta de retorno social de la inversión formativa realizada y supone la frustración de jóvenes. Esto implica además una la depreciación del valor y utilidad social de la educación, a los que unos cuanto se agarran para no continuar sus estudios.

Datos importantes que deberían preocuparnos también a los adultos, a pesar de que sean menos molestos, son el hecho de que también han aumentado los índices de suicidios y de trastornos psicopatológicos entre los jóvenes. La autoestima de los jóvenes ha disminuido en los últimos cinco años. Actualmente nuestros jóvenes tienen más cosas, más comodidades, pero no han aprendido a quererse a sí mismos y tienen más carencia de afectos.

La moral es otro aspecto por el que se define a la juventud actual. Escuchamos o decimos que nuestros jóvenes están faltos de valores, de ideales políticos, de ideales religiosos, líderes deportistas, cantantes, actores, etc., ideales que tiran de uno para intentar alcanzar objetivos. Ponemos esta etiqueta a la juventud actual que se ha visto arrastrada por lo social en general. Hemos sido nosotros, los adultos, los que hemos ido perdiendo estos valores, y somos los que no hemos sabido alentar o motivar a nuestros jóvenes a seguirlos. Hemos pasado de motivar la acción por un ideal, a la acción solo para llegar al disfrute, y si éste puede ser inmediato mejor.

Son así nuestros jóvenes en general o es solo la imagen que se da en los medios para justificar las desventajas que tienen para evitar la culpa a los adultos por no haber hecho nada al respecto.

A pesar de este escenario que se brinda a nuestros jóvenes tan poco alentador, la mayoría de éstos se encuentra esforzándose, estudiando más que nunca, tenemos más universitarios, más estudios de posgrado, nuestros jóvenes siguen haciendo voluntariado, estudian varios idiomas, se mantiene viva su activa imaginación y la capacidad creadora de los más talentosos que siguen luchando por hacerse valer, tenemos muchos jóvenes conciliando sus estudios con un trabajo para poder costearse sus gastos, en definitiva , la mayoría de nuestros jóvenes siguen luchando sin perder el impulso, el entusiasmo y la energía por encontrar un lugar que les haga independientes.


domingo, 13 de noviembre de 2016

UNA LECCIÓN DE VIDA

                                                                                                  UNA MIRADA ATRÁS


No soy una chica con suerte, más bien mi vida ha ido trascurriendo en un devenir de altibajos y tropezones. Mi madre no me esperaba, pues tengo cinco hermanas mayores y cuando nací mi madre no tenía pareja fija. Nunca conocí a mi padre.

Recuerdo de mi infancia las idas y venidas de mi madre al centro penitenciario. Menos mal que mis hermanas eran mayores y podían cuidarme, varias veces estuvieron a punto de meternos en un internado. Con mi hermana a la que sigo me llevo 12 años, Pepa. Es la que siempre me ha cuidado más y con la que tengo más relación.

La escuela no se me dio nada bien, por lo que a trompicones llegue hasta los 16 años repitiendo y suspendiendo. Quizás sabía que en cuanto tuviera los 16 tendría que trabajar o quizás, como mis hermanas, no le había dado importancia a eso del estudio. Ahora si pudiera volver atrás, seguro hubiera aprovechado más el colegio.

Mi hermana mayor me encontró un trabajo enseguida en una casa, para limpiar, pero el señor de la casa que era asqueroso me andaba tocando y mirando mal, hasta que un día se lo dije a la señora y me echaron. Mi hermana Pepa me regaño mucho por perder el trabajo, ya que en esa época andábamos muy mal en casa y apenas teníamos para comer y pagar las deudas que se acumulaban. 

Las dos hermanas mayores se habían independizado y poco nos podían ayudar porque también andaban justas, asique se acumulaban los recibos sin pagar. Fui de casa en casa trabajando por horas, y como tenía poca experiencia me pagaban poco. Todo lo que ganaba lo tenía que dar en casa o casi todo, alguna vez me quedaba algo de dinero que isaba para ir a ver a mi madre y pasarle algo para sus gastos, ya que otra vez estaba en la cárcel.

Por aquel entonces conocí a Manuel, alto y muy guapo. Me enamore enseguida y locamente. Al principio no le guste mucho pero luego enseguida empezamos a salir. Yo apenas había salido con dos o tres chicos, nada serio y siempre me habían dejado por otras chicas. Debía estar muy enamorada, pues este era para mí el definitivo y, debía estar ciega. No veía que era muy mandón y que no le gustaba que tuviera más amigos, ni siquiera amigas. Manuel no gusto ni a mis amigas ni tampoco a mis hermanas. Yo siempre le defendía hasta el día de la pelea. 

Ya ni siquiera me acuerdo porque empezamos a discutir y como si se trasformara empezó a darme ordenes que yo ya no entendía, empezó a gritarme y a darme patadas, empujones y golpes. Yo recuerdo que me defendía sobre todo a base de arañazos e incluso mordiscos, no soy muy grande ni muy fuerte. Los golpes eran cada vez más fuertes. Así termino la historia, yo en urgencias y el detenido. Al final me dio miedo o pena, no sé, y no puse denuncia. No volví hablar con él. Estaba visto que no tenía suerte tampoco en el amor.

Empecé a trabajar limpiando en la residencia donde trabajaba una de mis hermanas y ya llevo 9 años. Es un trabajo muy duro porque estoy todo el día rodeada de abuelos que están enfermos y muy viejitos. Alguna vez me dejan ayudar a los celadores. Yo que no he tenido abuelos, aquí aprovecho y puedo elegir unos cuantos para mi cada día. Me gusta ordenar y limpiar todas sus cosas. Ya me conocen todos y sigo pasándolo muy mal cuando alguno se muere.

Después de la relación con Manuel no quería saber nada de los chicos, hasta que conocí a Pedro, celador de la Residencia. Es de Ecuador asique también está muy solo por aquí, menos un hermano que vive en Murcia toda su familia sigue en Ecuador. No es tan guapo como Manuel, pero es tan cariñoso que me enamore de él enseguida. 

Cuando llevábamos un año saliendo con Pedro, mi madre falleció en la cárcel de un infarto. Mis hermanas decidieron vender la casa, para poder pagar las deudas y que cada una pudiera hacer su vida. Sacamos poquito porque la casa estaba en un barrio pobre, pero fue suficiente para que Pedro y yo empezáramos a vivir juntos.

Por fin la vida me sonreía o así me lo parecía. Teníamos mucha ilusión y nos queríamos mucho. Apenas nos veíamos, a veces más en la residencia que en casa. Pedro hacía horas extra y algunas chapuzas que le salían. Yo y sobre todo en esta época que no teníamos niños, también hacía algunas horas extra limpiando casas.

Enseguida llegaron los niños, tenemos dos, preciosos, la parejita de 6 y 4 años de edad, no paran de crecer y a mí me agotan, pero me dan la vida. Lo más difícil ha sido conciliar los horarios para cuidarlos.

Pedro cambio el turno de noche y así le subieron el sueldo. Sigue haciendo todo lo que le sale. A mí me hicieron jefa de planta hace dos años. Aunque trabajamos mucho y estamos muy justos con el alquiler, el pago de coche y los recibos, las cosas van muy bien entre nosotros. Tengo la familia que siempre había deseado.

Después del último embarazo no me había hecho la revisión ginecológica, me había quedado en el ... ya la hare el próximo mes, o el siguiente, o el siguiente… y habían pasado ya 3 años. Siempre con los horarios tan justos no había tenido hueco. Al final busque una cita pues quería un nuevo método anticonceptivo. 

El jueves fui a consulta a recoger los resultados. Hoy es jueves otra vez después de muchos meses, pero es como si el tiempo se hubiera parado y a la vez no parase de correr. Yo solo esperaba una nueva receta y no un formulario y papeles con citas para nuevas pruebas. El diagnóstico, cáncer de mama.

Me quede sin habla y sin saber cómo digerir la noticia. Siempre lo escuchas de alguna persona cercana o lo ves en películas, pero cuando te llega a ti es como una bomba, un sueño, no quieres que sea real. Solo podía pensar en mi familia, en mis hijos, esto no podría ser, no, porque a mí, ahora que mi vida empezaba a funcionar, no era justo. Estaba enfadada con el mundo y con Dios. Ahora no podía enfermar, tengo dos hijos que cuidar. No, no y no, pero si, si es a mí, no es un sueño, es real. No sé cómo llegue a casa ni cuánto tiempo paso hasta que se lo conté a Pedro. Pedro se quedo bloqueado, hacia menos de un mes había perdido a su madre y ni siquiera había podido ir a despedirse.

Han pasado 15 meses de pruebas, análisis, operaciones, medicación, quimio, radio, y perrerias varias. No me he privado de nada. Ya no soy la misma, se me paso el desaliento. 

Me está saliendo el pelo otra vez y es como si algo en mi volviera a nacer, estoy llena de vida que está renaciendo en mí y esta enfermedad no me la va quitar. Ya no estoy enfadada, toda mi energía la guado para curarme. No solo quiero vivir, es que tengo que vivir, por mis hijos, por Pedro y por mí. 

Pedro, madre mía Pedro, ha sido la mejor medicina este tiempo, sin derrumbarse, cuidándome, haciendo que todo fuera más fácil. Mis hijos lo han vivido regular sobre todo al principio, pero nos ayudaron en el hospital y han hablado con ellos varias veces, les contaban cuentos y cosas para que a su manera lo entendieran.

Hace tres meses me he apuntado a una escuela para adultos para reanudar mis estudios. Estudio con mis hijos que empiezan a tener deberes y de momento les gusta que yo también tenga deberes de mi cole.

Sé que una revisión a tiempo me hubiera ahorrado al menos una operación y varios tratamientos, sé que en cualquiera de mis revisiones todo puede volver a empezar, pero también sé que tengo a mi lado la mejor de las familias, que Pedro es el mejor de los hombres y que me siento con fuerzas para enfrentarme a lo que venga, y mientras voy aprovechar cada momento para disfrutar de esta vida que por fin me está sonriendo.


domingo, 6 de noviembre de 2016

NUEVOS ROLES MUJER Y HOMBRE

SIGUEN LAS DIFERENCIAS


La situación de las mujeres a lo largo del siglo XX ha experimentado una profunda transformación. Las correspondencias reales de una sana adaptación no se han producido con la misma rapidez que el cambio social que afecta a componentes muy arraigados del sentimiento colectivo. Todavía hoy muchas mujeres por el mero hecho de serlo se encuentran en situación de desventaja social.

En el proceso por el cual la mujer y el hombre van adaptándose a sus nuevos roles también se encuentran distinciones. La mujer, a diferencia del hombre, tiene la necesidad de conciliación entre las responsabilidades que asume en el trabajo y las responsabilidades familiares. Las exigencias y demandas sociales entre los dos ámbitos (el familiar y el laboral) son todavía distintos para los hombres y para las mujeres y para éstas es más difícil de simultanear, motivado por el mayor peso que asume en las tareas a nivel familiar.

El desempeño de una labor profesional supone para las mujeres, además de su independencia económica, una importante fuente de identidad, de autoestima y reconocimiento social, representa un espacio para el desarrollo autónomo e independiente de la familia. En el hombre se conjugan todavía hoy, además de estos factores, una cierta obligatoriedad social de responsabilidad que en la mujer surge en menor grado.

Las mujeres tienen el deseo de armonizar los dos ámbitos, de conciliar e integrar sus deseos en ambos campos. Las dificultades cotidianas para llegar a esta armonía se complican, sobre todo en la mujer, con la llegada de los hijos, con la asunción de nuevas tareas de cuidado, protección y educación de los hijos. Así, la falta de tiempo se hace una constante en las mujeres.

Es verdad que el proyecto de paternidad ha cambiado al igual que el de maternidad, pero sin que de momento se asemejen. Las expectativas y los deseos de los hombres y mujeres en relación con su paternidad y maternidad no son iguales. Las razones más frecuentes que dan las mujeres hoy para querer ser madre son: dar sentido a su vida, evitar la soledad, cuidar de alguien y sobre todo vincularse profundamente. Los hombres, sin embargo, manifiestan su deseo de paternidad, entre otros motivos, por una razón social y por tener ayuda en la vejez. Estas diferencias que cada vez son menores hacen, sin duda, que la asunción de rol paterno y materno desempeñado sea, todavía, diferente y la asunción de tareas en relación al cuidado y atención de los hijos también se mantenga desequilibrada.

En este sentido, algo que debemos tener en cuenta en relación al rol paterno del pasado, es el “hambre de padre” que tenían los hijos en las familias más tradicionales, donde el padre se encuentra en segundo nivel en el cuidado, atención y educación de los hijos. Es en este punto donde se debería motivar y apoyar también a los hombres en estos cambios, para que puedan desarrollar un rol paterno cada vez más similar y compartido al de las madres para el beneficio de toda la familia y en especial de los hijos. Un dato al que llega Gottman, investigador y estudioso de la pareja, es que un factor determinante para distinguir a una madre feliz de una infeliz es, si el padre la acompaña de forma conjunta en esta transformación en padres.

Es cierto que las mujeres, a diferencia de los hombres, conseguimos durante los nueve meses de embarazo de nuestros hijos una relación simbiótica de comunicación integra que junto con el nacimiento nos ayuda a la mayoría, a establecer un profundo vinculo con nuestros hijos. Es por ello que el hombre en este aspecto tiene una clara desventaja. Para ello hoy se intenta que el padre comparta el embarazo y parto de la madre de la forma más intensa y cercana posible. En este sentido y como muestra nuestra propia sociedad, el trato continuo y la afectividad son claves para crear el vínculo entre los padres y los hijos.

Hay otro aspecto que diferencia todavía a hombre y mujeres en sus roles parentales y es “la culpa”, una culpa social sin duda. Esta está presente en las mujeres cuando por la conjugación entre su vida laboral y familiar reduce el tiempo dedicado a sus hijos. Esta culpa aparece en la mujer más que en el hombre, incluso si el tiempo que pasa con sus hijos es mayor que el que pasa el hombre.


Parece que todavía estamos en proceso de modificaciones y transformaciones. Cada uno puede ayudar a este cambio real, debemos ayudar y apoyar a las mujeres, pero también a los hombres, los cuales en estos cambios también, en muchos casos, se sienten perdidos, solos y mínimamente apoyados. Lo que tenemos que tener claro para el futuro es que todos somos diferentes y nuestras diferencias individuales superan las de pertenecer a uno u otro sexo. Esto significa que cada miembro de la pareja tiene unas características personales, independientemente de si es mujer u hombre, y son en é deberían marcar las bases para organizar la atención, cuidado y educación de los hijos.

martes, 1 de noviembre de 2016

¿Se aprenden las habilidades sociales?

                                                                     HABILIDADES SOCIALES EN LA INFANCIA



Las habilidades sociales pueden definirse como un conjunto de comportamientos complejos que tenemos en la relación con los demás. No se refieren a una competencia o a un rasgo de personalidad, sino a un conjunto de conductas que han sido adquiridas y aprendidas. Los niños actúan con estas habilidades en su contexto interpersonal con el objetivo de conseguir, eliminar o evitar consecuencias deseadas o no deseadas en el nivel social. Aprenden así a manejarse con los otros para ser aceptado, valorado e incluso admirado por los demás.

Los niños aprenden estas habilidades mediante la observación e imitación de las mismas en sus iguales y los adultos y de las experiencias en los distintos ensayos en los que van probando distintas estrategias. El niño, al poner en práctica estos comportamientos, consigue ciertas recompensas sociales, aumentando así el valor de este tipo de refuerzos. Estas habilidades son reciprocas y provocan en los demás una correspondencia afectiva y apropiada. Además, con estas, el niño aprende también a ser asertivo y por ello a saber defender ante los demás sus derechos.

Las investigaciones en la materia nos han demostrado la importancia de las habilidades sociales en la infancia para la adaptación y también como a posteriori en la vida adulta. Se han encontrado relaciones constantes entre la competencia social y la infancia y el posterior funcionamiento social, académico y psicológico.  Por ello, se han desarrollado estrategias y programas para ayudar a mejorar estas habilidades.

La escuela es el gran laboratorio para que el niño aprenda y ponga en práctica muchas de estas habilidades, no solo con sus iguales, sino también con los adultos. Generalmente las pautas y normas educativas que el niño trae y aprende en la escuela le ayudan a ir moldeando unas sanas habilidades sociales. Aún así, los educadores y profesores saben que algunos niños pueden llegar a mostrar una gran variedad de conductas inapropiadas e incluso desagradables.

La conducta que el niño tiene en relación con los demás, adultos o iguales, tiene un importante papel en la adquisición de los refuerzos sociales, culturales y económicos. Esta competencia social permite también a los niños la asunción de los roles y las normas sociales. Si un niño carece de las habilidades sociales apropiadas puede llegar a sufrir aislamiento social, rechazo y por ello a una mayor insatisfacción.

El retraimiento o aislamiento social, la falta de asertividad, la pasividad y/o la agresión social son algunas de las consecuencias que dan lugar la falta de una competencia social adecuada en la infancia. En algunos casos, se ha relacionado este déficit con una baja autoestima e incluso con la depresión infantil, motivada sobre todo por la ausencia de refuerzos sociales.

Es verdad que no todos los niños aprenden con la misma facilidad y así los que son más abiertos, más curiosos, despiertos y asertivos aprenderán más de su medio que los que son más pasivos, retraídos y tímidos. Es por esta razón que los padres, educadores y profesores ponemos en funcionamiento, casi de forma inconsciente, una serie de estrategias y modos de autoayuda para que los que peor lo tienen para aprender estas habilidades puedan al menos adquirir una mínima competencia adecuada para su desarrollo.

 Cuando aun así, por esta falta de características facilitadoras o por alguna otra razón distinta, no conseguimos que el niño logre integrarse y poner en funcionamiento ciertas habilidades sociales, podemos consultar a un psicólogo.  Primero, en todo caso, se deberá diferenciar si existe este déficit en habilidades sociales o si teniendo una buena competencia social el niño se encuentra bloqueado por un estado emocional o afectivo que interfiere con la expresión de sus capacidades. Cuando existe un déficit real de competencia social, tras una evaluación, el psicólogo diseñará, teniendo en cuenta las carencias y características del niño, su edad y su entorno, un programa de entrenamiento especial en habilidades sociales.  En el caso en que el menor se encuentre bloqueado, el tratamiento tendrá como objetivo aliviar el estado emocional que interfiere en el desarrollo de su competencia social y, si fuera necesario, un programa de refuerzo del aprendizaje de estas habilidades.






domingo, 23 de octubre de 2016

SER UN BUEN JEFE!!

¿ES DIFICIL SER UN BUEN JEFE?

Habitualmente escuchamos a nuestros familiares, amigos o somos nosotros mismos quienes nos quejamos de nuestros jefes. Que si no me dejo hacer esto, que si es muy rígido, que si es muy blando, que si todo me lo manda a mí, que si echa muchas broncas, etc.

Será verdad que una persona al ascender a jefe o poseer un liderazgo de un grupo natural, se convierte a su vez en un ser poco deseable. Tal vez esto pueda estar relacionado con que el papel de jefe es difícil de desempeñar al gusto de todos. Por otro lado, en vez de intentar colocarnos en el lugar del jefe e intentar comprender el porque de sus mandatos o recriminaciones, es mas cómodo culparles de todo y así deshacernos de cualquier posible culpa.

En general, en cualquier grupo que se forme de personas, el propio proceso de grupo va estableciendo una serie de roles que, dependiendo de las características de sus miembros, van asumiendo unos u otros. Un rol o papel fundamental que se va asumir es el de líder o jefe de ese grupo.  Se considera líder tanto a la persona que desempeña algún puesto de dirección en algún nivel de la jerarquía de una empresa, como a la persona más influyente de un grupo natural. Por ejemplo, el líder escolar será aquel chico que ejerza mayor influencia entre sus compañeros. El liderazgo es uno de los procesos grupales básicos y el fenómeno grupal sería incomprensible si se prescindiera de él.

La elección de ese líder o jefe, en un grupo natural, generalmente se hace por consenso y porque la persona elegida dispone de unas características valoradas por el grupo en general. Por ejemplo, en un grupo de chicos puede ser el líder el que más hábil sea para jugar a las canicas, en un grupo de amigos el más simpático, entre los alumnos de una clase el que saque mejores notas, etc.  Es verdad que priman para asumir este papel también una serie de características del individuo relacionadas con las habilidades sociales.

Pero qué pasa con el acceso a las jefaturas en los trabajos. En muchos sitios se hace una buena selección de los puestos de jefatura, teniendo en cuenta no solo la trayectoria de las personas sino además algunas habilidades sociales y personales que vamos a ver ahora. En otros lugares promocionan a puestos de jefaturas el personal que más antigüedad tenga y esto en muchas ocasiones no es una característica que defina un buen desempeño de la labor de jefe. Llevar mucho tiempo desempeñando una tarea es importante y te da conocimiento sobre la tarea, pero no es una característica que garantice la labor de un jefe.

Sería lo más adecuado valorar no solo la antigüedad y el curriculum vitae y trayectoria del personal sino además otras características propias del sujeto. Estas habilidades que algunos tienen, en general la mayoría se pueden aprender o adquirir con un buen entrenamiento. También hay que tener en cuenta el tipo de grupo para evaluar qué características que nos ayudarán a ser buenos jefes.

Empatía y comunicación. Para asumir un liderazgo o una jefatura de un modo adecuado es fundamental que exista una buena comunicación entre el jefe y los que dirige y además que se pudiera llegar a empatizar mutuamente; o sea que el jefe pueda colocarse en el lugar del subordinado y éste en el lugar de su jefe. De esta manera el entendimiento entre ambas partes aumenta.
           
Otra característica de los lideres es la capacidad para asumir responsabilidades y desarrollar la imaginación para resolver problemas de la organización y objetivos de su grupo. Debe crear las condiciones para que los que forman el grupo se integren en la consecución de los objetivos del grupo y que los hagan usando al máximo sus capacidades. Además, el grupo tiende aceptar a líderes con capacidades y características tales que faciliten la consecución de los propios objetivos del grupo.

Algunos estudios establecen algunas características comunes de los lideres y/o jefes como son: superar al promedio de los miembros del grupo en inteligencia, nivel de escolaridad, responsabilidad, sociabilidad, iniciativa, persistencia, autoconfianza, integridad, buena tolerancia al estrés, cooperatividad, popularidad, capacidad de adaptación y facilidad de expresión verbal, características estas exigidas muchas veces en los grupos formales y otras necesarias para los naturales. Todas estas características facilitan el desempeño de sus funciones.

Funciones generales de una jefatura:

·         Definir los objetivos y mantener la dirección hasta su consecución.
·         Proveer los medios para alcanzar los objetivos.
·         Mantener la estructura del grupo y facilitar la interacción entre sus miembros.
·         Mantener la cohesión del grupo y la satisfacción de sus miembros.
·         Facilitar y motivar el rendimiento del grupo en sus tareas.


domingo, 16 de octubre de 2016

VERDADES A MEDIAS....

MENTIRAS



Cualquiera de nosotros mentiría si dijera que nunca ha mentido. Parece que todos hemos mentido alguna vez y que incluso los niños mienten. No cabe duda que esta conducta habitual del ser humano se aprende y que los padres y adultos trasmitimos la manera de hacerlo a los más pequeños. Todos hemos oído la anécdota de alguien, al que su hijo más pequeño le sacaba los colores en una taquilla, cuando el pequeño desmiente que no tiene la edad que dice su padre y por lo que el padre tendrá que pagar una entrada más costosa.

La mayoría de las personas miente por lo menos una o dos veces al día. Desde muy temprano, entre los 2 y 5 años, los niños desarrollan estrategias de engaño y una comprensión de la verdad de tal manera que intentan crear una falsa creencia en otros. Menos conocido y no tan fácil el desarrollo de la habilidad para detectar mentiras.

Generalmente se miente para evitar un reproche, un malestar, un castigo, en general evitamos algo negativo a corto plazo. Existen también las llamadas mentiras piadosas que se ponen en marcha en el deseo de evitar en los demás cierto malestar. Nos aseguramos de que la verdad jamas aparezca o cuando surja, intentamos que haya podido cambiar.

Se producen también las mentiras, fruto de otras características del hombre de esta sociedad, nada positivas, por cierto, como el egoísmo, la ambición, la envidia, el afán de poder. Uno por ello miento en el anhelo de su propio beneficio, sin tener en cuenta a los demás.

Si uno sale airoso de una mentira es probable que vuelva a usar esta conducta, al menos en situaciones similares. Es probable también que incluso ciertas mentiras nos produzcan ciertos beneficios con lo que la motivación para producirlas se ve incrementada. Es a veces difícil para todos en esta sociedad no caer en la tentación, amparado, además, en muchos argumentos permisivos como: “cualquiera en mi situación haría lo mismo, no soy el único, es la única manera, si no miento las consecuencias son demasiado negativas no solo para mí, también para mi familia, no queda más remedio, si no miento yo lo hará otro en mi lugar, etc.” Y con ello resulta casi imposible el poder mantener nuestra integridad y no caer en la tentación del engaño.

Resulta que en algunas ocasiones cuando no queremos enfrentarnos a una realidad, fruto generalmente de nuestros errores, engañamos a los que nos rodean en el deseo de poder cambiar cierta realidad en tiempo suficiente para enmendar los errores. En muchos de estos casos, las cosas no salen como esperamos y la pequeña mentira que se dio se ha ido generalmente incrementando para poder mantener la primera y por ello cuando uno tiene que enfrentarse con la pura realidad, con la verdad, ésta le produce demasiado malestar. Se puede responder de varias maneras, pero la respuesta más sana sería, en todo caso, pasar el mal trago de contar la verdad y es seguro que la respuesta de los demás es menos terrible de lo que uno se espera y nosotros nos sentiremos bien por habernos enfrentado a nuestra propia mentira y haber asumido sus consecuencias. También, podemos, continuar con el engaño y seguir incrementando nuestras mentiras y cada vez dificultarnos más la tarea para enfrentarnos con la verdad, llegando incluso hasta creernos nuestra propia mentira y vivir en el autoengaño. Esta claro que cuanto más tiempo tardemos en hacer frente a la verdad, más nos distanciamos de ella.

Cuando uno llega a creerse sus propias mentiras y vive en el engaño, es probable que no sea capaz de enfrentarse a su realidad, dado que ésta le produce tanto malestar que se refugia así en su propia mentira como mecanismo de defensa ante dicho malestar. Es preciso en muchos de estos casos la intervención de un profesional en la reconducción de la verdad del individuo. Es probable, además, que en estos casos esta persona mezcle la realidad con el engaño y se complique aún más la labor de intervención.

Nos ayuda también en esta labor del engaño y las mentiras, el alto grado de persuasión de los medios de publicidad y los medios de comunicación que nos ofrecen todo tipo falsedades encubiertos con el objeto de garantizar y aumentar las ventas de muchos productos. Así por ejemplo en la publicidad nos hacen creer que si tomamos cierto yogures o cierto producto tendremos un cuerpo de infarto, si lavamos con ciertos productos las manchas desaparecen, todos nos envidiaran si compramos cierto coche, si usamos tal perfume seremos diosas, y un sin fin de verdades a medias que nos confunden y que tienen como único objetivo animarnos al consumo de tales productos. Todos sabemos que crean unas expectativas que se ven deshechas ante la realidad, cuando en vez de adelgazar se engorda, cuando la mancha no desaparece, o cuando leemos todo lo poco natural que es tal producto que nos vendieron como totalmente neutro y natural.

Está claro que la mentira es parte de esta sociedad, y que en cualquier caso ciertas mentiras, no solo están excusadas si no que son aplaudidas como son las mentiras piadosas. Es posible por ello que la sinceridad sea una de las virtudes más escasas