ADOPCIÓN ¿UN DERECHO DE QUIÉN?
Es importante tener claro que la adopción no es un derecho de los adultos, como todavía mucha gente cree y así divulga, sino que es un derecho de los menores, son ellos los que tienen el derecho a ser adoptados. Por ello para valorar la posible adopción de un menor se debe tener en cuenta, como dice la legislación, el interés supremo del menor y no el del adulto.
En los últimos años se han producido distintas modificaciones en el concepto, la estructura y funcionamiento de la familia, derivadas por una serie de cambios sociales como la incorporación de la mujer al mundo laboral, la posibilidad para muchos de decidir el número y momento de ser padres con los métodos anticonceptivos, la posibilidad de legitimar la ruptura de la pareja, el aumento de familias reconstituidas, etc.
También, con el tiempo, la valoración social de la homosexualidad se ha modificado. No hace muchos años se llegó a considerar incluso como un delito y/o perversión. Así por ejemplo en 1987 la Organización Mundial de la Salud consideraba la homosexualidad como un trastorno mental, y actualmente, esta misma organización la considera una forma diferenciada y libre de expresar la orientación sexual.
Todos estos cambios socio-culturales han necesitado su tiempo y aún están en proceso de asimilación y constantes modificaciones. Así, por ejemplo, se paso de ver mal y no apoyar a una madre soltera, a verlo de la manera natural. Todos estos cambios requieren también de estudios e investigaciones que ayudan y afiancen los propios cambios.
El tema, tan divulgado actualmente, sobre la adopción de los homosexuales es el comienzo actual de nuevos cambios. Para poder hablar sobre ello es necesario conocer los distintos estudios llevados a cabo en los últimos años por la Asociación Americana de Psiquiatría, por la Universidad de Burdeos (Francia) y en España por la Universidad de Sevilla conjuntamente con el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid y la Oficina del Defensor del Menor.
Los resultados entre todos estos estudios coinciden entre sí en que el desarrollo psicosocial de los menores adoptados y criados en familias homoparentales adquieren niveles cognitivos, de habilidades y competencias sociales, de relación con otros menores y personas adultas y de identidad sexual que son totalmente equiparables con los menores que se educan y desarrollan en familias heterosexuales convencionales.
Otro aspecto que recogen algunos de estos estudios es que en estas familias la probabilidad de que los menores adoptados sean adultos homosexuales es la misma que la de los niños criados en familias de padres heterosexuales.
Cuando los profesionales de las distintas Comunidades Autónomas estiman la idoneidad de los adultos para llevar a cabo la adopción, valoran las características de los mismos que garantizan el adecuado desarrollo del menor adoptar. Se evalúa la salud de las personas, sus capacidades y habilidades, la estabilidad económica, el entorno social, la formación y conocimiento sobre la adopción, etc. Se estima conjuntamente también como interactúan estas variables entre sí para garantizar un éxito en la adopción. En ningún caso se evalúa la orientación sexual de los futuros papas.
Seguramente las dificultades que se puedan encontrar estos menores adoptados por homosexuales, que han sido valorados idóneos por la administración competente, tienen que ver más que otras características de sus padres y con la interacción que tienen con el entorno social. Lo social se encuentra en un proceso de aceptación y asimilación de los nuevos cambios. Es por ello necesario, que se acompañe a este proyecto de cambio, de una buena divulgación de los estudios e investigaciones científicos sobre el tema y, en ningún caso olvidar, que se debe velar siempre por el interés supremo del menor.
Es importante tener claro que la adopción no es un derecho de los adultos, como todavía mucha gente cree y así divulga, sino que es un derecho de los menores, son ellos los que tienen el derecho a ser adoptados. Por ello para valorar la posible adopción de un menor se debe tener en cuenta, como dice la legislación, el interés supremo del menor y no el del adulto.
En los últimos años se han producido distintas modificaciones en el concepto, la estructura y funcionamiento de la familia, derivadas por una serie de cambios sociales como la incorporación de la mujer al mundo laboral, la posibilidad para muchos de decidir el número y momento de ser padres con los métodos anticonceptivos, la posibilidad de legitimar la ruptura de la pareja, el aumento de familias reconstituidas, etc.
También, con el tiempo, la valoración social de la homosexualidad se ha modificado. No hace muchos años se llegó a considerar incluso como un delito y/o perversión. Así por ejemplo en 1987 la Organización Mundial de la Salud consideraba la homosexualidad como un trastorno mental, y actualmente, esta misma organización la considera una forma diferenciada y libre de expresar la orientación sexual.
Todos estos cambios socio-culturales han necesitado su tiempo y aún están en proceso de asimilación y constantes modificaciones. Así, por ejemplo, se paso de ver mal y no apoyar a una madre soltera, a verlo de la manera natural. Todos estos cambios requieren también de estudios e investigaciones que ayudan y afiancen los propios cambios.
El tema, tan divulgado actualmente, sobre la adopción de los homosexuales es el comienzo actual de nuevos cambios. Para poder hablar sobre ello es necesario conocer los distintos estudios llevados a cabo en los últimos años por la Asociación Americana de Psiquiatría, por la Universidad de Burdeos (Francia) y en España por la Universidad de Sevilla conjuntamente con el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid y la Oficina del Defensor del Menor.
Los resultados entre todos estos estudios coinciden entre sí en que el desarrollo psicosocial de los menores adoptados y criados en familias homoparentales adquieren niveles cognitivos, de habilidades y competencias sociales, de relación con otros menores y personas adultas y de identidad sexual que son totalmente equiparables con los menores que se educan y desarrollan en familias heterosexuales convencionales.
Otro aspecto que recogen algunos de estos estudios es que en estas familias la probabilidad de que los menores adoptados sean adultos homosexuales es la misma que la de los niños criados en familias de padres heterosexuales.
Cuando los profesionales de las distintas Comunidades Autónomas estiman la idoneidad de los adultos para llevar a cabo la adopción, valoran las características de los mismos que garantizan el adecuado desarrollo del menor adoptar. Se evalúa la salud de las personas, sus capacidades y habilidades, la estabilidad económica, el entorno social, la formación y conocimiento sobre la adopción, etc. Se estima conjuntamente también como interactúan estas variables entre sí para garantizar un éxito en la adopción. En ningún caso se evalúa la orientación sexual de los futuros papas.
Seguramente las dificultades que se puedan encontrar estos menores adoptados por homosexuales, que han sido valorados idóneos por la administración competente, tienen que ver más que otras características de sus padres y con la interacción que tienen con el entorno social. Lo social se encuentra en un proceso de aceptación y asimilación de los nuevos cambios. Es por ello necesario, que se acompañe a este proyecto de cambio, de una buena divulgación de los estudios e investigaciones científicos sobre el tema y, en ningún caso olvidar, que se debe velar siempre por el interés supremo del menor.
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