domingo, 22 de mayo de 2016

Nadando con los más peques...

APRENDER A NADAR

Desde el principio el agua supone un medio natural para los bebes, ya que han pasado sumergidos en liquido amniótico durante nueve meses y por ello nacen con una serie de reflejos relacionados con el nado. Generalmente al baño es una fuente de sensaciones placenteras para los niños. Desde muy pequeños están en contacto con el agua en la bañera, donde la temperatura del agua es agradable y uno se siente seguro y protegido. El niño en el baño ya aprende a chapotear y a disfrutar del contacto en el agua.

Es razonable pensar que todos los padres desean que sus hijos aprendan a nadar cuanto antes para estar más tranquilos a la hora del baño, y es bueno y aconsejable que los niños acudan a escuelas y piscinas donde profesionales les enseñan a nadar. En estas escuelas no solo tienen el objetivo de que los niños aprendan a nadar, sino que los niños se inicien en este deporte de la natación con todas las ventajas que ello supone para su desarrollo físico. Todo esto si se realiza respetando los tiempos de cada niño, es una buena estimulación para el aprendizaje. Más o menos al año, un niño puede usar los manguitos, alrededor de los tres está preparado para aprender a nadar y sumergirse y a los cinco tendrá coordinación suficiente para nadar incluso con estilo. Estos tramos son solo orientativos, ya que cada niño tiene su propio desarrollo.

Si tu hijo tiene seis años y anda todavía con manguitos sin querer sumergirse, no te agobies ni le agobies. Cada niño necesita un tiempo para tener confianza en el agua y es muy importante que no les metamos prisas por aprender, seguramente tu hijo, en otras facetas tiene mayor facilidad de aprendizaje. Lo mejor es intentar ayudarle aprender con paciencia.

Es importante estimular y enseñar a nadar, por tanto sin prisas. El niño antes de soltarse necesita ir probando paso a paso para sentirse seguro y así poder ir soltándose en el agua. Es muy aconsejable al principio, para crear seguridad en los niños, que utilicen manguitos, burbujas de corcho, flotadores... Estos les ayuda a mantenerse a flote y con ello a quitarles el miedo a hundirse. De esta forman aprenden a sentirse seguros en el agua. Me atrevería a recomendar sobre todo aquellos que al principio den más seguridad a los niños y cuando ya hayan adquirido ésta, los que les dejen más libres los bracitos para así poder aprender como moverse en el agua para nadar.

Cuando un niño esta aprendiendo y acude a una piscina distinta es normal encontrar un pequeño retroceso en su aprendizaje que desaparecerá espontáneamente cuando se sienta seguro en la nueva piscina. No debemos presionar a los niños, sino dejarles que conozcan y tomen confianza en el nuevo lugar. Algo similar ocurre al principio de verano que no llegan a soltarse al principio y eso que el verano anterior no tenían ningún temor a sumergiese y nadar. Necesitan un tiempo para afianzar su seguridad y aprendizaje, y enseguida voverán a zambullirse felizmente.

Resulta estimulante también para los niños reforzar con el elogio cada avance en el aprendizaje del nadar. De esta forma el niño avanzará en su aprendizaje de manera progresiva.

Cuando un niño tiene una mala experiencia en el agua o simplemente es más temeroso y no llega a sentirse seguro hay que ayudarles a superar este miedo. Para ello hay que hacer muy gratificante lo que rodea el baño con barquitos, flotadores. Báñate con él para darle seguridad, si te agarra fuerte no le sueltes, deja que poco a poco se sienta seguro, juega a chapotear en el agua con él. Hay que sacarles antes de que nos lo pidan, para que no sientan frío, cansancio, para animarles a que en un ratito puedan repetir. Generalmente es fácil combatir el miedo que pueden llegar a tener los niños en el agua y aprendan y sientan todas las ventajas de disfrutar de un buen baño en la piscina o en el mar.

No hay una edad, ni un momento en que la mirada del adulto deba desaparecer del baño de los niños. Aunque nuestro hijo haya aprendido a nadar y se sienta seguro hasta que no sea lo suficientemente maduro hay que tener la mirada constante en el baño de nuestros hijos para evita incluso un pequeño corte de digestión. Podemos aprovechar los padres y disfrutar con nuestros hijos del bienestar de un buen baño y hacer de este una actividad compartida en familia.


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